martes, 28 de enero de 2014

Reunión cicloturista.

Comienzo el día contraviniendo mi primera y casi única regla para viajes en bicicleta: ni un paso atrás, ni para coger carrerilla. Pero no es carrerilla lo que quiero coger, si no algo para comer. Así que me acerco hasta el Oxxo más cercano, que está junto a una Pemex y me siento en un escalón a comer algo. No me noto de un excelente humor. Estoy un poco como el día, gris y plomizo. Poéticamente podríamos decir que estoy en comunión con los elementos, más prosaicamente diríamos que estoy "delicaito". Por suerte nadie viene a curiosear. No me entendais mal, no hubiese sido un insolente ni desagradable. Para nada. Es sólo que hubiese tenido que fingir. Nadie tiene porque soportar mis malas pulgas.

A la luz del día puedo ver que, efectivamente, Jiquilpan de Juarez está en un altiplano. Desde aquí casi parece la olla de un volcán ya extinto, así que cuando echo un vistazo a la ruta no me sorprende en absoluto ver que tendré grandes rectas por delante. Así que me planto los auriculares, selecciono la lista de reproducción de Disturbed y comienzo a pedalear.

Efectivamente, la primera curva la doy 10 km más tarde. Y como siempre añoramos lo que no tenemos, ansío llegar a alguna montaña para encontrar un paisaje más agradecido que el actual ya que de momento he empalmado la primera ciudad con la segunda, Sahuayo de Morelos. Hace algo de fresco, nada que un impermeable no arregle, y en los momentos en los que soy consciente de esto, siento una pequeña alegría después de las temperaturas que disfruté en la costa... y que sospecho habré de sufrir de nuevo más adelante.

Otros 8 kilómetros de monotonía me llevan hasta Venustiano Carranza y hasta La Barca 20 kilómetros más, únicamente distraído por una curva a la que casi quiero hacerle un monumento. En definitiva, me aburro mucho. A estas alturas la música no es consuelo. Llevo escuchando las mismas canciones desde Alaska y ya me se el orden en aleatorio (porque no es aleatorio, siempre hay un algoritmo, es imposible programar la aleatoriedad... un contrasentido).

Poco después de La Barca parece que mis ruegos son atendidos. Comienzo a subir... pero no, son unos tristes 200 metros los que asciendo y en línea recta, así que sigo enriqueciendo mi mundo interior. En el horizonte diviso Ecuandureo y me desvío hacia allá para hacer noche.

ecuandureo, michoacan, mexico, panoramica, cicloturismo
Ecuandureo. Sorpresas te da la vida.

Entro a la plaza del pueblo y un chaval cargado con unas garrafas de agua me llama: -"Allá están sus amigos". Me quedo un tanto desconcertado, en primer lugar porque no sabía que tenía amigos por aquí, en segundo lugar porque el imberbe lleva puesto un uniforme de policía y carga su arma reglamentaria al cinto (si tiene más de 17 años yo soy Ava Gardner). Me giro hacia donde me señala y en medio de la plaza hay 7 u 8 chavales que se acercan hacia mi. 4 de ellos son mexicanos, de Guadalajara, que están viajando en bicicleta hacia la ciudad de Morelia, donde se va a celebrar el VI Congreso Anual de Ciclismo Urbano; después tenemos a un japones, Yuta, doctor en astrofísica, que mientras viajaba como mochilero por San Francisco vio a un cicloturista y se enamoró de la idea, así que se compró bici, alforjas y demás aparejos, tomó un vuelo a Vancouver y comenzó allí su andadura (a mi me tomó 10 años arrancarme, a este tío 3 días... lo odio un poco, jejeje); tenemos también a Paul, posteriormente conocido como "El macho alfa", americano licenciado en biología marina, que comenzó su viaje en Fairbanks sobre junio, su buen humor y, sobre todo, su vitalidad harían de él un magnifico compañero... si fuese capaz de aguantarle el ritmo; y por último, aunque no menos importante, un vitoriano, Álvaro, que comenzó su viaje en Anchorage y ahora anda por estos lares.

Al parecer se conocieron en Guadalajara, en una casa ciclista, y una cosa lleva a la otra y aquí están todos juntos. Me cuentan que se están quedando a dormir en el cuartel de policía del pueblo y que quizás me puedan hacer un hueco. Me dan indicaciones y un par de minutos más tarde estoy hablando con los policías. Me identifico y me indican donde puedo poner la tienda. La última tienda que cabrá en el patio que, en otros momentos debe funcionar como aparcamiento y que amablemente nos han cedido. Me muestran las duchas, aseos y cocina y me invitan a hacer uso de ellas. Monto mi tienda y poco después comienzan a llegar mis probablemente nuevos compañeros.

