domingo, 6 de junio de 2010

Poker face

Bueno, llevo unos días sin escribir nada, lo cual no quiere decir que no le siga dedicando tiempo a esto.

Como viene siendo habitual y, entiendo que lo seguirá siendo durante un tiempo, pensando en la ruta y los ingresos.

Respecto a la ruta, por lo que he podido ver en la web del ministerio de asuntos exteriores, no debería haber excesivos problemas con los visados hasta Kazajstán. Por otra parte, cruzar Ucrania, Rusia por Volgogrado y Kazajstán, arroja una mayor seguridad que la opción de Turquía, Irán y Afganistan... cierto es que, tras andar leyendo alguna novela histórica (sí, se de sus limitaciones) sobre las Guerras Médicas, mi interés por el antiguo reino de Persia es alto... pero bueno, seguir vivo también llama mi atención. Lamentaré también no pasar por Egipto, perderme esa cultura y monumentos es algo que no tengo muy claro si me lo podré perdonar, pero supongo que siempre podré volver como turista en lugar de como viajero.

En cuanto al dinero, cada día se me ocurre una tontería distinta para conseguir autofinanciarme. Las dos última son, juegos de poker por internet (en persona, en mitad de ninguna parte, aún me da respeto) y aprender diseño gráfico y trabajar como freelance mientras viajo. Los problemas de esto, empezando por el diseño gráfico... no se diseño gráfico, y no creo que lo aprenda en un corto periodo de tiempo, además del hecho de que el equipo informático que cargue conmigo no brillará por su potencia. Respecto al poker, obviando el hecho de que no se si soy bueno o no, está el problema de: a) la conexión a internet y; b) por donde quiera que lea suelen ser necesarias horas de dedicación diarias, lo que ralentizaría mucho mi viaje, además de que tendría que obtener ganancias para cubrir la posible conexión inalámbrica.

Hay también otro problemilla en el horizonte. Y es que no tengo el apoyo de mi familia. Lo entiendo, se preocupan por mi y, sin que te apasione este tipo de viajes, ves de un modo mucho más racional los inconvenientes que como los pueda ver yo. Soy consciente de que lo veo todo a través de un cristal deformado y por eso no rehuyo ninguna de estas conversaciones. También se que ellos no pueden saber lo que siento, y por eso tampoco tomo acepto como plenamente válidas sus opiniones. Hay que buscar un equilibrio, pero he de reconocer que ahora mismo no es mi momento más equilibrado.

martes, 25 de mayo de 2010

Referencias

La principal herramienta con la que cuento en la actualidad para planificar mi viaje es, obviamente, la red.

Poco a poco, me voy haciendo con una serie de links de los cuales creo que podré ir extrayendo información útil tanto para la planificación como para mantener el ánimo en continuar con la propia planificación. Sé que siempre se dice que planificar el viaje es anticipar la diversión, pero lo cierto es que nunca he estado demasiado de acuerdo con ello. Mi escasa experiencia, por terrenos que en ningún caso podríamos calificar como indómitos, me dice que la capacidad para asumir situaciones adversas es, con mucho, más importante que la mejor de las planificaciones.
No con ello quiero decir que no haya que planificar; menuda cara de idiota si llegas a una frontera y el único sitio para gestionar el visado es el consulado que te dejaste a 300 km atrás, pero más allá de eso, no habrá planificación que te diga que hacer si pinchas 5 veces bajo la lluvia, ni serás capaz de planificar todas las fuentes de agua potable a una semana vista.

Curiosamente, las webs de viajeros (iba a decir "otros viajeros" poniéndome a su nivel) que emprendieron a este u otros viajes no hacen un especial hincapié en la planificación. De cualquier modo, he dado con personajes que, de un modo u otro me llenan de admiración:

Jorge Sánchez, es un experimentado trotamundos que ha recorrido TODOS los países del planeta en al menos una ocasión.
Jose Guillermo Yepes, está dando la vuelta al mundo por continentes, llevando a niños bicicletas que son adquiridas por patrocinadores o por las donaciones que se hacen a través de su web.
El biciclown, lleva más de 2000 días repartiendo sonrisas allá donde sus ruedas le llevan.

No aspiro a llegar a estos niveles. Sólo quiero pedalear y conocer algo de mundo, pero lo cierto es que son una referencia, y leer sus webs no hace más que incrementar la picazón que siento para salir.

miércoles, 19 de mayo de 2010

¿y por donde voy?

