martes, 9 de julio de 2013

Traspasando fronteras


Vamos a empezar dejando claro que mis hábitos alimenticios harían tirarse de los pelos a cualquier nutricionista. Y es que lo único que me está salvando de que mis venas parezcan la M30 a las 07:50 de la mañana es que todo lo que consumo lo quemo, y quemo algo más.

El desayuno de hoy es lo que aquí te sueltan como "continental", que mira que estoy "viajao" pero sigue sin quedarme claro. Tenemos cereales de 4 ó 5 clases, dulces, pan para tostadas, el sempiterno café, zumos de "vaya usté a saber de que cartón fue exprimido", agüita y las mermeladas, siropes y demás mejunjes para el pan. Y si esto es el "continental", ¿como se llama al café con las tostadas con aceite, de oliva, faltaría más, y un poquito de ajo y sal? ¿Desayuno mediterráneo? El caso es que donde fueres haz lo que vieres, y como quiero integrarme, desayuno como si no hubiese un mañana. Hoy ha tocado esto, pero otros días son tostadas francesas (nuestras torrijas… pero sin gracia), con salchichas, huevos revueltos y patatas. O quizás caiga un burrito con su poquito de tabasco. Lo que es invariable es el café.

En cambio, las comidas, en mi dieta, son más aleatorias. Es decir, hay días que no como, otros me paro a hacerme un par de sandwiches de mantequilla de cacahuete, me cocino algo de pasta, o me paro en un bar de carretera y me como una hamburguesa de tres pisos, con queso, cebolla, lechuga, tomate, champiñones y ¿quiere también un poco de aceite de motor?, -Claro joia, que aquí tó se quema-. Y a veces uno come a las 17.00 lo que quiere decir que ya casi no se cena. O se vuelve a cenar a lo bestia. Aleatorio es el término que más se ajusta al régimen alimentario.

El caso es que me pongo guarro. Y además resulta que hay una pareja también viajando en bicicleta. Son mayores que yo, y salen unos minutos antes que yo, pero lo cierto es que llevan un ritmo endiablado y me cuesta bastante trabajo alcanzarlos; para ser justos, creo que los alcanzo porque se han parado a hacer alguna foto o algo así. Continuamos un rato más o menos juntos hasta que llegamos a una zona de camping a la izquierda de la carretera. Parece haber un sendero apto para bicicletas así que decido darle una oportunidad mientras ellos siguen hacia delante. Debí leer algo mal porque no es apto para bicicletas, así que me tengo que dar la vuelta con el rabo entre las piernas y dos o tres picaduras más de recuerdo. Salgo a la carretera y, en suave bajada, escucho el inconfundible sonido del radio al romperse. Así que he roto otro radio en apenas 100 km. Y ya no se que hacer. Bueno, de momento seguir, a ver si en Radium hay alguna tienda de bicis.

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Toca subir, y es aquí donde alcanzo de nuevo a la pareja. Ambos llevan caso, y en este una especie de auriculares que les sirve para comunicarse a varios cientos de metros. Me gusta el sistema, pero no es para mi. ¿la imagen más patética del mundo?, una persona sola en un tándem, y peor si ya le añadimos el chisme este. No, gracias.

Hacemos cima y tampoco ha sido tan complicado. Más que nada el calor apretó bastante. Pero ya sólo queda bajar y aquí es donde me encuentro con la sorpresa del día. ¡¡Un túnel!! He recorrido más de 3500 km y encuentro el primer túnel justo a la entrada de Radium Hotsprings. Por cierto, una entrada preciosa, lástima que la carretera apenas tuviese arcén, porque no pude parar para hacer ninguna foto.

Ya en Radium Hotsprings tengo claras dos cosas: 1. lo primero es arreglar mi radio; 2. con el calor que hace no me meto en un baño termal ni loco. Así que dejo a la feliz pareja y bajo hasta el pueblo. Donde me queda clara una tercera cosa, esa cuesta la va a subir Rita. En el pueblo, en la oficina de atención al visitante, un joven me indica que no hay tienda de bicis (cachis!!) pero que en Invermere, a unos 15 km hay un par de ellas. Así que 15 km más tarde y un litro más seco, me planto allí. Llego por los pelos, porque a las 18.00 cierran y me arreglan el radio. Pregunto por la herramienta que sirve para extraer el casete en ruta pero no parecen conocerla. El caso es que a eso de las 19.00 consigo ponerme en marcha. Puedo volver a la carretera principal pero, por un lado, no me apetece subir de nuevo por donde bajé, y por otro lado, me da la impresión de que este lado del lago (el cual tengo que bordear) estará menos transitado, así que sigo hasta que considero que me he ganado el pan, y me interno por un pequeño carril hasta que encuentro mi sitio para descansar. Está ahí, justo detrás de esa piedra, y pegado a aquel árbol. Justo ahí.