Se me hace raro estar con tanta gente después de tanto tiempo. Charlo con todos un rato, y resulta especialmente agradable no tener que contar mi historia una vez más, únicamente nos preguntamos los origenes y posibles destinos y a partir de ahí seguimos por otros derroteros. Me resulta muy grato hablar con Paul y así refrescar el inglés que llevo ya más de un mes sin practicar. Yuta es muy callado, y cuando habla, muy a la japonesa, lo hace prácticamente en un susurro, pero da igual, transmite muy buenas vibraciones y sigo flipando con lo de la astrofísica. Álvaro es otro cantar, muy buena gente, y dicharachero, pero el pobre tiene un enfriamiento bastante serio y en cuanto puede se va para el saco.

Al parecer esperan a un par de amigas que deben llegar mañana al pueblo sobre las 08:30 más o menos. Así que mañana no pedalearé en solitario.

Ecuandureo, policia, mexico, michoacan, cicloturismo,ciclismo con alforjas
Cuartel de policía en Ecuandureo.
http://www.movescount.com/es/moves/move20479745

Querríamos, al menos yo, habernos levantado con el sol; pero México despierta a las 06:00 de la mañana, y además con carácter casi obligatorio si a golpe de campanas pretenden tocar el himno nacional (al menos eso creo que era). Además todos los policías pasan por la ducha (cuyo ventanuco da al patio) antes de comenzar el servicio. Así que el jaleo nos va despertando. De todos modos tenemos que esperar a las niñas, así que vamos desayunando y recogiendo con una pausa pasmosa... de hecho todos, en algún momento u otro, volvemos a la tienda a calentarnos. Hace una temperatura demasiado baja como para estar en pie sin hacer nada. Alvaro parece que se encuentra algo mejor, y el desayuno le sienta bien. A todos nos sienta bien.

Las chicas llegan sobre las 09:00. Han tenido una noche bastante agitada, ya que vinieron en bus hasta un pueblo a unos 18km de aquí, donde las soltó sobre las 07:00, y entre montar las bicis con todos los bártulos y venir han echado un rato. Además durmieron más bien poco en el autobús. Pero bueno, ya estamos todos y podemos empezar.

Michoacan, mexico, panindicuaro, cicloturismo
María y Gabi.

Hay un escaso kilómetro desde el pueblo hasta la carretera de cuota, y no requiero más que esa distancia para percatarme que aquí cada uno va a ir a su ritmo. ¡¡Me encanta!! Podríais pensar que después de 5 meses prácticamente sin compañía estaría desesperado por poder compartir las horas de pedaleo con alguien; máxime después del día de ayer, y no estaríais demasiado equivocados, pero el hecho de que cada uno vaya a su ritmo no es más que una muestra de que trato con "profesionales del pedal". En etapas largas, tratar de mantener el ritmo de un tercero normalmente va a mermar o bien nuestras fuerzas y/o nuestra paciencia. Por otro lado, soy consciente de que quizás ellos (sobre todo los mexicanos) quieran disfrutar de esa soledad que permite el ciclismo de alforjas, y no quiero ser yo el que agobie a nadie con simple cháchara. Así que a veces alcanzas a alguien y hablas un rato, y otras veces eres el alcanzado...

Michoacan, mexico, panindicuaro, cicloturismo
Yuta y Ollin. Preparados para el frio.

Y después está Paul. Hace frío, el termómetro ha caído hasta los 13º y todos hemos tirado de chubasqueros, sudaderas o lo que sea. Álvaro lo va llevando como puede, y Yuta, que con sus escasos 50 kilos a repartir entre su 170 cm, no tiene grasa que lo aisle, se ha echado todo lo que tiene encima. Paul no se ha enterado de nada. Sigue en camiseta. De repente te adelanta dejándote un tanto humillado, y al rato lo pasas tu porque está sacándole fotos a lo más impensado, al rato vuelve a alcanzarte y charlas un rato con él; aunque más bien él habla y yo resoplo. A lo tonto estamos subiendo y mucho. La cota de los 2000 metros la dejamos atrás en un par de ocasiones.