Definir la ruta es una de esas cosas que cualquiera calificaría de imprescindible y que a mi, personalmente, no me termina de preocupar. Supongo que es porque en mis viajes anteriores, fundamentalmente el de Alemania e Irlanda, la planificación fue virtualmente nula, y sin embargo me salieron bastante bien.

Soy consciente de "sutiles" diferencias, como que en cualquier zona europea el nivel de seguridad y cobertura ante cualquier incidente es enorme, siendo el mayor de los problemas el dormir bajo un puente. Pero también se que una planificación excesiva es algo totalmente absurdo, ya que los mil y un imprevistos que surgen hacen que un plan a más de 2 días vista pierda sentido.

A partir de aquí, he de pensar que tipo de ruta quiero seguir, es decir, si habrá alguna temática que me guíe, como por ejemplo, visitar los principales campos de batalla de la Historia, como las Ardenas, Termópilas, las navas de Tolosa y la llanura de Marathon; o simplemente dejarme llevar hacia el este, o noreste. A partir de aquí, y ahora empieza la planificación, habrá que controlar por los países que se pasará, si hay algún conflicto bélico, si son frecuentes los secuestros de extranjeros apestosos (lo de apestoso es por la bici, of course), y los requisitos administrativos a cumplir: lease visado, o como quieran llamarlo.

A este respecto leí que aquellos que salen de Israel hacia algún país árabe suelen pedir que no sellen el pasaporte para evitar problemas... pues mira tu que gracia, ¿no?

Ahora mismo, la ruta que viene a mi cabeza, se inicia en el sur de España, cruzar Europa, bajar por el Danubio hacia Grecia, cruzar Turquía, tomar hacia el norte y evitar Irán (aunque me atrae mucho ver la actual Persia, reino de los medos), Kazajistan, Uzbekistan, dirección China, cruzar su extremo occidental dirección sur para llegar a la India, y atravesando su norte dirigirme hacia la península Malasia. A partir de ahí, tomar un avión hacia sudamérica (ya se vería si pasando por Nueva Zelanda o no) y cruzar de sur a norte el continente americano (no se si ruta pacífica, atlántica o central) para volar de vuelta a casa desde Canadá.

domingo, 16 de mayo de 2010

Y los ingresos?

Una de las dudas que siempre he tenido y que no he sabido concretar sería como financiar mi día a día. Se que en un viaje de este tipo puedo gastar muy poco. En países europeos, con el coste de la vida aquí, supongo que podría tirar con unos 6 euros/día de media. En países menos desarrollados esto se tendría que recortar más aun.
Bueno, es una cifra baja, pero no es que tenga un colchón suficientemente fuerte para soportar un viaje así. Además, hay que reconocer que, parte de la gracia de esto está en poder buscarte el sustento en el día a día, si no, no pasaría de ser un turista algo más sudoroso que los demás.
Trabajar por donde vaya pasando implicaría un ritmo más lento en el viaje pero, al tiempo, acercarme más a los pueblos y culturas por donde pase. Ir a la carrera sería otro de esos errores que tendría que evitar. Ahora bien, volviendo al ingreso, ¿que podría hacer yo que cumpla los requisitos de inmediatez y portabilidad. Inmediato por cuanto la actividad que desarrolle deberá aportarme dinero en un breve espacio de tiempo. En el día a ser posible o, como mucho, a la semana. Y con portatil quiero decir que la actividad no debería depender de artilugios que yo pudiera llevar. En principio deberá depender de mis conocimientos y de mi fuerza... por desgracia, mis conocimientos, cuando el lenguaje no permita una comunicación fluida pasarán a perder gran parte de su valor, así que sólo me quedará mi fuerza.
Visto lo visto. Se me ocurre hacer de flautista y mendigar pero, reconozcámoslo, puedo ser expulsado de un país por atentar contra el noble arte de la música, o trabajar como jornalero en labores del campo.
Lo cierto es que hay una tercera vía de ingresos que convendría explorar. El sponsor o mejor dicho, LOS SPONSORS. Empresas que, por una cuestión de imagen de marca y repercusión social, decidan aportar materiales, servicios y/o dinero para la consecución de una aventura. Obviamente, para que estas empresas consideren la posibilidad de sponsorizarme deben ver un beneficio tangible, mensurable y, sobre todo, probable. Además, creo que ayudaría mucho que yo mismo contase con un objetivo definido como, por ejemplo, llamar la atención sobre la desertización del planeta, las diferencias de rentas en el mundo, etc. (lo cierto es que, escrito así, suena bastante ruin por mi parte ya que utilizo el supuesto objetivo como medio... pero bueno, escogería un objetivo en el que creyese, y si al final se obtiene un beneficio para el mismo... quizás el fin sí justifique los medios).
Creo que necesitaré una mano experta para estos menesteres, por suerte creo que conozco a la persona adecuada... jejeje, creo que si me descuido me obliga a hacerlo aún cuando quisiese "rajarme".

