La mañana está fresca, pero hemos repuesto todas las fuerzas y la mentalidad positiva que se nos podía haber desgastado en el camino, así que despidiéndonos de Mira y las niñas nos lanzamos a la carretera. En este último día la hemos recorrido varias veces en su tramo hasta Teslin, así que más o menos tenemos controlados los primeros 27 km, pero lo cierto es que no hay mucho que controlar, el terreno es el mismo suave sube-baja que nos trajo hasta aquí, mientras bordeamos el río Yukón que en esta parte se ensancha hasta un kilómetro y da la sensación de ser un lago.
Rio Yukón |
Llegamos a Teslin y tras cruzar el puente sobre el río homónimo, tributario del Yukón, comenzamos a ganarnos el pan con una subida dura que casi nos pilla por sorpresa. La sorpresa, sin embargo, llegó ya en la cima, mientras perdíamos un poco de altura suavemente, al romperse un radio de la rueda trasera de la bici de Tomás. Por desgracia es un radio del lado de los piñones y hay que desmontarlo, pero nos falta una llave inglesa grande y Tomás no está por la labor de pedirla, así que suelta el freno de atrás a la voz de "si con la rueda de atrás no se frena!!" (diantres, llevo haciéndolo mal toda la vida) y seguimos camino. Por zonas el firme que nunca es del todo bueno se torna en pista forestal, y a veces peor, pero tenemos un aliado que nos empuja para que no desfallezcamos ni en el llano ni en las subidas que jalonan el camino: el viento. El increíble lo que un poco de aire con la dirección adecuada puede llegar a hacer. Tanto es así que cargados hasta las cejas somos capaces de mantener una velocidad media de 15 km/hora y sufriendo en silencio el sillín durante 8 horitas nos plantamos en los 121 km, entrando por primera vez en la British Columbia. Acampamos junto a un rio, pero retirados por si se diese alguna subida y para nuestro regocijo alguien ha dejado preparado un "chisme" para poder colgar la comida fuera del alcance de los osos. Un campista novato (servidor!!) simplemente elegiría una rama bien elevada y alzaría la comida con una cuerda, pero eso, sin ser malo ya que recordemos que lo primero y más importante es que la comida no esté con nosotros, tiene una efectividad limitada, ya que el oso negro es un buen escalador; así que el invento que habíamos estado haciendo los últimos días consistía en cruzar una cuerda entre dos árboles a unos 4 metros mínimo del suelo para más tarde alzar la comida con otra cuerda (los 4 metros mínimo es por lo que puedan flexar los árboles o la propia cuerda); pero esta vez alguien había montado una estructura cruzando un tronco entre otros dos a unos 3,5 metros, con lo cual nos ahorramos todo el jaleo. Todo el jaleo puede llevarte una horita, así que no es moco de pavo después de 8 horas sobre la bici.
Una de rápidos y cascadas |
Al día siguiente nos dimos otro buen tute. 115 km que nos sacan de la British Columbia para devolvernos al Yukón, casi lo había añorado. Casi. Comenzamos ganando altura hasta el km 35 más o menos, donde empezamos a silbar. Disfrutamos de la cuesta abajo que nos llevará prácticamente durante el resto de la etapa, y cuando toca pedalear, el viento viene a echarnos una mano. Casi parece Verano Azul. Los kilómetros vuelan bajo nuestros pies y vamos llegando al final de la jornada, que por un momento pensamos hacer en un Campground, pero la verdad es que estas instalaciones, por lo general, no aportan nada a quien llega con una tienda. Están diseñadas para las RV, los vehículos recreaciones, nuestras caravanas, pero en este caso al menos podemos tomar agua y evitamos tener que andar purificándola. Así que, de nuevo al carril y bajando hacia un arroyo vemos el que será nuestro lugar para acampar. Está cerca del rio, así que me acerco para hacer una ligera colada, que se secará durante la noche. El menú para la cena consiste en arroz al que le añadiremos una lata de chile con carne que arrastraba desde Anchorage.
Ya he decidido que iré por la Alaska Highway, así que al día siguiente, y espero que sólo temporalmente, nuestros caminos se separarán. Con un poco de suerte coincidiremos en Jasper o en Banff. Tomás me ha enseñado un montón de cosas, y tengo muy claro que en esta separación yo soy el que más pierdo, pero a pesar de no tener planes en mi cabeza quiero reservarme la posibilidad de bajar hasta Edmonton y Calgary. Así que a la mañana siguiente, y después de escasos 33 km llegamos al desvio; abrazos, deseos de buena suerte y números de teléfono son el paso previo a la separación. Lo último que nos deseamos es disfrutar del camino, cuidado con los osos y viento en el cogote. Espero que le vaya bien y que nos volvamos a encontrar.
