Inicio una serie de entradas donde contaré que equipo voy a llevarme para iniciar el viaje. Y digo "voy a llevarme" porque será en la propia marcha cuando vaya ajustando el equipo en función a las necesidades que me vayan surgiendo y a las carencias que el material de que disponga vaya dejando.
Como no podría ser de otro modo, hay que empezar por la señora Cleta.
Dña Cleta descansando en Portugal |
Una Fuji Tahoe 1.0, cuyas características más reseñables son: 2 ruedas,1 manillar, 1 potro de tortura también conocido como sillín y 2 elementos de propulsión o pedales. Más allá de esto, pues podemos decir que cuenta con suspensión delantera, Dart III con bloqueo al manillar; freno de disco hidráulico (Shimano XT) en ambas ruedas; el grupo de transmisión es Shimano Deore XT 3-9 (y sí, ya he intentado pasar el plato a piñón, pero no se puede). En definitiva, es una mountain-bike con 5 añitos que ya me ha demostrado que puede hacer todo lo que yo sea capaz de exigirle y mucho más, peeeero, no es una bici específica para cicloturismo, la geometría del cuadro obliga a permanecer en una posición un tanto "agresiva" para permanecer muchas horas sobre la misma, por lo cual, y para tratar de adaptarla un poco mejor al viaje se le han realizado un par de añadidos:
- Potencia regulable: no es la mejor solución para elevar el manillar, pero es la que tenía a mano. Si al final me da problemas pues tendré que realizar los cambios pertinentes, que consistirán en buscarme una potencia fija elevada; o cambiar el manillar por uno de mariposa.
Ciertamente el manillar de mariposa, por las referencias que uno puede leer en la web, ofrece una mayor versatilidad y comodidad que el manillar clásico ya que permite adoptar distintas posturas, lo que redunda en el descanso de trapecio, lumbares y tríceps, pero he preferido empezar con algo ya conocido y probado.
- Puños ergonómicos: Muy cómodos, mucho. Permiten un buen descanso de la palma de la mano y el agarre de los clásicos acoples para darle un poco de brío a la subida.
Pasando a quienes serán mis pies por esos caminos perdidos de la mano de Dios, me desdigo de lo que hace unas líneas he dicho. He montado unos Schwalbe Marathon Plus, de 26x1,75 (para aquellos que no tengan ni idea de bicicletas, Schwalbe es un marca de neumáticos para ciclismo, siendo Marathon Plus el modelo más usado para cicloturismo, 26x1,75 es el diámetro de la rueda en pulgadas y 1,75 el balón del neumático).
Por lo que los expertos en la materia comentan, 10.000 km suele ser la distancia a la cual estos neumáticos se han de cambiar, cuando la norma general está en los 4/5.000 km. Además se montan con esa bandida azul que se ve en la infografía y que es un sistema antipinchazos estupendo (más les vale, con lo que cuesta cada ruedecita).
Me decanté por neumáticos relativamente estrechos y de poco taqueado ya que espero que la mayor parte de mi recorrido sea por carreteras o pistas de tierra, y así consigo un buen equilibrio entre estabilidad-adherencia-ligereza. Si me termino metiendo en una trialera es que me he perdido mucho.
Para el transporte del equipaje he optado por un sistema doble: remolque y alforjas.
El remolque es el más que testeado BOB Yak. Junto a su hermano el BOB Ibex (con suspensión) han cruzado llanuras, montañas, desiertos y valles. La construcción es sólida, con el mínimo número de soldaduras posibles y estas hechas a conciencia. El único incidente que he leído sobre el mismo fue que la parrilla donde se coloca la bolsa se soltó, y dentro de todo lo que puede pasar esto se arregla con unas cuantas bridas hasta que uno llegue a un herrero que lo suelde de nuevo. Porque su construcción es de bendito acero, mucho más sencillo de soldar que el aluminio (y ahora soy experto en soldaduras).
Las alforjas van colocadas sobre un transportín sobre la rueda trasera. Es el mismo que he utilizado en la vuelta a Irlanda y varios Caminos de Santiago. Su única pega es que no es especifico para frenos de disco y eso hace que de tarde en tarde me toque comprobar que ninguno de los tornillos me va a dar un susto. No obstante no es mi intención cargar las alforjas como apenas ningún peso. La distribución más probable es que una de ellas se use para la ropa sucia y la otra para la comida (espero no confundirme). Por cierto, las alforjas no son las célebres Ortilieb aunque ganas no me han faltado, pero la verdad es que se me iban del presupuesto y visto el uso residual que pienso dispensarles no me parecía que justificasen el gasto.
Antes mencionaba el sillín, y dadas las horas que pasaré sobre él, no es tema para tomar a la ligera. Mucho leí sobre el tema y recurrentemente llegaba a los célebres sillines Brooks. Es tanta la gente que los usa que da la impresión que cuando llegue a un bar de viajeros después de terminar el viaje no me dejarán entrar por no calzar uno de estos. Se dice de ellos que consiguen hacerte llorar durante los primeros
500/600 km, pero que a partir de ahí todo es un placer. El sillín está hecho en cuero y el secreto no parece ser otro que darle la forma de nuestras posaderas a fuerza de uso y cremas (al sillín). Sin embargo, tres han sido los detalles que me hicieron desistir: 1. su precio está en torno a los 120€; 2. requiere de mantenimiento, dándole cremita cuando lo usas, cubriéndolo cuando llueve, y poco más, pero lo cierto es que me conozco y dudo que lo cuidase como es debido; 3. mi propio sillín es un buen sillín. WTB Shadow con su feliz hendidura prostática, cuenta con la ligereza y rigidez suficiente como para hacerme llorar más allá de esos 600 km.
Próximas entradas el cacharrerío tecnológico y los aperos de supervivencia.
Un saludo.