jueves, 28 de agosto de 2014

Reflexiones a toro pasado

Hace ya algunos meses que terminé mi periplo. He tenido tiempo de recoger los kilos que dejé por el camino, buscar un anodino trabajo en la otra punta de España, disfrutar de la familia, amigos y las bondades de ducharme a diario. Y con todo ello, filtrándose poco a poco, van llegando los balances.

No suelo ser persona de hacer un balance definitivo, más que nada porque las percepciones y los recuerdos de las mismas, suelen ser muy volubles. No obstante sí que creo haber sacado unas cuantas conclusiones de lo más variopintas y que pienso soltar sin orden ni concierto; "avisaos" quedáis:

- ¿Por qué te fuiste?

La pregunta del millón, y 15 meses después de haber empezado a pedalear, sigo creyendo que no lo tengo del todo claro. Me fui por mil razones y ninguna en concreto, pero si debo apelar a mi lado romántico, sería porque sentía que el horizonte me llamaba. De un modo un poco más prosaico, me imaginé en mi lecho de muerte, con unos 130 años, y me dije que no creía que me fuese a sentir orgulloso por haber rellenado todos los informes que haré a lo largo de mi vida profesional de forma correcta, pero esto, esto sí que quedará en mi memoria y me arrancará una sonrisa en mi último suspiro... con 130 años.

- ¿Por que volviste?

Pues si después de 15 meses no se porque me fuí, imagínate con sólo 9 meses de reflexión. De nuevo la respuesta es un cúmulo de circunstancias, pero las que más pesaron fue la añoranza de la familia, amigos y novia, el dinero empezaba a escasear, y México, sobre todo Baja California, fue más duro de lo que pensaba. Creo que se me empezaron a acumular los kilómetros en la cabeza, y cuando compré el billete, aunque contaba con perder el dinero, hizo que algo cambiase en mi cabeza, empece a restar kilómetros más que a sumarlos.

Baja California

- ¿Cuál ha sido el lugar más bonito que has visto?

Mmmm. A ver, como lugar único, probablemente Jasper, en Canadá, la unión de los parques nacionales de Jasper, Kootenay, Banff y Icefield, son verdaderamente arrebatadores. Ellos la llaman la carretera más bonita del mundo, boto a brios que puede serlo.

Icefield National Park

Sin embargo, también mandaría a cualquiera a Utah, donde podréis ver los parques nacionales de Bryce Canyon, Zion, Lake Powell y Escalante, además, a tiro de piedra tenéis el Gran Cañon del Colorado. Mucha belleza en pocos kilómetros.

Bryce Canyon

Zion National Park


Gran Cañón del Colorado

California tampoco está nada mal, especialmente el parque nacional de Yosemite y la carretera de  la costa que une San Francisco con Los Angeles.

Yosemite National Park

Costa de California

- ¿Es caro viajar así?

Pues todo depende de ti. Tomás, de quien ya has oído hablar si has leído el blog, está viajando en estas fechas por el Cabo Norte. En una de sus últimas entradas comentaba "esta noche me quedé en casa de Lucy, va a ser la primera vez que duerma en una cama en un mes". Así que, desde casi gratis pero sin comodidades hasta súper caro pero a cuerpo de rey. Tú decides, pero no está de más hacerse un presupuesto semanal o mensual, ya que a veces puedes perder la pista de tus gastos. Tampoco está de más echarle un vistazo al coste de la vida de los paises por donde vayas a pasar ¿quieres un truco sencillo? Comprueba si hay McDonalds en tu ruta, busca el precio de una de sus hamburguesas y comparalo con el precio en tu país.

- ¿Cuál ha sido el peor momento del viaje?

Lo cierto, y para mi sorpresa, es que ni en los peores momentos he tenido el típico pensamiento recurrente de "¿qué hago yo aquí?". De modo que supongo que no he tenido momentos especialmente malos. Aunque supongo que todo depende de como te tomes las cosas, porque estar rompiendo una rueda y que se rompa el sillín, todo en el mismo día, a 300 km de la civilización podría entrar en la definición de momento malo... pero no lo fue.

Yukón

- ¿Cambiarías algo de la ruta o del modo de viajar?

De la ruta, supongo que me habría dado algo más de tiempo para ir a ver Lake Powell y Escalante, así como el anillo sur del Gran Cañón del Colorado. De cualquier modo, siempre habrá algo que nos dejemos atrás, aunque me gusta pensar en ello como en oportunidades para volver, y de paso ver a los amigos que fui haciendo por el camino.

- ¿Mejor solo o acompañado?

Pues esto es un tema muy personal. Desde mi punto de vista, la soledad tienes más ventajas que viajar acompañado, pero si tienes la suerte de tener un compañero con quien encajes como mano en guante, lo que tenéis es un tesoro. La seguridad se incrementa de modo exponencial y además también se comparten gastos. Mi única recomendación es que cerréis un presupuesto antes de salir, ya que buena parte de los roces vendrán por ahí.

- ¿Repetirías?

Sí, sin lugar a dudas, pero por otros derroteros. Dentro de la categoría de "cosas que te faltaron por hacer en el viaje" el choque cultural, está en el primer lugar, ya que ni EEUU, Canadá o México supuso un cambio radical. De modo que Asia tiene un montón de puntos para convertirse en parte central de un hipotético viaje.

viernes, 15 de agosto de 2014

De lo más antiguo a lo más moderno

Yo con mi habitual despiste y estoy a punto de llegar al borde de la península de Yucatán, ¿es Cuba una opción? Por supuesto que sí, pero no esta vez, es algo que me dejo apuntado para otro momento, por más que le haya dado vueltas al asunto. Una de las rutas que había meditado, dado lo supuestamente peligroso de Centro América, iba a discurrir por Cuba, República Dominicana y Haití, para terminar entrando por Venezuela... mucho más seguro, sí señor. Sin embargo, y sin obviar las recomendaciones de seguridad, creo que a estas alturas puedo empezar a hablar con cierto conocimiento de causa cuando digo que las cosas no son como nos las venden en los periódicos.