No es un adiós, es un hasta luego. |
Continúo ya en solitario hacia Watson Lake, me quedan escasos 26 km, así que hoy será una jornada corta. Con lo que no contaba era con la fuerte subida que había antes de llegar al pueblo y mucho menos con cruzarme con un oso negro, casi en la cima y para colmo con dos crías. Pero aunque no soy Daniel Boone he ganado la suficiente presencia de ánimo para no hacer el cretino sacando la cámara. Me bajo tranquilamente de la bici, y con naturalidad me doy la vuelta para bajar por donde he venido, la cuesta es pronunciada y el oso no podrá alcanzarme… claro que la cuesta es pronunciada y no me apetece sufrirla de nuevo, así que con las mismas hago que la media vuelta se convierta en vuelta entera. Pongo la pata de cabra y me dirijo hacia el oso haciendo aspavientos y dando gritos… no, no me he vuelto loco ni he sufrido un ataque de valor repentino, en realidad los gritos iban destinados tanto para el oso como para la furgoneta que veía aproximarse, el conductor vio también al oso y lo espantó con el claxon. Y yo más feliz que una perdiz.
Bosque de señales, lo llaman. |
En Watson Lake me voy a quedar en casa de Susan y Barry Drury, una pareja que colabora con Warmshowers, pero es temprano y me habían advertido de que no estarían en casa hasta las 16.30, así que aprovecho para acercarme al centro de información al visitante que está situada junto a un curioso (y bastante feo) parque de placas. Me indican donde viven los Drury y donde puedo comer algo mientras tanto; de entre las opciones me decanto por Bee Jay, parada de camioneros, valor seguro vayas a donde vayas… salvo que pidas la hamburguesa con bocas de mar y queso chedar fundido; porque tenía el hambre de un ciclista, que si no. De ahí a la biblioteca, donde me darán un pase de una hora para usar internet, pero antes de eso, el momento absurdo del día. Aparco mi bici junto a la puerta y cuando me doy la vuelta un nativo americano (decir indio al parecer es racista, así que nativo americano o primera nación, con dos cojones) se me acerca con paso tembloroso y mirada vidriosa:
Nativo 1- que mochila más chula -
Sufridor - sí, bueno, es para la bici, así puedo beber agua-
Nativo 1 - ¿agua?
El sufridor deja pasar el comentario del agua porque ve a otros dos nativos que si no se caen al suelo es porque van chocando entre ellos. Nativo 1 hace las presentaciones y es quien lleva la voz cantante, los otros casi no pueden hablar y así en cuestión de 5 minutos me invitan a emborracharme con ellos, a fumar un poco y vente con nosotros que te voy a enseñar donde están las tías buenas aquí, por ese orden. Un martes a las 3 de la tarde, un poco temprano para ir tan perjudicado, pero a mi ya sólo me preocupa poder usar internet y que a mi bici no le pase nada, así que me toca quedarme aguantándole las chorradas, que salvo por el idioma son las mismas de todas las culturas, aunque por suerte para mi me pude saltar la parte de pero yo a ti te quiero un montón. Se ve que se cansaron de mi austero comportamiento y por fin decidieron plegar velar y llevar el barco a otro puerto, supongo que a buscar esas tias buenas (pobrecitas).
Ya casi es la hora y me voy hacia la casa de los Drury. Son una pareja muy agradable que me abre las puertas de su hogar dándome total libertad para hacer o deshacer, respetando totalmente mi intimidad. Desde aquí, mil gracias. Coincido en la casa con dos hermanas de Washinton (el estado, no la capital) aunque no tengo muy claro que están haciendo allí, pero parece que llevan ya allí algún tiempo, tal es así que me cuentan que esperaban poder conocer a la gente del pueblo en el pub del pueblo (un sitio tan bueno como cualquier otro, pero ¿porque no queremos conocer a gente en las bibliotecas?) y cual no fue su decepción al ver que el mismo había sido cerrado por las peleas que se ocasionaban. Contexto, estamos hablando de un pueblo de 1500 habitantes, si es que llegan. Peleas. Realmente me cuesta procesarlo, pero poco a poco voy atando cabos y aunque aun es precipitado sacar conclusiones creo que me voy haciendo una idea del papel de la minoría oprimida.
Los Drury me preguntan cuanto tiempo me voy a quedar pero sólo estaré una noche, ya he perdido algo de tiempo, y se que Tomás hará 100 km/día si puede. Así que a la mañana siguiente me despido de todos y me vuelvo a poner en marcha. Me separan unos 216 km del Liard River Campground que como recompensa a disfrutar del camino parece tener unas aguas termales estupendas. Como en los días anteriores vuelvo a tener el viento a favor, así que la marcha es alegre, pero esta vez, y sobre todo una vez entro en la Columbia Británica, la carretera me muestra señales de bisontes. Este era uno de los motivos para haber elegido esta ruta, ya que son más fáciles de ver en la Alaska Highway, y también por evitar a los osos, que merodean más por la Cassiar. Pues espero que se hayan equivocado con eso, porque bisontes (aquí los llaman más veces búfalos que bisontes) he visto un montón, pero osos negros dejé de contarlos cuando llevaba 15 en un día. Además, los muy jodios me esperan o bien justo al final de una subida o en la parte baja de estos interminables toboganes, donde mi velocidad alcanza tristemente los 13km/h como mucho. Menos mal que todo se queda en el cachondeo que habrá entre la comunidad osezna. Los primeros 100 km son fáciles, pero van mermando las energías, y es al llegar a los 3 dígitos cuando cambio de dirección y el viento que tanto me había ayudado se vuelve en mi contra. Se que cada km que haga será uno menos para mañana, así que me fuerzo a sacar 16 más, y así mañana sólo serán 100. Busco un sitio para dormir, y esta vez sólo en la BC concilio el sueño.