Los pueblos están muy espaciados, y en previsión de lo que iba a pasar, Bernardo (uno de los nacionales) marcó un punto de reunión en el siguiente peaje de la carretera. No se me olvide que Jose Luis, uno de los compañeros, valiente donde los haya, iba con una bicicleta plegable. Además de no permitirte posturas aerodinámicas ya que vas todo el rato con el tronco erguido, manejaba únicamente un plato, con lo cual las cuestas arriba se le hacían más para arriba aun. Obviamente iba cargado con todo lo que necesitaba para los días de camino... el tío no desfallecía ni resoplaba, no quiero ni imaginar que no haría con una bicicleta más adecuada.

Michoacan, mexico, panindicuaro, cicloturismo
Paul y Jose Luis.
Así que a eso de las 14:00, y con un margen de aproximadamente una hora entre los primeros y los últimos, vamos agrupándonos en el peaje. Las últimas en llegar son las chicas, cosa normal ya que a todos nos ha costado trabajo llegar hasta aquí y ellas llevan 20 km más que nosotros en las piernas. Comemos y celebramos cónclave para decidir la ruta. Estamos un poco hartos de autopista y queremos salir de ella a pesar de ser más segura. Se van proponiendo rutas y la cosa se va aclarando hasta que empiezo a preguntar distancias, y entonces nos damos cuentas que no vamos a ir más allá por hoy. Nuestra velocidad media apenas ha llegado a los 12km/h, y en el mejor de los casos nos quedarían otros 40km por delante, lo que dejaría el día en 90km... pero 110km para las María y Gabi, que recordemos que durmieron poco.
panindicuaro, michoacan, mexico, camping, cicloturistas
Reposando en el camping.

De cualquier forma, personalmente tampoco me veo con muchas fuerzas y menos aun para pedalear de noche, así que decidimos quedarnos en la cercana Panindicuaro. Encontramos un camping cerrado y localizamos al dueño, que por 20 pesos por cabeza nos deja quedarnos en él. Y justo a tiempo, porque es entrar y comenzar a chispear, así que montamos las tiendas bajo un techado y después de un rato de tonteo, en el cual el inagotable Paul se puso a trepar árboles ante nuestra mirada atónita, nos acercamos al pueblo a comprar algo.

Michoacan, mexico, panindicuaro, cicloturismo
El cónclave.

A estas alturas ya empezaba yo a notarme raro. Y a la vuelta de la compra, ya anochecido, no dejaba de pegar temblores. No habían dado las 22:00 y ya estaba en el sobre, con mi saco alascuence y una sudadera de postre. Mala noche.

Michoacan, mexico, panindicuaro, cicloturismo, camping
Paul a la piscina.
http://www.movescount.com/es/moves/move20479749


Ver Reunión cicloturista en un mapa más grande


Pd. si te ha gustado el post te invito a que me envíes un jamón pata negra a mi casa... o que lo enlaces en tu FB. Gracias!!

jueves, 23 de enero de 2014

Evitando carreteras peligrosas.

No es por quejarme de la comodidad. A lo bueno se acostumbra uno muy fácilmente, y haber pasado estos días en el hotel, aunque casi haya sido por prescripción médica, me ha venido muy bien. No obstante, me pica el culete, y siento la llamada de Acapulco, mi próxima gran ciudad. Y la verdad es que no se porqué, máxime con lo que he llegado a rajar de grandes ciudades como Los Angeles... quizás sea por años de campañas publicitarias. Mi celebro esta contaminado.

Me lío un poco al salir de Manzanillo. Lo habitual en una ciudad de cierto tamaño, pero gracias a Google maps me dirijo con paso seguro hacia el sur. En aquellos países o momentos sin cobertura (de los que en EEUU han habido un montón, es lo que tiene viajar en bicicleta) la solución más sencilla a la par que enriquecedora es preguntar a la gente (por mucho que los hombres de verdad parezcamos incapacitados para ello). Quizás sea la segunda mejor forma de conocer lugares nuevos.

La carretera continúa paralela a la costa, y el muro verde sigue ahí, pero de tanto en tanto me deja atisbar algo más de lo que me rodea. Y aunque no llego a verlo, se que buena parte del día de hoy andaré entre dos aguas ya que a mi izquierda tendré un par de grandes lagunas, si bien no tengo claro si son de agua dulce o salá.

Manzanillo, pedalear, valle, panoramica
Al valle.

Así que el día transcurre tranquilo, agradable. No me exijo ningún esfuerzo, quiero darme unos días para terminar de recuperarme aunque me encuentre bien... me mosquea un poco el no saber que es lo que he tenido.

Querría llegar a Tecoman, que se aparta un poco de la costa para volver a retomarla. Esta zona es una especie de valle, amparado por la cordillera que queda un poco retirada. Como todo lo que hay por aquí, es muy fértil, pero creo que por primera vez, me tropiezo con plantaciones de plátanos, y ahora que lo pienso, salvando la Baja California, que es bastante árida, no creo haber visto grandes (o pequeñas) zonas de cultivo.