Al igual que de México únicamente nos hacen llegar casos de narcotráfico, inmigración ilegal, asesinatos y secuestros, allí básicamente les llegan nuestras historias sobre el Real Madrid y el Barcelona, sobre nuestro rey cazador de elefantes y tal. Es de esperar que lo mismo ocurra con el resto de países. Como decía, no hay que negar tampoco el aspecto violento de la realidad, si Venezuela tiene el triste récord de ser el país con mayor número de homicidios, no seré yo el que venga a equipararlo con el nivel de seguridad de Suiza, pero estoy seguro de que, en la más remota aldea de Venezuela encontraré una mano tendida y un techo amigo.

Mi padre siempre decía que el mayor garante de nuestra seguridad es el puro sentido común. Y doy fe de que tiene toda la razón. Desde el "primer mundo" sufrimos una cierta miopía respecto a como es el resto del mundo, asumimos que los derechos y garantías que allí disfrutamos, han de prevalecer en cualquier otro lugar (famoso es aquel celebérrimo grito de "¡soy ciudadano americano!, como si esas meras palabras hubieren de funcionar como un chaleco antibalas), y si ese sentimiento es una esperanza de que nuestras "libertades" calen en todo el mundo, pues bienvenido sea, pero si lo utilizamos con soberbia... bueno, no hace demasiado recuerdo un articulo de Pérez Reverte en la que hablaba del "Síndrome Coronel Tapioca"; me gustaría pensar que no soy uno de ellos, al menos no del todo.

Bueno, más allá de esta diatriba. El ¿norte? más bien el este de la península de Yucatán, mantiene una configuración más o menos parecida a la del resto de la península, si bien esta parte está más poblada, contando con tres poblaciones reseñables como son Mérida, Valladolid y Cancún. Además, en la casi linea recta que las une, podemos disfrutar de dos de los más bellos espectáculos que uno se puede encontrar: cenotes y Chichen Itza.

¿Qué son los cenotes? Pues según la wikipedia es una "dolina inundada de origen karstico que se encuentra en algunas cavernas profundas", para los que tenemos que buscar en el diccionario la mitad de las palabras anteriores, diré que es, básicamente, una caverna, a la que el techo, todo o parte se ha derrumbado (es decir, un agujero en el suelo), y que está inundada por agua dulce. Vamos, una preciosidad.

Cenote de Valladolid
En el trayecto entre Mérida y Chichen Itza, que no hice por la carretera de cuota, si no por una paralela, podréis visitar no menos de 5 cenotes, y hasta llegar a Valladolid habrá, al menos, otros 3 más, todos ellos muy cercanos a la carretera.



Catedral de Mérida

Mi puñeta fue que, en el trayecto entre Mérida y Chichen Itza, me cayó una manta de agua como no había sufrido otra. Llegó a tal punto el cachondeo que, sobre las 19:00 busqué un apartado del camino para poner la tienda. Estaba completamente empapado, y el terreno estaba más o menos igual, pero aun así tenía la esperanza de encontrar algún trozo de tierra que, estando un poco más elevado que los demás, hubiese acumulado menos agua. Había parado de llover hacía unos 5 minutos y parecía haber encontrado un lugar algo menos malo que los demás. Llevo ya seis meses sobre el pedal, así que os figurareis que le tengo cierta maña a montar la tienda... pues nada, en lo que tardo en montarla cae un nuevo diluvio, la tienda se anega antes de poder poner el sobretecho e incluso el teléfono se da un remojón en la piscina que se ha montado donde debiera dormir plácidamente.

Tengo un breve instante de frustración, pero el caso es que ya estaba empapado, así que tampoco es que haya empeorado mucho mi situación. Así que me armo de paciencia de nuevo y miro a cuánto estoy de algún lugar donde coger una habitación... 47km a Piste, a 2 km de Chichen Itza... pues mira tu que bien. Voy a pedalear de noche en México... pongo las luces traseras y el frontal, me encomiendo a Thor y me pongo a ello. Por suerte, la noche es agradable aunque oscura como tizón, y salvo que va a salir una tirada larga, sólo será cuestión de echarle paciencia.

Llego a destino, y me toca echar un buen rato en limpiarme tanto yo como la tienda, pero finalmente acabo con los quehaceres y puedo salir a darme un paseo por el pueblo. Uno esperaría que estando a tan escasa distancia de una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, la urbe sería de tamaño descomunal y estaría plagada de turistas de blancas canillas y nerviosa cámara, pero no, para mi suerte, es uno de tantos pueblos, con algún hotel más grande pero sin mucha más "contaminación". Aquí a los turistas se los traen en bus desde Cancún o Playa del Carmen, les enseñan las magnificas ruinas, una zambullida en el cenote y a correr (cuidado, no pretendo sonar despectivo en absoluto, cada uno es muy dueño y señor de disfrutar sus vacaciones como prefiera... y dado el día que llevo no hubiese protestado por algo más de comodidad).

Detalle de cabeza draconiana
A la mañana siguiente me dejo caer por el templo. La afluencia de autobuses es enorme, pero el recinto está preparado para soportar la afluencia de gente, por lo que en ningún momento me sentí agobiado. Dejé la bici amarrada fuera, como siempre, y entré al recinto. Por algún motivo que sigo sin comprender, has de comprar la entrada en dos partes, en fin, unos 110 pesos, que salvo por la tontada burocrática, pago gustoso.