Amanece, que no es poco, y me desayuno unas tostadas de nutella y mantequilla de cacahuete. Recojo y escucho voces cercanas, más concretamente una única voz, en lo que supongo que será una conversación telefónica. No se porque, pero no quiero que me vean. No me apetece dar explicaciones tan temprano. Al final las voces se van, y minutos más tarde, yo con ellas.

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Sigo bordeando el lago y finalmente voy a dar con la carretera principal. Aparece la ya prevista gasolinera y paro para recargar algo de agua, pero ya que hay una máquina de café, no le vamos a hacer ascos. Así que me planto con un frugal segundo desayuno.

Vuelvo a pisar pedales y a disfrutar de este "maravilloso" rompepiernas. Subidita por aquí, bajadita por allá. Y viento en contra por acullá. El trazado es recto, muy recto en algunas ocasiones, y ahora que he dejado atrás las montañas, empieza a resultar aburrido. Aunque quizás lo que pase es que estoy más irritable por el viento. Será eso.

La intención es llegar a Fort Steele, pero poco antes de llegar, a unos 4 km, me tropiezo con un área de descanso y decido darle una oportunidad. Y vaya si la merece: a mis pies un pequeño lago, de aguas, no diré cálidas, pero no frías, es rodeado por unas suaves ondulaciones en el terreno, ora despejado, ora con pequeños grupos de árboles. Para mejorar el asunto, el terreno está cercado por todos lados salvo por la carretera, así que el riesgo de oso queda muy limitado y además, tenemos un cartel que indica que no se puede estar más de 8 horas allí, que es como decir, haz lo que te de la gana, ya que nadie sabe a que hora llegué.

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Así que me busco un sitio llano, a la sombra de un gran árbol (me encantaría decir olmo, pero no reconocería un olmo ni aunque diese peras), planto la tienda, cojo el pantalón corto y me voy al lago a darme un pequeño baño. El baño ciertamente es corto, y no porque no me guste el sitio, pero los lagos tienen un noseque, que queseyo. Donde se me ponga el mar… y para remate, en cuanto meto el culo en el agua, a unos 5 metros, aparecen una pequeñas cabezas triangulares, y claro, hay poca luz y he visto varias serpientes en la carretera… así que ya le hemos dado forma a la paranoia. Lo más seguro es que fuesen tortugas, que también vi una.

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Cena. Más mantequilla de cacahuete, y a la cama.


Me levanto temprano y el sitio sigue siendo tan bonito como ayer con las primeras luces del día. Me tomo mis tostadas de mantequilla de cacahuete, pero con la mente en parar en Fort Steele para desayunar. Está cerca, a unos 4 kilómetros y llego rápidamente. Lo primero que me encuentro es un camping a mi izquierda y paso de largo para dirigirme al pueblo. Este resulta ser un pueblo-escenario, el cual está cerrado hasta las 09.00 y hay que pagar para entrar. Tiene la apariencia de un auténtico pueblo del lejano oeste… claro, en aquel tiempo no tengo muy claro si Canadá existía ya como país, pero creo que debe tener unos 150 años más o menos; algo más joven que los EEUU. De cualquier modo el resultado es que no tengo desayuno a la vista y me decanto por no volver al camping que tengo a la vista por aquello de no retroceder ni para coger carrerilla. ERROR.

El ERROR viene de que no se debe dejar pasar ni una sola oportunidad de comer, o beber algo bajo el supuesto de que, más adelante encontrarás algo, salvado sea el hecho, de que lo que tengas delante sea una ciudad de un tamaño medianamente decente; porque si es pequeña también te puedes encontrar con que es la festividad del pueblo y todo está cerrado.

Así que llego a la bifurcación de Cranbrook y tomo la otra dirección. La mañana es cálida, y me quito la camiseta, a ver si voy nivelando el moreno poco a poco.