La inflexión

Todo, siempre, depende de la motivación. Ese famoso "querer es poder". Cierto es que lo más correcto sería "querer es ponerse a ello", porque el poder a veces se nos escapa... yo soy yo y mis circunstancias.
Por ello las circunstancias nos marcan. Y a mi me están marcando. Atrapado en un trabajo en el que no me siento cómodo, en el que, quizás juzgándome con dureza, no lo estoy haciendo todo lo bien que debería, que podría. Sintiéndome culpable por querer dejarlo, aun a sabiendas que la situación económica española no es para andar haciendo ascos a nada, y donde, además, soy bien valorado por mis compañeros...
Pero tengo dentro de mi esa ansiedad. El corazón atenazado. Y se que hay quien tiene problemas mucho mayores que los míos, y quien pensará que me quejo de vicio. Pero es lo que hay. Necesito salir, perderme por caminos sin fin. Sentir el viento en mi rostro, mis piernas agotadas, la extenuación que no te deja pensar en nada.
Ya he sentido eso. Es una dosis que me doy cada año. Pequeña a veces, poco más de una semana. En un par de ocasiones ha sido algo más "grande", cruzando Alemania de sur a norte, y bordeando la costa Irlandesa. Pero lo necesito.
Ahora me dicen en la empresa que el mes que viene me enviarán una semana al extranjero. Y no lo entendáis mal, encantado con ello, se que no pararé de trabajar en todo el día, pero también es una muestra de confianza... creo que merecen más de lo que pueda llegar a dar.
¿Me engaño a mi mismo? ¿Estoy "autodeprimiendome" porque así encontraré en mi una excusa para huir? Si es así cometeré un gravísimo error. Irreparable. Emprender un viaje así sin tener las motivaciones claras (buenas o malas, pero claras) hace que ante las dificultades que lleguen uno se empiece a preguntar que hace allí en lugar de estar en casa.
Ya dije que no me importa fracasar. Pero no así. Prefiero que llegue un día en el que no me apetezca subirme en una bici y subiéndome en un avión vuelva a España. Pero que no sea porque huí de nada, salvo quizás de una rutina de despachos y teléfonos, para caer en otra de pedales, caminos y pueblos.

sábado, 15 de mayo de 2010

Sobre una frustración

El miedo, ese fiel compañero que tantas veces nos ha salvado la vida; aquel que evitó que entrásemos en aquel oscuro callejón; que nos hizo mordernos la lengua cuando aquellos tres nos insultaron; que evitó que llevásemos a cabo el sueño de nuestra vida... esto, espera, vaya cambio, ¿no?.

Bien. Supongo que lo primero es reconocerlo. Después ya se verá lo que se hace. Tengo miedo. Mi sueño es perderme durante tres años dando la vuelta al mundo en mi bicicleta. Pero tengo miedo.

Pero, ¿miedo a que?. No es a caerme, ni a tener frío, no es miedo a no saber donde dormiré, ni a si tendré algo que llevarme a la boca mañana, no es miedo a la soledad, ni tan siquiera al fracaso; no temo rendirme y, desde la comodidad de mi casa, ni tan siquiera tengo miedo a no regresar.

Mi miedo es otro, y es precisamente a regresar. Después de tres o siete años por el mundo, ¿cómo me reincorporaré a la vida del común de los mortales? ¿podré o estaré siempre con la vista perdida en una lejana montaña? ¿podré encontrar un trabajo que me satisfaga? ¿habré perdido el tren de crear una familia?

Bien, creo que estoy en un punto de inflexión, y lo más probable (95%) es que esto no lleve a nada pero, por si acaso sí que lleva, me gustaría dejarlo documentado por una sencilla razón. Aquellos intrépidos que se lanzaron a hacerlo te cuentan el viaje pero, por lo general, no te han contado sus dudas y miedos previos. Si esto llegase a buen fin, espero que a alguien le sirvan mis experiencias antes de subirme al que sería mi viaje definitivo.