Ya en el interior puedes contratar un guía, comprar artesanía, comer o beber. El lugar está escrupulosamente limpio, y además conté con un día espectacular, así que la visita, de unas dos o tres horas, fue deliciosa. No los saturaré de fotos del lugar, para ello ya conocen a google y a los fantásticos fotógrafos que habrán ido por allá.

Piramide de Chichén Itzá y el piramidista
Junto a Chichén Itzá, hay un cenote que, como no, está a reventar, entre la entrada y la taquilla serán unos 100 pesos. Consejo: Chichen Itzá cierra a las 16:00 de modo que todo el mundo que está allí termina yendo al cenote, de modo que tratad de evitar llegar a partir de las 16:00.

Cenote de Chichén Itzá y su fauna
En Valladolid, como en Mérida, me quedé en albergues juveniles, limpios, con wifi, agradables y baratos, muy bien ubicados en el centro de las ciudades, lo que da lugar a dar un buen paseo. Estas son ya ciudades de tamaño medio, donde se aprecia fácilmente la mano del antiguo imperio español. Valladolid, además, cuenta con su propio cenote, que sin tener el garbo y gracejo del de Chichén Itzá, tampoco desmerece, y cuenta con dos pluses, sólo son 15 pesos y sólo estábamos 3 personas.

Alguien se pasó con los neones... Ayuntamiento de Valladolid
De Valladolid a Cancún me doy la última paliza del viaje, 166 kilómetros... uy!! he dicho última paliza!! Pues sí, os contaré un secreto, estaba por la Baja California, en uno de esos momentos no tan de subidón, cuando vi un billete Cancún-Madrid por 120€, para 2 meses más tarde. De modo que me dije, lo compro, y cuando llegue allí, ya veré que hago, al fin y al cabo, si pierdo 120€ tampoco saldré de pobre. Nadie lo supo, salvo mi novia, y por ello no he hecho ninguna referencia a ello en ningún post. El motivo de este "secretismo" es mi gusto por las entradas dramáticas, y quería darle una sorpresa a mis padres... la sorpresa nos la llevamos mi novia y yo cuando entramos a casa de mis padres, y mi madre hacía 3/4 días que me había planchado todas mis camisas... lo que no sepa una madre...


Bailes regionales en Valladolid
Bueno, Cancún, que me voy por las ramas. Cancún no me gusta. No tiene encanto, ni chica ni limoná, en el albergue en el que estuve me contaron que Cancún se planeó por ordenador, es decir, es una ciudad muy nueva. Supongo que, como turista, y siempre que estés alojado en uno de los macro hoteles de la zona, será un sitio muy entretenido. En cualquier caso, mis tareas eran descansar, y preparar el vuelo de vuelta. Para ello me hice con una estupenda caja de cartón en una tienda de bicicletas y, después de darle varias vueltas a como llevar a mi querida cleta hasta el aeropuerto, opté por un taxi, que siendo más caro, no me iba a costar dolores de espalda por mover los bultos ya embalados.

Lagartija cancunera
En uno de mis paseos por Cancún recuerdo haber tenido una fuerte sensación de deja-vu, por un momento me sentí de nuevo en Las Vegas. Una ciudad irreal, construida con un propósito definido, rodeado de grandes hoteles temáticos, y de americanos de amplia sonrisa. A diferencia de Las Vegas, Cancún me dejó bastante frío. Si queréis una recomendación, meteos de lleno en México, y dejad Cancún para el relax de los últimos días.
Ni me jugué un euro en Las Vegas ni me bañé en estas playas...

Laguna interior de Cancún con algunos de sus hoteles (cuidado con los cocodrilos)


Con cien cañones por banda... debía de ir casi hundido...

En el aeropuerto
Y hasta aquí más o menos todo, supongo que haré un "penúltimo" post a forma de epílogo, pero algo os adelanto, ha sido la experiencia de mi vida, ¿no te lo crees? ¿por que no empiezas como hizo Guillermo? ¿no te has leído su blog? ¿a que esperas?

sábado, 5 de julio de 2014

Costeando por Yucatan.

Durante los días que tardo en atravesar el estado de Campeche el tiempo me respeta. Parece que el recadito que dejé en el Facebook ha funcionado.

La zona por la que me estoy moviendo no está muy poblada, aunque la mayor parte de las ciudades se encuentran en la costa. A mi izquierda, el golfo de México, a mi derecha, el manglar... ¿No sabéis que es un manglar? Seguramente sí, pero no le ponéis nombre. ¿Recordáis esos documentales de La 2 donde la selva lanza las ramas de los árboles al mar?¿Esos programas de supervivencia donde el boina verde de turno maldice la lentitud con que avanza por esa maraña de ramas mientras mata el millonésimo mosquito? Pues eso es. Y esa es fundamentalmente la razón por la cual no hay muchas poblaciones en esta zona. La estrecha franja de tierra por la que me muevo, separa dos masas de agua, una salada y otra dulce, una de horizonte infinito, la otra de un verdor sofocante.

No hay mucho tráfico, cosa que uno agradece en el alma, y de tarde en tarde aparece alguna tienda de abarrotes o algún pequeño restaurante, lo que mitiga la sensación de soledad.

La salida de Ciudad del Carmen, como la entrada, te lleva por un largo puente que termina en un punto de control sanitario y militar en Isla Aguada (no es una isla). Ha sido un día corto, apenas 50 km, pero no estoy para muchas fiestas. Además, la siguiente población me queda a más de 100 km, y no tengo ninguna prisa. Pollo rostizado, arroz y a dormir.