Algo más adelante me alcanza un canadiense que está decidido a cruzar de costa a costa el Canadá. Es un tirón, pero no creo que tenga problema con ello. Por lo que parece estaremos un rato juntos, ya que él debe desviarse hacia el este, en dirección a Fernie, mientras que yo seguiré rumbo al sur. Un poco más tarde nos cruzamos con una pareja de recién casados que están en plena luna de miel. Él tiene 71 y ella 51, portuguesa y canadiense. Y ahí están, dándole al pedal, y los cuatro dándole a la sinhueso por un rato. A mi el hambre ya me aprieta y un poco más adelante veo un desvío hacia un pueblo y me despido del canadiense para ver si consigo algo para desayunar (la verdad es que ahora no tengo muy claro el porque no comí algo de lo que llevaba). El resultado es que pierdo un eventual compañero, pierdo tiempo, hago kilómetros de más y no hay desayuno. Frustrado vuelvo al camino, y entonces me doy cuenta de que estoy quedándome sin agua. Genial. A ver, tengo medio litro y chicles. Con esto me daría para unos 20 km tranquilamente, pero el termómetro marca ya los 32º, así que dará para 5km como mucho. Habrá que aguantar el tirón.

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Por suerte, una providencial gasolinera aparece y allí me cargo una botella de cocacola de 2 litros, dos bocadillos y un helado. Y a la sombra, que hasta las 16.00 no pienso asomar la nariz. Veo al matrimonio de antes pasar de largo, con la que está cayendo, y probablemente después se desvíen, porque no los volveré a ver.

Sigo para adelante y llevo a Elko después de una corta pero desagradable subida, tuerzo hacia el sur y a desfilar, cuesta abajo, hacia la frontera. Salvo un pequeño pero sudoroso esfuerzo para salvar un río, todo es cuesta abajo, y con viento favorable. Así que sin demasiados problemas, salvo por el calor, me planto en la frontera, donde compro un par de latas de refresco, de las que doy cuenta en la cola de la frontera, y el dependiente me regala un pin de Canadá que rápidamente prendo en mi bandera. Creo que me haré con otro de los EEUU cuando cruce para México, o quizás de cada estado. Ya veré.

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El oficial de la frontera es un tío adusto. -Manténgase junto al vehículo- me dice en un momento que trato de ayudarle con el pasaporte. Salvado el trámite me quedan 10km hasta Eureka, donde me quedo en un hotel por el, ahora sí, razonable precio de 60$… aunque sin wifi. Como en el Subway un bocadillo gigante y parece que esta cadena también tiene el "bebatodoloquequiera", así que aprovecho. Creo que hoy habré bebido unos 12 litros.

A ver que me depara los EEUU y Montana para empezar.


No me he levantado tarde. O al menos eso creí hasta que me di cuenta de que había que cambiar la hora. La conexión sigue siendo tan mala como ayer, pero me hago el machote y me salgo fuera para hablar con mi señora, al lado del Subway, a ver si pillo mejor conexión. Tararí que te ví.

Me compro un café y unas rosquillas. Y mientras desayuno intento hablar con ella. Es un poco desesperante la conexión pero al menos es mejor que en Canadá.

Cuando ya he recogido, el calor aprieta de veras. Antes ya estaba sudando así que cuando voy a devolver la llave de la habitación dejo la puerta abierta y me vuelvo a colar para empapar la camiseta y salir un poco más fresco. Ya en la calle conozco a Thomas, otro cicloturista que casualmente estaba en el mismo motel, él también se dirige a Mexico, pero a través de la "Gran divisoria" que casualmente es donde eché el chorlito allá entre Banff y Kootenay. Al parecer es una ruta que se ha popularizado hace unos 5 años a raíz de un documental que alguien hizo. El objetivo es cruzar los EEUU adentrándose hasta Banff en Canadá siguiendo una linea geológica divisoria continental. También parece que se está celebrando ahora mismo una especie de carrera ciclista, al estilo de la Cannoball, con unos 150 participantes, que va de sur a norte. Tendré que investigar el tema, porque parece algo popular… pero ni se me ocurre, se ve demasiado duro.

El caso es que me tiro a la carretera y cruzo Eureka, mi primer pueblo en mi triunfal vuelta a los EEUU. No esta mal pero pequeño.