200D, manzanillo, colima, mexico, puente, frondoso, cicloturismo
Entre el mar y el lago

Hoy me toca la pequeña turistada de rigor. En lugar de recurrir al clásico refresco me voy a tomar un agua de coco. Quizás no sea la mejor idea ya que, aunque no soy alérgico al coco, no se si estas aguas tienen efecto astringente, laxante o algo al estilo, y como dije no estoy para muchos trotes. Pero de los cobardes no se escribió nunca nada (quedaría bonito en mi lápida: "Bebió agua de coco... ahí es ná". Así que en uno de los tantos puestos que me voy encontrando me paro a tomarme mi agüita. Te parten el coco con su machete (que aquí casi parece un complemento de moda como podría ser un cinturón o una gorra, todos tienen uno), pajita, que aquí llaman popote, y a sorber. Me encantaría decir que fue una experiencia inolvidable y que todo el mundo ha de probar; uno de esos clásicos de las 1000 tonterías que hacer antes de morir, pero no. El sabor no me entusiasmó y además no terminó de saciarme la sed. Pero bueno, no todo van a ser grandes momentos.

mejor, amigo, hombre, barba, ciclista
Coloraete
Estoy acercándome ya a Tecomán y el cuerpo empieza a pasarme factura, además la rueda trasera va floja, parece que he pinchado, así que me cojo una habitación y me lío a arreglar la bici acompañado de un nuevo amiguete.

En principio mañana debería dejar esta zona para entrar nuevamente en carretera de montaña, aunque vaya pegada a la costa. Estoy hablando de esto con el dueño del hospicio y veo que la cara le va cambiando poco a poco. -Mijo, esa carretera no es segura- termina soltándome. Le explico que vengo desde Tijuana y ya estoy acostumbrado a la conducción mexicana. -No es a los carros a los que tendrías que temer- y queda todo dicho. Más tarde, hablando con su mujer, se explayaron más sobre la situación del estado de Michoacan y sobre todo Guerrero, en el cual está Acapulco. Mi plan cuidadosamente trazado (jajajaja) me llevaba hasta Acapulco y allí decidiría si iría hacia Yucatán o seguiría por la costa hacia el sur. En cuestión de 15 segundos rehago el plan. Iré hacia el centro del país y allí ya veré que hago.

http://www.movescount.com/moves/move20136441

Canta la canción que Guadalajara está en un llano y México en una laguna (que me aspen si no estuve toda la vida pensando que Mexico estaba en una llanura) pero de lo que no dice nada es de la altitud a la que se encuentran estas ciudades... supongo que no encajaba bien en la letra. Así que, ignorante de mi, tomo rumbo hacia Colima, capital del estado homónimo, sin saber que me quedaban por delante unos días de subida.

Sin embargo, ganar algo de altitud suele traer dos ventajas que no son menores ya que dejaré atrás la sofocante humedad y el calor asfixiante. Y vaya si se va notando, a lo largo del día, y mientras asciendo, el termómetro que llegó a marcar 42 grados terminará el día sobre los 28º; todo un alivio.

carretera a Tuxpan, campo de maiz, Jalisco, Mexico


Como estos últimos días, el paisaje no consigue llegarme a pesar de entrar en algún valle e ir dejando atrás alguna montañita; así que recurro a lo típico: oteo el horizonte, subo el volumen de la música e hinco la cabeza en el manillar, eso sí, echando frecuentes vistazos al retrovisor por si alguno se me quiere llevar puesto.

Coliman, Colima, Mexico, estatua
Rey Coliman, primo del que quería arrancarle el corazón a Indiana Jones
La ciudad de Colima, como no podría ser de otro modo, está en cuesta. La cruzo con calma, casi se podría decir que con desidia. No creo haber entrado en el centro de la ciudad, si no más bien haberla cruzado por un lateral, así que aunque no me ha llamado la atención, me guardaré de emitir un juicio de opinión. Quizás me haya perdido una visita única por puro desconocimiento. Lo que si me llama la atención en una capital de estado es encontrarme un entierro "a la antigua", esto es con el coche fúnebre en cabeza y la comitiva, formada por unas 200 personas, andando detrás. No hay apenas tráfico, y el que adelanta el paso fúnebre contiene el claxon, pero quizás en un día laborable hubiese sido un jaleo.