Mono aullador en la peninsula de Yucatan
Al día siguiente, más recuperado, me pongo como objetivo llegar a Champotón. Me gusta como suena, Champotón... creo que estuve medio día tarareando el nombre... Champotón. Pues casi me hago Champotón encima cuando, mientras escuchaba música, note un ruido totalmente nuevo para mi. Y aquí entra en juego otra  de mis palabras favoritas, gutural. Paré la bici y la música, y me dispuse a averiguar de donde diantres provenía ese sonido, a medida de que me acercaba mi mente, mezcla de miedo y curiosidad, no dejaba de fantasear ¿cocodrilos? ¿los cocodrilos hacen esos ruidos? ¿tienen cuerdas vocales los cocodrilos? por suerte para mi cordura, ya que estaba a medio paso de cuestionarme el sexo de los ángeles en cuanto a caimanidos se refiere, me percaté de que el ruido provenía de los árboles, y así, finalmente, entre ramas, pude distinguir a la pareja de primates que emitía los amenazadores ruidos.

Después de estar un rato observando al par, decidí dejar de molestarlos, y continuar camino. Champotón era mi destino. La ciudad no tiene nada de especial, salvo que está enclavada junto al mar. No deja de sorprenderme, favorablemente, lo despoblada que está toda esta costa. Se sigue manteniendo virgen, a diferencia de las costas de nuestro país, donde parece anatema el tener un par de metros de playa o acantilado sin un ladrillo encima.

Las dos gracias del día vienen, por un lado de un leve picor que sentía en mi tobillo. Y es que no todo puede ser glamour. Y de otro del cartel que un "orgulloso patrocinador (ahorita no tanto)" de la selección mexicana de fútbol tenía colocado a un lado de la carretera. Nada como la imagen para ver a que me refiero.
Me pareció sentir un lindo mosquito

Se ve que la selección tuvo algún problema en la clasificación (no era penal)


Sigo hacia el este, por el lado norte de la península (para escribir esto he necesitado un rato, no os creáis), y Campeche se extiende ante mi. Capital del estado, y urbe de buen tamaño. Mi entrada es triunfal... acabo de romper la cadena por primera vez en mi viaje. Por suerte es a la entrada de la ciudad y cuesta abajo. Aun así, trato de reparar la avería. Saco el tronchacadenas y empiezo a intentar sacar el bulón que hay entre los eslabones... está duro, tanto que termino rompiendo la herramienta (consejo, un trochacadenas de aluminio no es la mejor elección). Así que doy un par de zapatazos en el suelo y me dejo caer por la cuesta. Hay un hombre vendiendo cocos y otro comprando, un chatarrero. Les pregunto si saben de algún lugar donde reparar la bici y el chatarrero me hace de guía, va en aquella dirección. Charlamos por el camino, le cuento y me cuenta, así que tras arreglar la bici en un santiamén (no me quieren cobrar nada) invito al hombre a comer. Muy agradecido, me hace un pequeño tour por la ciudad y me advierte de los barrios por donde no quiero (debo) pasar.

El día va oscureciendose y nos separamos. Tomo una habitación céntrica y tétrica, pero nada peor de lo que ya haya podido experimentar y me doy un paseo casi sin ver por donde voy. Mi oído me guía hacia un concierto de música clásica al aire libre, aunque al final sólo eran unos altavoces junto a una fuente, trabada en una coreografía acuática. Me siento a disfrutar de la música mezclada con el siempre relajante sonido del agua al caer.
No era el único disfrutando

Catedral de Campeche

Pequeña iglesia colonial


Ver Campeche en un mapa más grande

jueves, 3 de abril de 2014

De cuando se puso a llover

Por esa extraña necesidad que solemos tener (y contra la que trato luchar a diario) de clasificar, separar y pretender diferenciar cosas, actos o momentos, iba a comenzar el post con algo así como: "Todo comenzó de una forma que finalmente resultaría engañosa. El cielo, con nubes sueltas por aquí y allá, era de un azul profundo, con un sol radiante pero frío." Y no hubiese sido un mal comienzo salvo por el hecho de que nunca fue un comienzo, sólo una continuación.

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Bajando desde Córdoba.

Desde que inicié esta gran bajada tenía claro que estaba pasando por los días más fáciles del viaje, y que lo que tenía por delante tampoco iba a resultar especialmente complicado. La orografía de la zona era bastante llana, y me venía muy bien, porque el tramo de México central me había dejado físicamente algo tocado. No deja de resultar gracioso como algo de frío pudo afectarme tanto, aunque tenía muy claro que no era únicamente el frío. Es inevitable que a lo largo de todo este periplo tuviese momentos bajos, cuando uno sale cuenta con ellos, y lo cierto es que estaba sorprendido de que hubiesen tardado tanto en llegar. Por suerte, en lo que debió ser lo peor de ellos aparecieron los compañeros de los que ya os hablé.


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Como en casa.
La cuestión es que a pesar de todo, no estaba preparado para lo que me vino a continuación. Desde Córdoba seguí bajando hasta Joachin, en una jornada de unos 85 km de los cuales aproximadamente 80 fueron en línea recta y 40 de bajada. Así que no llegué a cansarme ni aburrirme. Dejé atrás el paisaje de montaña para pasar a lo que, a primera vista, me pareció una gran llanura, pero que, a poco que te fijas, te das cuenta que más que una simple llanura, me da la sensación de lo que debería ser la desembocadura de un gran río, como mi imaginación dibuja la del Danubio. Hasta donde abarca la vista esta frondosa llanura deja ver, de tanto en tanto, pequeñas manchas de agua. El ganado que, de tarde en tarde, o bien pasta en zonas anegadas o se agolpa en pequeños promontorios para tumbarse al sol. Toda la zona está inundada.