El calor aprieta, mucho. Así que en la primera gasolinera que veo me paro, bebo todo lo que puedo relleno y compro un gatorade. Como se nota la diferencia de precios con Canadá, por dios que sólo hay 20 millas!!. Hoy no me pasa como ayer. Ni hoy ni nunca más si lo puedo remediar.

Voy tragando millas, más despacio que los kilómetros por aquello de que son más largas, pero mi objetivo sigue siendo Kallispell, lo que sería unos 108 km, más o menos. Sin embargo se va haciendo duro por el calor, el perfil no es muy complejo, y el paisaje, bonito, suave. Pero la sed aprieta mucho, y ya empiezo a pensar en los McDonald y sus máquinas de refrescos.

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Me faltan unas 20 millas para Kallispell y encuentro con una chica cambiando una rueda al coche, así que pregunto, y como no me entero de nada, pues me acerco. Parece que le falta algo de maña con el tema aunque es cuestión de tiempo que lo consiga, así que nos ponemos entre los dos y la liamos más rápido. Error mío, no comprobar que el suelo fuese completamente llano, ni que hubiese calzado las ruedas de atrás. Resultado, el coche casi se nos viene encima. Llegó el novio/hermano/Cletus de rigor y yo sigo a lo mío. Pero a lo tonto estoy más seco y con menos tiempo, así que decido quedarme en Whitefish. Pueblo bonito, por otro lado.

El sillín se sigue meneando y es notorio que necesito hacer algo con él. Y las costuras de los calzoncillos me han estado fastidiando bastante lo que ha hecho que me haya puesto en pie más de lo que es habitual en mi. No tengo problema con ello, salvo que hago más presión de la imprescindible sobre los radios y no me gusta.

Al llegar a Whitefish me dirijo al McDonald, y me doy cuenta que, para entrar a Glacier NP este era el mejor sitio, no Kallispell, así que un gallifante para mi. Pero también me dicen que hay restricciones a la entrada de bicicletas ¿comorl? lo investigaré mañana. Ahora hay que buscar un sitio para dormir, y parece que el Sleep Cheap Motel reúne las características necesarias, más aun cuando descubro que también tiene camping, así que más barato.

Aquí conozco a David, que también está recorriendo la "Gran divisoria", y quedamos en ir a desayunar mañana y buscar una tienda de bicis. Un tío majo.

Ah!! El camping tiene wifi. Y funciona, más o menos.

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Al final cumplimos lo hablado ayer. Nos hemos tomado el día de descanso, y ha sido una buena decisión.

Hemos comenzado el día haciendo la colada y después de la misma nos hemos ido a la tienda de bicicletas. Allí he tenido que comprar una tija nueva porque, como sospechaba, la pieza que se estaba rompiendo no es reemplazable. De cualquier modo, la que he comprado ha salido por 25$ y lo cierto es que me gusta más que la otra. Por supuesto, conservo el mismo sillín. También he comprado un espejo, porque la anchura de los arcenes no tiene nada que ver con la de Canadá, y al parecer ha sido una buena idea porque en Yellowstone la cosa empeora en cuanto a tráfico. Y por último, pero no menos importante, por 45$ he encontrado el desmontador de casetes para viajeros. No tengo ni idea de como se usa, y las instrucciones tampoco es que sean una maravilla, pero confío en que llegado el caso me las sabré apañar.

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Ya un poco tarde, a desayunar con un banquete de reyes. De hecho, incluso hemos tomado postre. Un desayuno con postre, que en mi caso ha consistido en un pastel de manzana con helado de vainilla. Tanto nos ha gustado que hemos decidido repetir mañana a las 07.00 para empezar el día sobrados de calorías. Lo malo es que el día amenaza calor. Bastante calor.

Después de esto me he acercado a la oficina de información turística pero la señora que estaba allí no ha sabido decirme las restricciones que parecen haber para acceder a Glacier NP, así que me ha mandado a una tienda de bicis… y a la misma me he vuelto.

Al parecer hay 3 campgrounds en el recorrido y permiten la circulación de bicicletas entre las 11.00 y las 16.00, así que mañana tengo que intentar plantarme a unas 46 ó 66 millas para las 16.00. La parte positiva es que parece estar al lado de un lago. A ver si es bonito.

