miércoles, 15 de mayo de 2013

La aclimatación

Seguramente Anchorage será una ciudad más dentro de las ciudades norteamericanas… o quizás no; porque no creo que en todas las ciudades de los EEUU te adviertan que tengas cuidado con los "moose" (nuestros alces/caribues) ¡¡dentro de la propia ciudad!!. Por otra parte, también dudo que en todas las ciudades parezca que el parque movil esté sacado de Mad Max. Servidor, para quien no lo sepa, tiene un Yaris, y más de una vez me han dicho que es un coche de chica porque se me ve muy grande dentro… a ver como lo explico, un X-Trail es, en Anchorage, el equivalente a mi Yaris, quizás a un Mini Cooper, pero no más allá.

En Anchorage, para la primera mañana, tenía dos tareas: realizar la compra de comida y algún material de acampada que se me había quedado atrás; y tratar de conseguir una tarjeta SIM americana para el teléfono. Desesperación creo que la palabra que se ajustaría a lo que sentía a las 13.00 después de haber estado dando vueltas desde las 09.00, y es que la suposición, como decían en no se que película, "es la madre de los metepatas", porque resulta que esperaba encontrarme, como en España, 20 locales por acera de las distintas compañías telefónica y nada más lejos de la realidad. Finalmente localicé un Walmart donde me dijeron que si quería una tarjeta las compañías me la enviarían a donde dijese (cosa que no me sirve, claro) y la alternativa es comprar un teléfono con una tarjeta de prepago. El sistema no está del todo mal, ya que tienes diversas opciones que puedes ir cambiando mes a mes, que van desde un prepago de 15$ a 10 cto/min a un prepago de 50$ con navegación de 1 giga y nosecuantos minutos a notengoniidea de a que precio. Al fin y al cabo sólo lo quería para que me pudiesen llamar desde España por Skype (pues cuidado, que me siguen cobrando cuando recibo estas llamadas).
Siguiendo con las comunicaciones, hasta ahora me he podido conectar a las redes wifi abiertas de McDonalds y Starbucks, pero eso se acaba ya, y por unos cuantos cientos de kilómetros.

Poco antes de salir, un amigo me comentó que los americanos, en la medida de lo posible, habían diseñado las ciudades pensando en los coches, y Anchorage se ciñe a esto a la perfección. Tanto es así que no fui capaz de encontrar el centro de la ciudad, a pesar de que tengo la impresión de que estuve todo el tiempo en él. Las avenidas son muy amplias y las distancias enormes, de modo que es relativamente raro ver gente paseando, más allá de los corredores que te puedas encontrar en los distintos parques que salpican la ciudad. Aunque quiero aclarar que mas que corredor@s son aguerridos luchadores que desafían los bancos de nieve, agua y hielo con asombroso desparpajo, mientras que este intrépido viajero tenía miedo de mojarse los piececitos.

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Primera acampada.
Dado mi deplorable estado de forma física, la intención de estos primeros días es tratar de comenzar la aclimatación a la zona lo más tranquilamente posible, aunque parece que no va a ser posible ya que estoy en Chikaloon, que debe estar a unos 110 km de Anchorage, y ya me encuentro dentro de las Rocosas. Si bien aun se pueden encontrar casas y algún que otro bar de carretera de tarde en tarde. La sensación de soledad no es total por el intermitente paso de coches, si bien con el paso de los kilómetros supongo que decrecerá.





En estos días he hecho noche tanto en áreas de acampada (ambas cerradas) como en la libertad del bosque. No obstante, la premisa siempre es la misma: "cuidado con los osos". Resulta muy mosqueante que, ya antes de salir de Anchorage, no menos de tres personas te adviertan del cuidado que hay que tener con los osos, y ya en el interior, casi podría sustituir al "hola". De todas formas viene muy bien recordar las normas básicas como son, no cenar donde vayas a dormir, no dejar comida cerca, si no colgada de algún árbol alejado, así como aquella ropa que haya podido estar expuesta a los olores. No está demás tener una pequeña navaja en la tienda, no para defenderte que poco vas a conseguir, si no para poder rajar el saco y/o la tienda en caso de que haya algún problema con las cremalleras. Siguiendo estas pautas y con un poco de suerte no debería haber ningún problema.


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Antes del refrigerio matutino.
Los primeros kilómetros están resultando bastante duros, sobre todo el segundo día (Eagle River - Palmer) aunque el kilometraje haya sido pobre, pero aún tengo que hacer el culo al asiento y por otro lado los paisajes no eran especialmente bonitos. Fueron unos días bastante grises, sin lluvia, y la proximidad de las Rocosas, más que invitar a la aventura, arrojaban una ominosa sombra que apagaba mi ánimo. Por suerte, este tercer día (Palmer - Chikaloon) ha sido distinto. He comenzado con buen ánimo y buen desayuno y me he metido de lleno en Las Rocosas, con calma, disfrutando del paisaje y los kilómetros, parando cada poco, para recrearme con el entorno, comer o incluso simplemente leer un poco.


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Vista de las Rocosas desde las afueras de Palmer





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http://www.movescount.com/moves/move13405977 Del aeropuerto al albergue.