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En llanuras inundadas

Como ya tengo por costumbre, ruedo por la autopista de peaje, lo que hace que los poblados se encuentren cada vez más separados. Así que cuando voy completando la jornada, me dejo caer hacia Joachin para buscar refugio. Después de hacer un poco de limpieza y mantenimiento a la bicicleta, pregunto por algún lugar donde comer y me voy para un pequeño puesto junto al vecino. La verdad es que me pongo las botas, y a la hora de pagar le tengo que repetir tres veces la comanda a la dueña del negocio porque realmente no me puedo creer que haya sido tan barato. A lo largo de la velada escucho, más que hablo o pregunto, a los lugareños sobre las peleas de gallos que están agendando para el mes que viene. Al parecer van a por un gallo que es "pura metralleta" y que con un poco de coca se pondrá como loco. Por lo que entiendo, ciertos gallos de los EEUU así como de la zona de frontera son especialmente valorados para estos temas.

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Iglesia Cosamaloapan. Ancla y cruz torcida, nunca lo había visto antes.


Los siguientes días van pasando como los kilómetros bajo mis ruedas. La carretera es recta, sin apenas subidas o bajadas. Aburrida, en definitiva. Me vuelco en la música, los podcast o en mi mismo. Y tal como vino, se fue. El buen tiempo, quiero decir.

Empezó a llover. No sabría decir si fue de repente, o si comenzó poco a poco. De cualquier modo, daba completamente igual. No había tenido una manta de agua de ese calibre nunca. La ventaja es que, una vez empapado, la temperatura era agradable, con lo cual no pasaba frío, y pedalear no resultaba en exceso molesto. De forma que, incluso agradeciendo este cambio, me propuse disfrutar de ese infantil momento de "épica" que supone superar a los elementos y no me entendáis mal, no podría negarle nunca la épica a señores como Amudsen o Scott en su exploración del polo, a los grandes navegantes,  escaladores y demás... pero es que lo mío sólo era agua, y además a mi no me quedaba más opción que seguir. La épica viene de cuando tienes la opción de decir, "estoy harto y me vuelvo", si no lo puedes hacer ¿cómo llamarlo?.
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Desde uno de tantos puentes en Tabasco.

En cualquier caso, esa no tan insoportable lluvia fue calándome hasta los huesos de mi paciencia. Desde el mismo momento en que te levantas, hasta el mismo momento en que aparcas la bici, domina todo tu horizonte visual y emocional, día tras día. Todo lo haces pensando en ella: vas más rápido para llegar antes a donde sea, vas más despacio porque te vienes un poco abajo, cantas en voz alta para subir la moral, subes la música para abstraerte de todo, el agua que los camiones lanzan sobre ti deja de molestarte y poco a poco sientes el triste consuelo de ir tocando fondo.

Y te equivocas miserablemente.

Son ya unos 12.000 km sobre la bicicleta y de algo que estoy realmente contento y orgulloso es del rendimiento que los neumáticos han dado. Hasta que me doy cuenta de que estoy haciendo un esfuerzo excesivo para la velocidad que llevo. La rueda del remolque está pinchada. Arreglar un pinchazo bajo la lluvia no es sencillo, así que espero hasta pasar bajo un puente que cruza la autopista y me pongo a ello. Lo malo es que el viento tampoco ayuda así que finalmente me escudo en el muro de una caseta, bajo la lluvia, para localizar el pinchazo. Lo consigo, parche y monto. Lo malo es inflar, porque no consigo darle presión. Desmonto de nuevo la rueda y busco un nuevo pinchazo. Lo encuentro, parche, y monto. Sigo igual, así que repito el proceso, pero esta vez no la monto si no que busco más detenidamente más pinchazos. La rueda no está pinchada. Está pasada. Hay toda una línea de unos 15 cm de poros abiertos así que hago una cadena de parches. Doy presión y parece que aguanta. Todo bajo la lluvia, claro.

Como temía, sólo le he puesto un parche al problema (que gracioso soy...). La rueda sigue perdiendo aire así que cada 5/7 km paro para darle un poco de presión. Finalmente, y como no quedaba más remedio, llego a Heroica Cardenas. A estas alturas le hubiese prendido fuego a la bici... pero la lluvia no me hubiese dejado, así que paso comprar un par de cámaras para la rueda. Sustituyo y le doy presión a la rueda en una gasolinera. Con esto resuelto meto la bici en la habitación y después de ducharme caigo rendido en la cama. No sabría decir si fueron minutos o alguna hora más tarde escucho una fuerte explosión, de la cama al suelo, y de ahí a asomar la nariz sobre el colchón esperando ver un agujero de bala en la ventana o algo así... nada. Bueno, nada no, la rueda del remolque ha decidido despedirse a lo grande y casi me mata del susto. Ha explotado. Así que al día siguiente me tocará comprar una nueva cubierta. Al menos ha pasado aquí y no en mitad de ninguna parte, así que me vuelvo a derrumbar en la cama sabiendo que ya he tocado fondo.

Tras comprar el neumático para el remolque.

Lo malo del fondo son dos cosas: por un lado el fondo del mar no tiene siempre la misma altura, así que puedes buscar un fondo más bajo y por otro lado, tocar fondo no implica necesariamente salir de él (que se lo digan a nuestra economía). Por suerte no me encontré con ninguna de estas situaciones. Después de solventar el tema de la rueda, siguió lloviendo, y por supuesto que tuve días duros de viento en contra, pero de algún modo me lo pude tomar un poco más a "guasa". De ahí la carta abierta en Facebook que dirigí a Thor y que paso a reproducir.