Hemos perdido un poco en tiempo con esto y aquello y a las 16.00 nos hemos ido al cine a ver Man of Steel. No ha salido caro, y además las palomitas te las regalaban, y para colmo, aunque la sala era pequeña y hacía temer un desastre, la calidad de la imagen ha sido excelente. Así que las 2.30 de la película se han pasado volando.

A la vuelta al camping nos esperaban un par de pizzas y un rato de agradable charla. Y ahora, después de la ducha, a la cama, que mañana será un día duro.


Lo prometido es deuda. Nos levantamos temprano, y aunque un poco más tarde de lo previsto, David y yo nos plantamos a las 07.30 en el restaurante de ayer para calzarnos un desayuno de campeones. Y así es. En mi caso un burrito gigante, con patatas y bien regado con café.

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Me despido de David, compruebo la ruta y me dirijo hacia Columbia Falls. La carretera es buena aunque anodina, y el viento me viene de costado, así que no me estorba. Los kilómetros pasan y una vez dejo atrás Columbia Falls la carretera se estrecha dramáticamente y pierdo mi arcén. Hice bien en comprar el espejo, y el sillín vuelve a ser un sitio cómodo… durante una hora, lo normal. De cualquier modo el paisaje es bonito, pero un pequeño espejismo, porque una vez pasado este estrecho corredor la carretera se vuelve a ensanchar.

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Una vez sobrepaso Hungry Horse me paro a la derecha, son casi las 12.00 y voy a comer algo y a ver si puedo hablar con Carmen. Cosa que consigo. Me viene muy bien. En estos momentos me doy cuenta de cuanto la hecho de menos.

Sigo avanzando y llego a la entrada del parque, una milla antes hay un pequeño complejo turístico que vivirá de los que no entren al parque. Y sobre todo parece que del rafting familiar, ya que veo a muchos grupos de turistas con esos chalecos tan necesarios en el agua y ridículos fuera de ella.

Compro el pase anual para todos los parques de norteamérica (80$) y me dirijo al centro de información turística. Este PN tiene las carreteras tan estrechas que tiene que aplicar una serie de restricciones como son que las RV más largas no pueden circular a partir de determinados puntos y las bicicletas tampoco pueden circular en determinados tramos horarios. Esto me lo explica una chica con la que bromeo sobre el tema… pero es lo que hay. Y lo que hay significa que tengo que esperarme hasta las 16.00, y son las 13.00, así que como estamos al lado del lago, me alquilo un kayac y me doy un paseo, y después me doy un bañito. No tengo toalla, pero con el calor que hace tampoco hace falta, así que me siento al sol en el parque hasta que me seco mientras leo, y me calzo un helado que me sabe a gloria.
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Dan las 16.30 y vuelvo a la carretera. Tengo dos opciones. La primera está a unas 10 millas, en el lago, y la segunda a unas 16 pero ya fuera de él. En principio me gustaría llegar a la segunda, ya que mañana tengo que estar en Logan Pass como muy tarde a las 11.00, pero al llegar al primer campground (5$) decido que más vale pájaro en mano.

Allí conozco a un muy majo grupo de gente con los que más tarde me tomaré unos chupitos de whisky de la tierra y andaremos de charla hasta las 01.30 de la mañana. Y mañana me quería levantar a las 04.45 para estar en marcha a las 05.30… jajaja. Mejor retraso el reloj para las 05.45 y ya veremos que pasa.

El último rato lo paso con tres chicas en la escalera que da al lago viendo las estrellas que se reflejan en el lago. Espectacular.


Me ha costado bastante ponerme en marcha. El reloj sonó a eso de las 05.45 y finalmente me monté en la bici a las 07.00. Pero antes de ello se acercó uno de los que estaba durmiendo alrededor nuestra anoche y nos llamó la atención por el ruido que pudimos hacer anoche. La cuestión es que a mi no se ha dirigido nunca a este respecto, no se si es porque le caí simpático por lo de la bici. La cuestión es que el grandullón de ayer se medio disculpó y parecía que todo había quedado así, pero cuando fui al cuarto de baño me encontré al tipo este hablando con el Ranger… acusica.