El día se va terminando, y lo cierto es que salgo de Colima sin darme cuenta que necesito comprar algo de comida, pero siguiendo la máxima de "ni un paso atrás ni para tomar carrerilla", espero encontrar algo en el camino. El Trapiche es el siguiente desvío que tengo en la carretera, así que lo tomo en busca de alguna tiendecita y buscando ya donde plantar el huevo.

En definitiva... un día más sin mucho que contar.

http://www.movescount.com/es/moves/move20136442

Como decía, a medida que asciendo, la temperatura va dándome un respiro, y así va costando menos subir tirando de Bob. Ya casi paso más tiempo por debajo de los 30º que por encima.

Lo peor del día es el inicio, aunque la pendiente media no debe ser superior al 5%, tirar del carrito después de tantos días de llano me está costando la vida misma. Así mi velocidad media difícilmente supera los 10km/hora y tengo la impresión de que gasto más esfuerzo en mantener el equilibrio que en avanzar... pero se avanza, y sin viento, que no es baladí. El aire es menos sofocante, y los árboles van aclarándose un poco. Tengo la sensación de salir de la selva para entrar en bosque, y eso me da la vida.

54D, mexico, jalisco, panoramica, cicloturismo


¡¡Bienvenidos de nuevo a Jalisco!! Dejo a mi izquierda el Volcán Nevado de Colima (que ni echaba lava ni tenía nieve) y comienzo a descender suavemente hasta un altiplano que me dura más bien poco. Sin embargo reconozco que estoy disfrutando mucho el día, no estoy sobrado de fuerzas, y está siendo duro, pero es uno de esos días en los que las pequeñas cosas encajan para que te sientas a gusto.


Tras ascender de nuevo, queda ante mi lo que probablemente será el destino del día: Tamazula de Gordiano (¿he dicho ya que me encantan los nombres de los pueblos de México?)

tamazula de gordiano, mexico, jalisco
Tamazula de Gordiano
http://www.movescount.com/es/moves/move20241305

Aunque fue un gran día el de ayer, me estaba empezando a entrar la duda de a que altitud se encuentra México DF. Así que google al canto y serán unos 2300 metros, que aunque no vaya a entrar en la ciudad, bien viene tener una orientación de hasta donde habré de subir.

Y subí, claro que subí, unos mil metros adicionales, que me llevaron hasta los 2130 metros aprox. Por suerte, para mitigar el calor de las horas centrales del día, una refrescante lluvia me acompañó mientras me calzaba un par de tortas (bocadillos) de jamón y queso. Estuve charlando con unos chavalillos que, curiosos, se acercaron a mirar la bicicleta. Me llamó la atención que entre ellos utilizaban una lengua local, de la que recuerdo haberles preguntado el nombre pero que ni bajo tortura podría recordar (quizás el purepecha). Uno hubiese pensado que el español había barrido todas estas lenguas precolombinas; me encanta estar equivocado de tarde en tarde.

san jose de gracia, michoacan, mexico, iglesia, turismo
San José de Gracia... el pueblo, no la iglesia... aunque quizás también la iglesia.

A escasos 3 km de haber coronado el día, entro en el estado de Michoacán. Decir que no sentí inseguridad en ningún momento, pero el saber del crecimiento de los grupos de autodefensa y las tensas relaciones que mantienen con las fuerzas del estado hace que uno tenga las orejas más abiertas de lo habitual. Es triste que los ciudadanos de un país tengan que empuñar las armas para defenderse del narco, pero más triste es que tengan que hacerlo porque las autoridades (donde siempre hay honrosas excepciones) se han ganado a pulso la desconfianza del pueblo.

La parte más dura de la jornada ha quedado atrás, y únicamente me quedan kilómetros de llaneo por delante, salvando una pequeña subida y una fuerte bajada que me dejará en Jiquilpan de Juarez. El problema está en que llegaré a Jiquilpan ya de noche, con lo que una bajada que podía haber sido la mar de divertida y relajada se convierte, a pesar de llevar luces, en un paseo por la tensión. No me fío de las carreteras mexicanas, sobre todo de la red secundaria, donde sin venir a cuento, te encuentras un bache que más parece la caldera de un volcán.

Se que en algún momento llegué al pueblo, sobre todo porque dormí en él, pero el acceso que me llevó lo bordeaba, de modo que, teniendo en cuenta la construcción típica americana, de edificios de una única planta e independientes, y sin iluminación en las calles, tardé un rato en darme cuenta de que ya había llegado. No le cogí el punto a esta ordenación urbanística en los EEUU y sigo sin cogérsela en México (uy!!! he dicho coger!!).