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Amenazando a Thor
Estimado Thor,
Hasta hace unos días nuestra relación, al menos en lo que a mi respecta, estaba muy bien encaminada. Tú me enviabas vientos a favor y te agradecía la ayuda; me enviabas vientos en contra y te agradecía la oportunidad de hacerme más fuerte; mantenías en viento en contra dos o tres días y me ayudabas con mi resignación y mi paciencia; subías a 5 o incluso 6 y yo te adoraba con un par de pilas alcalinas duracell nuevecitas.
Algo se ha debido estropear entre nosotros porque desde que entré a Tabasco además de tus vientos me estás enviando agua, y mira que estoy pasando por alto que esta está sospechosamente calentita. Los primeros días me lo tomé con paciencia, los siguientes con resignación, pero macho, o cambias la canción o subo a los atrios de Valhalla y te doy tal hostia que le vas dar pena a Loki.
Atentamente, y arrugado cual pasa, tuyo,
Fernando.


HMD. Toma 1.

HDM. Toma 2.



Por supuesto hubo momentos de bajón. Sobre todo porque las noches se suponía que iban a ser el momento del día donde estaría seco y descansaría y claro... había sitios que esto se hacía un poco más complicado.

Hacía ya tiempo que bromeaba con mi familia con la cadena de hoteles HDM, pero fue aquí donde todo llegó a su cenit. Estuve tentado de montar mi tienda de campaña dentro de la habitación, pero con la manta de agua que había caído la pobre estaba tan calada como yo, así que desistí.

Al menos una cosa me quedó clara, se había complicado mucho estar en un sitio peor que este; pero cuando la necesidad aprieta acabamos dándole cancha a casi cualquier situación.

En cualquier caso, lo que me dejó tocado por un buen rato era saber que había gente que pasaba largas temporadas en el cuarto donde yo iba a pasar una única noche. Y pensar que siempre habrá alguien que mirará a estas personas con una cierta envidia porque su situación es aun peor. Descorazonador.














Mi ruta hacia Cancún había terminado de tomar forma, y mi próximo objetivo era Ciudad Del Carmen ya que se encuentra en una delgada linea de tierra que separa el mar de la Laguna de Términos. El acceso es a través de un puente de unos 4 kilómetros (con escaso arcén) que en su entrada a la ciudad te permite ver una pequeña parte del puerto.

Puente hacia Ciudad del Carmen.


Esperaba más de ciudad del Carmen. En realidad no hubo mucho que ver. Así que me hube de fijar tres nuevos objetivos: Mérida, Chichen Itza y Valladolid.


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¡¡Como los rotuladores!! Pelícanos!!


Pero eso lo dejaremos para más adelante.


Ver Sin título en un mapa más grande Pd. HDM: Hoteles De Mierda... con perdón.




martes, 11 de febrero de 2014

Como cruzar México en bicicleta sin pasar por México

Este cicloturista parte de Morelia con la extraña sensación de pensar en lo mal que podía haber salido todo y lo bien que terminó resultando. He conocido a mucha gente muy agradable. He salido a tomarme una cerveza después de no se cuanto tiempo, y además me encuentro con las pilas cargadas de nuevo, así que ¿qué más puedo pedir? (aparte de que a Bob le salgan alas, claro).
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Catedral de Morelia
Me despido del personal y a Álvaro le dejo el teléfono que me encontré en el desierto de Nevada. A mi no me va a servir de nada y a él, si consigue liberarlo, le puede venir bastante bien. Yuta, él y Paul seguirán juntos por un tiempo. Me comentan que quieren estar en Querétaro en unos 4 días, pero sólo les separan 50km así que van a echar algo más de tiempo por acá... a mi me pica el culete.
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Centro de Morelia para las bicicletas

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Arcos en Morelia
Mi próximo destino es Cancún. No porque realmente tenga muchas ganas de pedalear hasta Cancún, sino porque en el camino está Chichen Itza... sí, esa célebre pirámide maya que fue considerada una de las 7 maravillas del mundo. ¡¡Ah, y quiero ver cenotes!! Así que trazo una ruta rápidamente en esta dirección.

Por el camino tengo México D.F. (Distrito Federal, para el que no lo sepa) pero tengo totalmente claro que no quiero pasar por ahí. Hablamos de una ciudad con un núcleo urbano de más de 8 millones de personas censadas, al que sumando el área metropolitana, puede ascender a 20 millones de personas. Esos son muchos coches para este temeroso cicloturista. Tampoco quedé encantado de mi tránsito por Los Angeles y es mas pequeña que el DF. Asi que decido tomar el Arco Norte, una carretera de cuota que bordea todo el DF y me dejará a los pies de Heroica Puebla de Zaragoza, Puebla para los amigos.

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Hornos
Las jornadas transcurren con calma y realmente no hay grandes cosas que contar. Es un altiplano con mucho de plano, y con muchos más humedales de los que pudiera imaginarme antes de llegar aquí. Sin embargo, la suerte parece acompañarme y normalmente disfruto de suaves temperaturas y cielos despejados. Así que disfruto bastante de esta bella monotonía.
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Planicie camino a Mexico

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Templo a un accidentado
Un par de días tras mi marcha de Morelia, me alcanzaron en la carretera un par de amigos que habían estado en el congreso de cicloturismo. Pararon a charlar un rato y me dieron algunas bebidas isotónicas que nunca vienen mal. Parar de vez en cuando es una alegría pero pararse en estos casos, y charlar con gente tan volcada en el mundo de la bicicleta es un placer.
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Amigos del VI Congreso