De cualquier modo, el trasnoche se hizo notar. Y no terminé de encontrar el ritmo hasta pasado un buen rato. A unos 2 kilómetros vi a otro cicloturista que iba en mi misma dirección, un poco más adelantado. Me costó un poco de trabajo alcanzarlo, porque en el llano rodaba mejor que yo. Es Wade, un tejano entrado en años (aunque no los aparente) que se dirige hacia Anchorage, así que hemos hecho la etapa juntos, y le he aportado lo que he podido.

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La ascensión al paso de Logan ha sido menos dura de lo que esperaba. La subida es muy progresiva, y sólo en las últimas rampas ha sido necesario apretar un poco. Pero es largo, bastante largo, aunque las vistas lo compensan todo… o casi todo, porque mi vértigo ha estado muy presente.

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Al llegar al paso hemos comido un poco y tras estirar y descansar nos hemos lanzado cuesta abajo. Aunque el más lanzado ha sido Wade, que parece no conocer el miedo. Ha sido bonito e interesante, y al final hemos ido a parar al lago St. Mary. Por cierto, a la altura de Two dogs flat (o algo así, por ahí anda la foto) he alcanzado los 4000 km.

Hemos bajado hasta el pueblo, St. Mary, y hemos decidido compartir una cabaña que nos ha salido económica. Pedazo de bocata y mañana será otro día.

Pd. he pasado todo el día sin las gafas que creía haber perdido. Lo que en realidad parece que he perdido ha sido el casco y el repelente de mosquitos… lo mío no tiene nombre.


Wade se levanta temprano. Ya me lo advirtió, pero creo que no me lo quise creer, y es que no es mucho más tarde de las 05.00. Se suponía que ayer ya lo había dejado todo empacado, o al menos estaba muy contento porque así había sido ya que dispuso del tiempo, pero lo cierto es que no para de trastear para arriba y para abajo. Mis tapones funcionan de miedo, pero algo escucho, así que el sueño se mantiene ligero, aunque eso sí, sigo en mis trece de no despertarme… mis trece de poco vale, porque a eso de las 06.15 me pongo a recoger yo también.

Hemos terminado de empacar y vamos a desayunar. La chica se equivoca y además de lo pedido nos trae unas tostadas, pero lo cierto es que acabamos tan llenos que no puedo meterles mano… y eso que me apetecían. Llega el momento de pagar y mi cartera no aparece. Pánico. Donde diablos está. Wade paga lo de los dos. Y empiezo a tirar de memoria, quizás me la dejé en la oficina cuando compré unas cocacolas ayer. Para allá que voy y no abre hasta las 09.00, así que vuelvo a la cabaña a ver si me la dejé allí. Venzo por un momento mi histeria (como cancelo las tarjetas, como pido unas nuevas, cuanto dinero llevaba encima…) y recuerdo que estuve con el ordenador y, ajam, con la cartera del ordenador, donde, en España, siempre pongo mi cartera. Y no me equivoco. Menudo alivio.

Vuelvo donde Wade, le pago mi desayuno. Un abrazo y buen camino.

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Antes de empezar el mío me dirijo a donde me comí el bocadillo ayer, para ver si está mi casco perdido, pero no abren hasta las 09.00. También voy al centro de información turística del Glacier NP y vuelvo un poco sobre mis pasos. Pero no hay suerte, así que me resigno y sigo mi camino; el cual empieza con una cuestecita de cuidado. Cuando hago cima me paro para ponerme la chaqueta, aunque pienso que mejor no me la pongo porque habrá que subir de nuevo y me sobrará… no se como lo hago, pero me pego media hora leyendo El Fugitivo de Stephen King. Finalmente me pongo a bajar, pero toca subir de nuevo. Vuelvo a hacer cima y son casi las 12.00, he perdido mucho tiempo, pero allí tengo cobertura, así que me preparo unas tostadas de nutella y hablo con Carmen y mi familia. Y casi son las 13.00.

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Un par de subidas y bajadas más y llegamos a una larga bajada que me trae hasta Browning, con lo que he hecho unas 34 millas. Pero lo cierto es que tengo el cuerpo tonto, frío, hambre. No me encuentro con ganas de seguir, así que como en un Subway con la esperanza de tener wifi (nop) y busco un motel barato (renop), hasta que me lanzo a por el camping del principio del pueblo. Calculo que serán unos 15$.