Bueno, después de unos días de incremento progresivo de la distancia, han sido 99 km y vuelvo a encontrarme en buena forma. A correr se ha dicho.

http://www.movescount.com/es/moves/move20241310



domingo, 19 de enero de 2014

Que malito estoy... o no tanto

Por un momento, al despertar, tengo la impresión de que he dejado de sudar, pero dura poco. No es necesaria más actividad que la de recoger el campamento para empezar de nuevo con los sudores. Con cara extraña se me queda mirando una pareja que pasea por donde he pasado la noche, pero todo queda saldado con un "buenos días". A estas horas no parece que estemos ninguno para mayores charlas.

Salgo a la carretera y comienzo a subir. Por lo que me han dicho tengo subida para rato así que me lo tomo con calma. A medida que asciendo, de tanto en tanto, me encuentro cuadrillas que a golpe de machete mantienen limpia la carretera. Poco después de comenzar encuentro un pequeño pueblo donde paro a desayunar algo, y sigo para arriba. La carretera es revirada y el muro verde me espera a la vuelta de cada curva, con lo que no puedo disfrutar de grandes panorámicas.

Recuerdo con especial cachondeo la segunda parada que realicé, para tomarme un refresco, ya que me encontraba bastante sediento aun cuando no dejaba de beber. En un cruce de caminos, o más bien en el cruce de la carretera con un camino; me encontré con dos pequeñas tiendas de abarrotes, casi enfrentadas la una a la otra. Tomé mi refresco y me senté bajo una casetilla que debía hacer las veces de parada de autobús. Mientras bebía, por una vez con calma, estuve hablando por teléfono con España. Terminaba ya mi conversación y mi refrigerio cuando me di cuenta que, bajo mi, se había formado un pequeño charco; pensando que mi bolsa de agua se había abierto, me levanté para comprobarlo, pero resultó ser sudor. Todo yo volvía a estar empapado, de pies a cabeza, y por mucho que esto empezase a hartarme no me quedaba más remedio que tragar con ello.

selva, boca de tomatlan, mexico, nayarit, puerto vallarta
Abajo, Boca de Tomatlan. En medio, la selva.

Llegué a El Tuito, techo del día, justo a la hora de comer, es decir, cuando tenía hambre. Y decidí dar buena cuenta del pollo rostizado que ya antes había visto preparar pero que hasta el momento no había probado. Hay que decir que según la región de México, lo conocen como "rostizado" o "asado al carbón" e incluso a la "Michoacana". Lo llamen como lo llamen, está realmente delicioso. La preparación, en apariencia es sencilla y me da la impresión de que en sitios económicos, frente a "buenos" restaurantes, puede tener ese punto extra que te da el palpar la cocina autóctona. El pollo, sazonado con limón, sal, mejorana, tomillo y romero, hay quien le pone paprika y añade algún picante, es depositado sobre una parrilla que descansa sobre unas brasas. Lo curioso es que estas brasas usualmente se depositan en un bidón que ha sido cortado longitudinalmente por la mitad, de forma que la otra mitad se utiliza para tapar los pollos una vez están en la parrilla. Si el cocinero se ha tomado la molestia, habrá cortado, y puesto una bisagra, en esta parte del bidón de forma que no tiene que abrir el invento entero para comprobar si está no o al punto. De guarnición las sempiternas tortillas (que a mi me siguen sabiendo sosas), y a elegir entre ensaladas, frijoles, patatas y/o arroz. Esta comida la repetí cada vez que tuve ocasión.

En el pueblo había una tienda de bicicletas pero los neumáticos que tenían eran todos muy taqueados, malos para rodar, aunque dado el estado de las carreteras y caminos, los más recomendables... salvo por mis schwalbe. Las ruedas, en cualquier caso, parecen poder aguantar unos cuantos kilómetros aun.

Desde aquí tengo una suave bajada por los siguientes 30 km. No tan suave como para no dar pedales, pero si lo suficiente como para que la digestión no se convierta en algo pesado.

Comienza a hacerse tarde y llego a un pequeño poblado, poco más que una calle de 1 km de largo, con dos o tres paralelas a la principal. Veo una tienda de repuestos y tienen una rueda de 26x1,50 con muy poco perfil. Ya comenté esto anteriormente, pero lo refresco rápidamente, 26" da la medida del tamaño de la rueda, mientras que los 1,50 indican el balón del neumático, es decir, yo vengo usando 1,75 y sería pasar a 1,50, lo que es tener una rueda más fina, que debería rodar algo mejor. Sigo prefiriendo los Schwalbe con mucho, pero tener este neumático a mano me puede sacar de un problema. En el proceso de compra ando charlando con los lugareños, y sobre todo con Ismael, un jovenzuelo que se ofrece a llevarme a la vecina población de Tomatlán; deniego su amable invitación por un triple motivo: 1. quiero saber donde voy a pasar la noche; 2. en la medida de lo posible no quiero tirar de vehículos a motor y 3. no hay casco para la moto.