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Y más amigos

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Disfrutando del yogurt



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Tomando el Arco Norte. De Atlacomulco a Puebla

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Vista de la presa Hua Pango

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Paciente rebaño de ovejas paciendo

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Hua Pango
Con estas voy llegando a Atitalaquía, donde hago noche. Había estado amenazando lluvia, y me dio el margen justo para llegar y acomodarme. Mi anfitriona, muy amable, se ofreció a subirme la cena a la habitación y en pocas ocasiones he dado tan buena cuenta de una sopa bien calentita. Habían caído unos 92 km y para cuando me he querido dar cuenta estoy ya a casi 300 km de Morelia... y los llanos tampoco son tan llanos, ya que he salvado unos 2500 metros de desnivel. Te lo vas pasando bien y no te das cuenta de que vas subiendo.
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Ruinas entre Atitalaquia y Tlaxcoapan
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Atitalaquia
El caso es que voy necesitando sacar dinero. Me doy una vuelta por el pueblo pero no veo ninguno de los cajeros que me puedan venir bien, así que tras preguntar me mandan al pueblo de al lado Tlaxcoapan. Al llegar a la plaza del pueblo paso junto al cajero pero no me doy cuenta. Estoy dando la vuelta completa a la plaza cuando un señor me llama desde ella. Me acerco también dispuesto a averiguar donde está el cajero y comenzamos a charlar.

La conversación se inicia por donde siempre, que de dónde vengo, que a dónde voy, que por qué lo hago y tal. En un momento se nos ha unido un tercero y poco despues ya somos cuatro. Uno de ellos estuvo en España, en Valencia para que editar un libro; al parecer nadie se lo quiso editar en México... cosas que pasan, supongo.

En estas estamos cuando uno de ellos decide irse a por un refresco de 3 litros para aclararnos el gaznate y el otro me dice que me espere que va "a por la tele"... a cuadros me quedo. Pero me quedo. Así que 10 minutos más tarde tengo a los amigos del Canal 10 Esperanza TV haciéndome la entrevista que os dejo a continuación.



Después de la entrevista, mis nuevos amigos me invitaron a comerme unas sincronizadas que realmente me supieron a gloria. Fue un muy agradable rato de charla, y lo que debería haber sido un trayecto de 3 km para sacar dinero y salir corriendo se convirtió en toda una tarde departiendo. Así que decidí echar la noche en Tlaxcoapan y salir al día siguiente.

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Con un grupo de amigos en Tlaxcoapan

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Más amigos en Tlaxcoapan
Dejo atrás Ciudad Sahagún, que sin ser fea no hace justicia a su hermana española. Quizás influya en mi "mal" recuerdo el haber llegado de noche y muerto de frío, por una carretera sin iluminación siendo adelantado por unos coches que venían más preocupados de no caer en alguno de los numerosos baches que otra cosa. O quizás fuese porque al salir de la carretera de cuota los empleados del puesto de cobro me indicaron, muy amablemente eso hay que decirlo, que al día siguiente no entrase en la carretera por su puesto, ya que no estaba permitido circular por allá con bicicleta.

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Ruinas a la salida de Emiliano Zapata
Por no hacerles un feo, circulo en paralelo a la autovía durante algunos kilómetros hasta que veo el modo de incorporarme a esta. Será la misma distancia, pero aquí voy mucho más seguro por el arcén (acotamiento).

El problema llegará un poco más adelante, cuando apenas me faltan 15km para abandonar la carretera. En uno de los puestos vuelven a pararme y aquí parece que van a ser más estrictos. Tienen sus órdenes, que son no dejar pasar a ciclistas y los entiendo, porque si me pasa algo ellos podrían tener un problema, pero por mi parte les hago ver que la alternativa es mucho más arriesgada ya que la distancia a recorrer es mucho mayor, con muchas más curvas y peor visibilidad, y además no tengo acotamiento (arcén), así que llegamos a una solución de compromiso. Ellos me dejarán pasar si yo les hago un eximente de responsabilidad, así que 5 minutos más tarde sigo cuesta abajo camino de Puebla.

No me he dado cuenta, pero ya es 1 de noviembre, así que estamos en plenas fiestas de difuntos. Consigo habitación en el mismo centro, en un albergue y cuando estoy terminando de ducharme escucho bastante jaleo desde la calle. Rápidamente me visto y me encuentro un pasacalle justo en la puerta del albergue.



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Pasacalles de noche de difuntos en Puebla
Ya que me he puesto guapo (una camiseta que no apeste a sudor y un pantalón que no es de ciclismo) salgo a pasear un rato y a ver si encuentro alguna pizzería, que se ve que el cuerpo está pidiendo hidratos de carbono.
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Iglesia en Puebla

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Edificio en Puebla
La noche de difuntos es vivida en México con mucha intensidad. Al menos con mucha más de la que estamos acostumbrado en España, donde ha cogido más vuelo por la influencia anglosajona de Halloween. Me encanta ver como en ese sentido México se agarra a sus tradiciones. Hay muchísima gente disfrazada, y además algunos de ellos son realmente buenos, metiéndose mucho en el papel.
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Noche de difuntos

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Catedral de Puebla

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Disfrazado de ciudadano
Para cuando llego a la plaza de la catedral, la muchedumbre es asombrosa. Los que me conocen sabrán que las aglomeraciones y yo no nos llevamos muy bien, pero el ambiente es tan amable y todo fluye tan bien que no me siento incómodo para nada (está claro que ya he comido y que todo me viene a dar más o menos igual).

La mayor parte de los edificios tienen una muy acertada iluminación que realmente convierte en un placer el pasear por esta ciudad, que es mucho más monumental de lo que me esperaba al llegar.

