viernes, 15 de agosto de 2014

De lo más antiguo a lo más moderno

Yo con mi habitual despiste y estoy a punto de llegar al borde de la península de Yucatán, ¿es Cuba una opción? Por supuesto que sí, pero no esta vez, es algo que me dejo apuntado para otro momento, por más que le haya dado vueltas al asunto. Una de las rutas que había meditado, dado lo supuestamente peligroso de Centro América, iba a discurrir por Cuba, República Dominicana y Haití, para terminar entrando por Venezuela... mucho más seguro, sí señor. Sin embargo, y sin obviar las recomendaciones de seguridad, creo que a estas alturas puedo empezar a hablar con cierto conocimiento de causa cuando digo que las cosas no son como nos las venden en los periódicos.

Al igual que de México únicamente nos hacen llegar casos de narcotráfico, inmigración ilegal, asesinatos y secuestros, allí básicamente les llegan nuestras historias sobre el Real Madrid y el Barcelona, sobre nuestro rey cazador de elefantes y tal. Es de esperar que lo mismo ocurra con el resto de países. Como decía, no hay que negar tampoco el aspecto violento de la realidad, si Venezuela tiene el triste récord de ser el país con mayor número de homicidios, no seré yo el que venga a equipararlo con el nivel de seguridad de Suiza, pero estoy seguro de que, en la más remota aldea de Venezuela encontraré una mano tendida y un techo amigo.

Mi padre siempre decía que el mayor garante de nuestra seguridad es el puro sentido común. Y doy fe de que tiene toda la razón. Desde el "primer mundo" sufrimos una cierta miopía respecto a como es el resto del mundo, asumimos que los derechos y garantías que allí disfrutamos, han de prevalecer en cualquier otro lugar (famoso es aquel celebérrimo grito de "¡soy ciudadano americano!, como si esas meras palabras hubieren de funcionar como un chaleco antibalas), y si ese sentimiento es una esperanza de que nuestras "libertades" calen en todo el mundo, pues bienvenido sea, pero si lo utilizamos con soberbia... bueno, no hace demasiado recuerdo un articulo de Pérez Reverte en la que hablaba del "Síndrome Coronel Tapioca"; me gustaría pensar que no soy uno de ellos, al menos no del todo.

Bueno, más allá de esta diatriba. El ¿norte? más bien el este de la península de Yucatán, mantiene una configuración más o menos parecida a la del resto de la península, si bien esta parte está más poblada, contando con tres poblaciones reseñables como son Mérida, Valladolid y Cancún. Además, en la casi linea recta que las une, podemos disfrutar de dos de los más bellos espectáculos que uno se puede encontrar: cenotes y Chichen Itza.

¿Qué son los cenotes? Pues según la wikipedia es una "dolina inundada de origen karstico que se encuentra en algunas cavernas profundas", para los que tenemos que buscar en el diccionario la mitad de las palabras anteriores, diré que es, básicamente, una caverna, a la que el techo, todo o parte se ha derrumbado (es decir, un agujero en el suelo), y que está inundada por agua dulce. Vamos, una preciosidad.

Cenote de Valladolid
En el trayecto entre Mérida y Chichen Itza, que no hice por la carretera de cuota, si no por una paralela, podréis visitar no menos de 5 cenotes, y hasta llegar a Valladolid habrá, al menos, otros 3 más, todos ellos muy cercanos a la carretera.



Catedral de Mérida

Mi puñeta fue que, en el trayecto entre Mérida y Chichen Itza, me cayó una manta de agua como no había sufrido otra. Llegó a tal punto el cachondeo que, sobre las 19:00 busqué un apartado del camino para poner la tienda. Estaba completamente empapado, y el terreno estaba más o menos igual, pero aun así tenía la esperanza de encontrar algún trozo de tierra que, estando un poco más elevado que los demás, hubiese acumulado menos agua. Había parado de llover hacía unos 5 minutos y parecía haber encontrado un lugar algo menos malo que los demás. Llevo ya seis meses sobre el pedal, así que os figurareis que le tengo cierta maña a montar la tienda... pues nada, en lo que tardo en montarla cae un nuevo diluvio, la tienda se anega antes de poder poner el sobretecho e incluso el teléfono se da un remojón en la piscina que se ha montado donde debiera dormir plácidamente.

Tengo un breve instante de frustración, pero el caso es que ya estaba empapado, así que tampoco es que haya empeorado mucho mi situación. Así que me armo de paciencia de nuevo y miro a cuánto estoy de algún lugar donde coger una habitación... 47km a Piste, a 2 km de Chichen Itza... pues mira tu que bien. Voy a pedalear de noche en México... pongo las luces traseras y el frontal, me encomiendo a Thor y me pongo a ello. Por suerte, la noche es agradable aunque oscura como tizón, y salvo que va a salir una tirada larga, sólo será cuestión de echarle paciencia.