Cuando te miran así... se te olvida que son vegetarianos |
Este no es negro, este es un grizzly |
Un nuevo día amanece y ningún oso negro ha escalado a mi árbol. Tampoco ha atravesado nadie las defensas que me había montado a bases de troncos de árboles y ramas en torno a la tienda. Lo dicho, los osos se lo tienen que estar pasando pipa conmigo. Desayuno me tradicional sandwich de mantequilla de cacahuete y volvemos a la calzada, pero la suerte está de mi lado, ya que parece que ayer terminé el tramo penoso justo en la curva donde me acosté, así que el viento vuelve a ser mi aliado. La ventaja de ir sólo es que marcas tu propio ritmo, y yo soy bastante perezoso. Cualquier excusa es buena para echar el pie a tierra y sacar una foto o comer algo. Así que las paradas son abundantes, pero aún así el camino sigue fluyendo, y me encuentro bien, muy bien, tanto que me desvío 4 km para ver unas cascadas bastante graciosas.
Finalmente consigo llegar hasta el Liard River Campground. Pero esto no tiene nada que ver con los otros en los que he estado, para empezar, de los 12-15$ pasamos a 21$, supongo que por las aguas termales, y no me había tropezado con ninguno tan cargado de RV´s, casi parece una feria de la caravana, y se han traído el repertorio completo. Uno de ellos llevaba una Harley Davidson de tres ruedas dentro de la caravana (y es que Diox le da pan a quien no tiene dientes… o a quien se los saltaron) y el todoterreno remolcado detrás. Yo pongo mi humilde tienda en el suelo y confirmo que ahí va a clavar una piqueta quien yo te diga. Así que a montar el tinglado con cuerdas y a rezar para que no llueva (cosa que no ocurre). Pero yo he venido aquí a hablar de mi libro, así que de cabeza a las termas. Un pasillo de madera muy coqueto, de unos 500 metros te llevan hasta ellas. Esperaba algo más rústico, pero la verdad es que me han gustado mucho. El agua está caliente, a unos 40 grados por donde yo me metí, pero en los extremos oscila entre 60 y 30 depende hacia donde vayas. En el extremo más caliente han hecho un muro de piedrecitas a base de tiempo y valientes que no temían al valor. Yo soy muy cobarde y paso de mover piedrecitas. El tiempo máximo recomendado es de 20 minutos pero este es un sitio de paso, y las preguntas más repetidas son ¿de donde vienes?¿a donde vas?¿de donde eres? Así que durante un rato me convierto en el centro de atención, lástima que el bar estuviese cerrado, creo que me podría haber sacado un par de coca-colas por la gorra, jejeje. Y como quien no quiere la cosa casi son las 22.00 y llevamos todos allí más de 2 horas; el que más y el que menos se ha mirado las manos alguna que otra vez con gesto de preocupación, esto está mu arrugao, y como siempre cae el comentario sobre lo que no se debe arrugar nunca. La compañía es agradable pero va tocando volver a la tienda, que mañana hay que arrancar de nuevo.
El reposo del guerrero |
Y para empezar el día, el desayuno de los campeones. Pero ni aún así las tengo todas conmigo, voy a meterme en un parque provincial y ahí no puedes/debes acampar a tu buen parecer, así que las opciones son un Campground junto al Muncho Lake o zumbarme otros 116 km hasta el siguiente campground. Pero no tardo más de 15 km en darme cuenta de que hoy no será un día de largas distancias. El viento por fin ha girado, comienza a llover y me toca subir 680 métricos con los correspondientes sustos de osos y bisontes. Para colmo la rodilla derecha, levemente, empieza a protestar, así que uso relaciones más cómodas aunque me obliguen a dar más pedales. Y de remate llego a Muncho Lake; y es que si tenía que parar en algún sitio tenía que ser aquí. ¿O no lo creéis así?
Muncho significa "Gran Lago" en el lenguaje Kaska |
Detalle de Muncho Lake |
Pd. Casi se me olvida. En Watson Lake, el representante que tienen para el parlamento nacional, se planta todos los miércoles en la biblioteca, donde tiene un despacho, para atender a la gente ¿tenemos algo así nosotros?
Pd2. El amiguete Guillermo se toma unos días para darse una vueltecilla por nuestra geografía más cercana. Echadle un vistazo al blog que tiene bastante más gracia que yo con esto de las letras.
Pd2. El amiguete Guillermo se toma unos días para darse una vueltecilla por nuestra geografía más cercana. Echadle un vistazo al blog que tiene bastante más gracia que yo con esto de las letras.