Lamentablemente, aunque "la noche es joven y yo más", los kilómetros pesan y me voy a dormir. Una retirada a tiempo es una victoria, y me quedo con el sabor que me ha dejado esta celebración.
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Ambiente del centro

Antes de salir de Puebla me doy una vuelta de nuevo por el centro de la ciudad. El día acompaña y me apetece disfrutar de nuevo de estas calles. Estando en la plaza coincido con un grupo de ciclistas que parece que van a hacer alguna ruta en mi misma dirección. Ellos no preguntan y yo no podría seguirles el ritmo así que sigo a lo mío y si nos vemos por el camino pues ya charlaremos un rato.

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La Catedral de Puebla... con iluminación diurna
Y en carretera el día comienza a torcerse, climatológicamente hablando, un viento muy feo me dificulta el avanzar y el día se va tornando plomizo. La carretera es recta. Una de esas rectas que se pierden en el infinito, primero sube, después baja, volvemos a subir y... ah, no, se me terminó el día en esa subida.
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Cementerio tras la noche de difuntos
La gracia del día, sin embargo, me llegó por dos frentes totalmente opuestos. Por un lado, el pinchazo que debía llegar, llegó. Aprovecho para repasar el estado del neumático que, si os acordáis, empezó a dar muestras de agotamiento ya desde Tepic. Obviamente está más desgastada, y lo que antes eran pequeños puntos verdes, ahora son franjas completas. Aun así, la rueda aguanta. Y esos son unos 1,500 km. Me vuelvo a quitar el sombrero con Schwalbe.

La segunda gracia me llega desde España. Resulta que la entrevista que me hicieron en Tlaxcoapan ha llegado hasta el Diario Sur, periódico de mi Málaga natal y, a través de mi familia, tienen mi número de teléfono, así que me hecho a un lado de la carretera y mantengo una breve charla con el periodista de deportes de este diario. Al finalizar me comenta que se publicará en un par de días, el lunes. La verdad es que más tarde, dándole vueltas, me extraña, ya que el lunes es cuando se publican todos los deportes del fin de semana, y sinceramente no me veo quitándole dos líneas a Ronaldo o Messi. Pero bueno, cuando se publique ya me enviarán el enlace a la web y/o una copia del periódico.
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Un poco de mecánica para amenizar la tarde.
Acampo tras unas casas abandonadas en un pueblo junto a la carretera y como algo caliente en un bar que está próximo. He llegado prácticamente de noche, llevo unas 4 horas de cara al viento y con un frio demencial, así que con un humor bastante perruno caigo rendido en el saco.

Cual no será mi sorpresa al levantarme con la siguiente imagen ante mi. Hacía ya mucho que no veía la nieve, y aunque lejana, he de decir que me sentí transportado a Canadá de nuevo. Es curioso como el frío me puede tensar tanto, y que sin embargo recuerde que aquellos días eran los da la perpetua búsqueda de cumbres nevadas. Así que con un excelente humor me pongo en marcha.
Orizaba con su blanca cumbre
Y aunque el día comenzó un poco complicado ya que a poco que subí me metí en un banco de nubes que me obligó a plantarme mi chaleco reflectante y a encender luces, lo cierto era que me lo pasaba bastante bien. No sólo era que comencé con tan maravillosa vista, además resulto que ya llegaba lo que hacía tanto que estaba esperando.

Una de las pocas ventajas que tiene subir hasta la altura de México es que después... tienes que bajar. Y eso es lo que me tocaba. Los siguientes 3 ó 4 días, aun sin ser de relax, iban a permitirme relajarme bastante, ya que debía perder los 2,300 metros de altitud hasta llegar al nivel del mar.

Ruinas entre brumas

Templete junto a la carretera
Así que lo primero será llegar a Córdoba, bajando por el valle de Orizabal. Ya digo que hubiese sido más agradable hacerlo en un día despejado ya que había de estar muy atento a mi retrovisor, pero cuando salí de las nubes pude admirar el valle en todo su esplendor. A partir de ese momento ya sólo me quedó vigilar la carretera que era realmente empinada.

La verdad es que a esto de bajar me acostumbré tan rápido que rápidamente encontré donde parar a comer... hay tiempo para todo, y en el Oxxo estuve un buen rato de charla con los curiosos trabajadores de la gasolinera. Me dieron las bendiciones de rigor y me advirtieron sobre la carretera. Estrecha y con curvas. Cuidado con los camiones que vienen como locos... nada que no hubiese sufrido ya, pero se agradece la advertencia.
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Valle a la ciudad de Orizaba (al fondo)
A la entrada de Cordoba me paro a charlar un rato con mi señora, con un poco de suerte cuando encuentre habitación dispondré de una buena conexión wifi y podremos tener un ratito de skype. Hace ya mucho que no veo las caras de mi familia y eso se hace pesado.

En cualquier caso Cordoba es una bonita ciudad, y mi hotel da a la catedral de la misma. Una bulliciosa plaza frente a ella donde uno puede encontrar desde venta de globos a protestas por el estado de la educación en México (justo en ese momento recordé los problemas que había leído en España sobre la reforma educativa en México y me extrañó no haberme encontrado ningún detalle que me lo hubiese traído a la memoria a lo largo de mi periplo).

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Catedral de Córdoba (Veracruz)
La cena la hago en mi habitación del hotel con cuatro cosas que compro en tiendas junto a la plaza y por fin puedo ver a la familia.


Ver Sin título en un mapa más grande

Pd: estos han sido unos días bastante sosegados, por ello pasaré sobre ellos más rápidamente, centrándome en las anécdotas que realmente pudieron marcar los días. ¿Hay algo más que quieras saber? Pregúntamelo!!