Llego a destino, y me toca echar un buen rato en limpiarme tanto yo como la tienda, pero finalmente acabo con los quehaceres y puedo salir a darme un paseo por el pueblo. Uno esperaría que estando a tan escasa distancia de una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, la urbe sería de tamaño descomunal y estaría plagada de turistas de blancas canillas y nerviosa cámara, pero no, para mi suerte, es uno de tantos pueblos, con algún hotel más grande pero sin mucha más "contaminación". Aquí a los turistas se los traen en bus desde Cancún o Playa del Carmen, les enseñan las magnificas ruinas, una zambullida en el cenote y a correr (cuidado, no pretendo sonar despectivo en absoluto, cada uno es muy dueño y señor de disfrutar sus vacaciones como prefiera... y dado el día que llevo no hubiese protestado por algo más de comodidad).

Detalle de cabeza draconiana
A la mañana siguiente me dejo caer por el templo. La afluencia de autobuses es enorme, pero el recinto está preparado para soportar la afluencia de gente, por lo que en ningún momento me sentí agobiado. Dejé la bici amarrada fuera, como siempre, y entré al recinto. Por algún motivo que sigo sin comprender, has de comprar la entrada en dos partes, en fin, unos 110 pesos, que salvo por la tontada burocrática, pago gustoso.



Ya en el interior puedes contratar un guía, comprar artesanía, comer o beber. El lugar está escrupulosamente limpio, y además conté con un día espectacular, así que la visita, de unas dos o tres horas, fue deliciosa. No los saturaré de fotos del lugar, para ello ya conocen a google y a los fantásticos fotógrafos que habrán ido por allá.

Piramide de Chichén Itzá y el piramidista
Junto a Chichén Itzá, hay un cenote que, como no, está a reventar, entre la entrada y la taquilla serán unos 100 pesos. Consejo: Chichen Itzá cierra a las 16:00 de modo que todo el mundo que está allí termina yendo al cenote, de modo que tratad de evitar llegar a partir de las 16:00.

Cenote de Chichén Itzá y su fauna
En Valladolid, como en Mérida, me quedé en albergues juveniles, limpios, con wifi, agradables y baratos, muy bien ubicados en el centro de las ciudades, lo que da lugar a dar un buen paseo. Estas son ya ciudades de tamaño medio, donde se aprecia fácilmente la mano del antiguo imperio español. Valladolid, además, cuenta con su propio cenote, que sin tener el garbo y gracejo del de Chichén Itzá, tampoco desmerece, y cuenta con dos pluses, sólo son 15 pesos y sólo estábamos 3 personas.

Alguien se pasó con los neones... Ayuntamiento de Valladolid
De Valladolid a Cancún me doy la última paliza del viaje, 166 kilómetros... uy!! he dicho última paliza!! Pues sí, os contaré un secreto, estaba por la Baja California, en uno de esos momentos no tan de subidón, cuando vi un billete Cancún-Madrid por 120€, para 2 meses más tarde. De modo que me dije, lo compro, y cuando llegue allí, ya veré que hago, al fin y al cabo, si pierdo 120€ tampoco saldré de pobre. Nadie lo supo, salvo mi novia, y por ello no he hecho ninguna referencia a ello en ningún post. El motivo de este "secretismo" es mi gusto por las entradas dramáticas, y quería darle una sorpresa a mis padres... la sorpresa nos la llevamos mi novia y yo cuando entramos a casa de mis padres, y mi madre hacía 3/4 días que me había planchado todas mis camisas... lo que no sepa una madre...


Bailes regionales en Valladolid
Bueno, Cancún, que me voy por las ramas. Cancún no me gusta. No tiene encanto, ni chica ni limoná, en el albergue en el que estuve me contaron que Cancún se planeó por ordenador, es decir, es una ciudad muy nueva. Supongo que, como turista, y siempre que estés alojado en uno de los macro hoteles de la zona, será un sitio muy entretenido. En cualquier caso, mis tareas eran descansar, y preparar el vuelo de vuelta. Para ello me hice con una estupenda caja de cartón en una tienda de bicicletas y, después de darle varias vueltas a como llevar a mi querida cleta hasta el aeropuerto, opté por un taxi, que siendo más caro, no me iba a costar dolores de espalda por mover los bultos ya embalados.

Lagartija cancunera
En uno de mis paseos por Cancún recuerdo haber tenido una fuerte sensación de deja-vu, por un momento me sentí de nuevo en Las Vegas. Una ciudad irreal, construida con un propósito definido, rodeado de grandes hoteles temáticos, y de americanos de amplia sonrisa. A diferencia de Las Vegas, Cancún me dejó bastante frío. Si queréis una recomendación, meteos de lleno en México, y dejad Cancún para el relax de los últimos días.
Ni me jugué un euro en Las Vegas ni me bañé en estas playas...

Laguna interior de Cancún con algunos de sus hoteles (cuidado con los cocodrilos)


Con cien cañones por banda... debía de ir casi hundido...

En el aeropuerto
Y hasta aquí más o menos todo, supongo que haré un "penúltimo" post a forma de epílogo, pero algo os adelanto, ha sido la experiencia de mi vida, ¿no te lo crees? ¿por que no empiezas como hizo Guillermo? ¿no te has leído su blog? ¿a que esperas?