Charlo durante un rato con un tipo que, en sus 70 años, está dándose una vuelta con su Harley y su tienda de campaña, y me parece que el día no va a dar mucho más de sí. Trataré de recuperar sueño y mañana salir temprano para que el día cunda, así que me meto en la tienda a leer un poco, y es entonces cuando se desata una fuerte tormenta, que desde la seguridad de una tienda de campaña, parece mísmamente el fin de los días. Pero bueno, no hay mucho que pueda hacer, así que si salgo volando sólo espero llegar al mundo de Oz. El final es más prosaico, todo se moja mucho, pero amaina, y ahora sí, ya puedo dormir.


Después de lo de anoche no se si ha estado lloviendo toda la noche o ha sido el rocio. La cuestión es que he estado escuchando truenos durante toda la noche, pero en realidad era el de la Harley que roncaba como si no tuviese la culpa de nada.

Poco a poco voy desperezándome y empezamos la rutina de recoger el campamento. Ayer nadie se pasó a cobrarme, y tiene pinta de que la oficina va a seguir cerrada, así que… Se acerca un indio, perdón, un nativo americano, que ha pasado la noche a unos metros y entablamos conversación, me comenta que por 5$ uno se puede poner las botas desayunando en el casino que hay a la entrada del pueblo. Me convence; pero convencerme con comido no tiene mucho mérito a estas alturas de la mañana.

En el casino vuelvo a encontrarme con el nativo americano y charlamos durante un rato. Me comenta que los Pies Negros siempre ha sido la tribu más orgullosa y beligerante, a lo que yo respondo que me encantaría escuchar eso delante de un Sioux. Su afirmación se basa en que, a día de hoy, es la tribu que más encarnizadamente lucha por sus derechos en los tribunales. Ayer estuve un buen rato por el pueblo, Browning el cual está dentro de la reserva india, y desde luego no les faltan motivos para luchar. Este sitio es un estercolero.

Desayunado y con el fresco mañanero comenzamos la jornada. Esta va a ser bastante monótona en cuanto a lo que el paisaje se refiere. Colina tras colina en suave sucesión. Inmensas praderas que parecen estar esperando, adormiladas, el retorno de los bisontes.

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De este día casi sólo cabe reseñar 3 acontecimientos:
1. Subiendo una suave cuesta de tantas, con el calor derritiendo el horizonte de la carretera, veo aparecer una serie de bultos que no consigo identificar. Al final resultan ser 13 chavales (18-25 años) que están haciendo un viaje hacia Whitefish. Se ve que no están acostumbrados al protocolo cicloviajero consistente en pararse. Tampoco yo les incito a ello; van cuesta abajo, juntos y una mala frenada puede acabar en montonera en mitad de la nada. Así que su número y destino, así como la buena suerte, se dan a base de gritos. Me ha gustado verlos.
2. Entrando a Choteau una china, nativa asiática, se pone a darme voces. Yo, con mi cuajo habitual y los auriculares puestos, no me entero de nada: -"a ver que me quiere vender la buena mujer"- pienso mientras me acerco a ella. "Bocazas"- pensé de nuevo cuando me di cuenta de que, lo único que quería, era ofrecerme agua fresca. Estuvimos hablando los tres (se nos unió un tipo unos momentos más tarde) durante un buen rato, de lo humano y lo divino, y como en toda partes, arreglamos el mundo con tres ideas soltadas al buen tuntún. Me dieron las indicaciones para el camping municipal y yo mi bendición jacobea.
3. Ya en el camping no termino de ubicar la zona de acampada, porque más que un camping parece un parque. A ver si me he liado… así que le pregunto a una moza que estaba por ahí con su ordenador. La joven me indica el sitio donde puedo plantar el nido, y después de la conversación de rigor me dice que más tarde saldrán a tomar algo y que si quiero que me una a ellos (unirme a un grupo de jóvenes después de 2 meses hablándole casi exclusivamente a los árboles, ¡¡que locura!!). El grupo está compuesto por 11 personas, 9 estudiantes y 2 profesores. Son ingenieros de penúltimo año que están realizando un viaje en bicicleta de un mes para completar créditos de libre configuración, con la temática de energías renovables. Gente agradable con la que me tomo mi primera Guiness desde no se cuando (lástima, sólo la tenían de lata) y con la que después hacemos la fogata de rigor.

A eso de las 23.30 me bato en retirada que hoy han sido 118 km y ya no estoy tan joven como ellos.