Averiguado el punto 1 anteriormente mencionado, me doy una pequeña vuelta por el pueblo más en busca de comida que otra cosa, y vuelvo a encontrarme con Ismael con el que charlo un rato. Es un emigrante pero a la inversa, ya que "escapó" de Los Angeles, entre otros motivos, por la alta inseguridad de la zona, lo cual no deja de resultar curioso para alguien que no conozca el pueblo de Pino Suarez. Tiene ganas de viajar, Europa y sobre todo, España le llaman poderosamente la atención, así que es terreno abonado para los ánimos que trato de infundirle ¿quien sabe, quizás un día le haga yo de guía en mi tierra?

Este es uno de esos días que, sobre el papel, deben resultar sencillos. En 96 km la cota máxima fue de 140 metros. El problema está en que fue uno de esos días que llamamos "rompepiernas", el perfil es una hoja de sierra mal mellada, imposible encontrar un ritmo cómodo de rodaje. Cuando te vas a poner de pie sobe la bici para dar los últimos empujones empiezas a bajar y no has terminado de recuperar el aliento cuando ya toca subir.

Para rematar, el día se torna caluroso, con picos de 40 grados y voy paralelo a la costa pero sin llegar a verla en ningún momento. Es en estos momentos cuando me acuerdo de todos aquellos que me escriben diciéndome lo afortunado que soy por ver lugares tan hermosos, que no digo que no sea afortunado, pero que para llegar a verlos hay que pasar por estos páramos del verdor.

Tan malo fue el día que ni foto tomé.

En cualquier caso, los días se acaban, y después de pasar tres veces por Emiliano Zapata, o por tres pueblos que se llamaban Emiliano Zapata o por el único Emiliano Zapata pero divido en tres, llego a Aguas Calientes. Doy la clásica vuelta al pueblo, bebo algo y ceno en un pequeño puesto junto a la carretera. El prado que está justo al frente parece ser un sitio tan malo como cualquier otro para plantar el huevo, así que para allá que voy.

Horas más tarde dos potentes focos me despiertan. Un tanto desorientado y temiendo que por fin fuese a ser víctima de la fama de México, asomo la cabeza por la tienda. -¿Qué hace, amigo?- me pregunta. Teniendo en cuenta que deben ser la 01:00 a.m. y estoy en una tienda de campaña, creo que la respuesta es excesivamente obvia, así que respondo directamente a la pregunta que aun no me han planteado. - Viajo en bicicleta. Para estas alturas ya me había percatado de que eran policías, lo cual me relajó bastante, y le hice ver que los faros no iban a ayudar a la conversación. Obviamente estábamos a un distinto "nivel energético", yo quería dormir y a él le quedaba aun una larga noche de servicio, y claro está que yo resultaba ser una curiosa ruptura de su monotonía, de modo que no tuvo ningún problema en ir tirándome de la lengua para que le contase que era exactamente eso del cicloturismo, y porque me había embarcado en algo así.

Sin embargo, supongo que mi rostro de cansancio le hizo ver que lo que yo necesitaba era dormir y no charlar. -Amigo, este no es un sitio seguro para dormir, mejor véngase con nosotros al cuartel que allá estará protegido-, debió ser mi expresión, algo perezosa ante la idea de desmontar y volver a montar el campamento que cambió de parecer -mejor esperese, quédese aquí y nosotros estaremos aparcados aquí al ladito.- Además, el agente Magaña me facilitó su número de teléfono, por si acaso tenía algún problema o necesitaba algo.

Sé de la fama que la policía tiene en México. Pero también sé de las experiencias que voy echándome a la espalda, y hay un claro conflicto entre ellas.

Amanece, que no es poco, y tras un frugal desayuno inicio la rutina diaria.

La carretera, que seguirá paralela a la costa, me deja ver de vez en cuando el mar que me queda a la derecha (si me quedase a la izquierda me habría perdido mucho). No hace mucho calor, aunque esto cambiará rápidamente conforme avance el día, llegando a marcar unos sospechosos 40 grados. Así que visto el panorama, y dado que veo un sugerente cartel de "Playa Boca", tomo el desvío. Una corta carretera me lleva hasta una amplia playa, dejando atrás unos cuantos edificios que en su momento hubieron de dar algún servicio turístico. El lugar es realmente bonito, típico y tópico, con una ensenada amplia, que de seguro en su momento fue refugio para barcos, arena fina y cocoteros. Quizás el estar algo retirado de grandes ciudades hizo que no funcionase como destino turístico, pero aun así no me termina de cuadrar el estado ruinoso de esos edificios. Rezongo un rato en la arena y vuelvo al pedal... empiezo a notarme algo raro.

playa, paraiso, mexico, nayarit
Pequeño arroyo que da a la playa.

playa, paraiso, nayarit, mexico
Mar "bravido"
Lo que tiene estar al nivel del mar es que (por regla general) sólo puede uno subir, pequeña subida, que me cuesta más de la cuenta, y pequeña bajada que no, no me cuesta. Empiezo a ver indicaciones para "Barra de Navidad", que rápidamente entra en mi ranking particular de nombres curiosos de localidades (sigue ganando por goleada un pueblo de la Baja California Sur llamado Ley federal de aguas nº 2). Como curiosidad, desde Barra de Navidad partió una expedición en busca de las Islas del Poniente ya descubiertas por Magallanes en su periplo alrededor del mundo... que no terminó.

Una larga recta me lleva hasta Chiuatlan, donde de nuevo me calzo un pollo rostizado, esta vez regado con agua fresca de tamarindo. Muy refrescante aunque suelen gustarme bebidas más dulces o ácidas.

Vuelta a subir y vuelta a bajar, y como quien no quiere la cosa aparezco en las playas de Manzanillo. Ante mi una amplia bahía, con una playa estrecha, plenamente ocupada por sombrillas y mesitas. Me sigue llamando la atención el hecho de que no se estila el estar tumbado en la arena. Manzanillo abraza la bahía en buena parte con un gran puerto comercial, más que de cruceros.

playa, manzanillo, nayarit, mexico
Bahía de Manzanillo
Es más grande de lo que creía, así que hago una búsqueda rápida en internet de alguna tienda de bicicletas para acercarme mañana. Recorro el malecón y me interno en la ciudad, que la verdad es que no me dice gran cosa. Encuentro la tienda que como es normal en un domingo está cerrada. Volveré mañana. Cerca de allí encuentro un pequeño hotel, "Posada del Rey" el precio es económico y pido ver la habitación. No era necesario, el pasillo que da acceso a la misma apenas da el ancho de mis hombros, es largo y la iluminación va a juego: tétricas luces amarillentas que no dejan de parpadear, mi habitación está al fondo... un nuevo nivel en el terror. Así que me excuso y salgo fuera. No se que ocurre, pero hay algo que me ha empujado fuera del lugar con especial vehemencia.

Finalmente me doy un lujazo y acabo en un hotel como dios manda... y menos mal. Me despierto a la mañana siguiente con toda la cama empapada en sudor. Los siguientes cuatro días los pasaré en Manzanillo, a golpe de zumos, agua y fruta, sudando los 39º de fiebre. Al parecer es la primera vez que alcanzo esta temperatura, y con un poco de mosqueo busco información sobre el dengue (en resumen: no estoy en los grupos de riesgo, y mientras sólo lo pille de una de las dos cepas que existen, no habrá problemas... chingado está uno cuando se mezclan las dos), pero no creo que haya sido esto. No tengo ningún otro síntoma; no me duele la cabeza, ni el estómago, ningún dolor articular ni hipersensibilidad. Sólo calor y sudor. Quizás fue por eso por lo que salí huyendo de aquel tugurio. El cuerpo es sabio... más que nosotros mismos.

Holiday Inn, Manzanillo, Nayarit, cicloturista, bob yak
Mi hogar por 4 noches.
Y por fin algo en lo que llevaba mucho tiempo trabajando y peleando... mapas en mi sitio web. Con calma prometo incluirlos en las entradas anteriores. Un único mapa por entrada que incluya la ruta que en ella se relata.

http://www.movescount.com/moves/move19882870


Ver Que malito estoy... o no tanto en un mapa más grande

jueves, 2 de enero de 2014

Por el camino de ¿Santiago? a Puerto Vallarta

Para romper un poco la tónica, y quizás por vergüenza torera de los días de relax que llevaba, me pongo en marcha a una hora medianamente decente, las 09.30... aun a pesar de que México es un país que comienza a moverse a las 06.00 a.m., así que me quedo con mi vergüenza.

Desde Tepic se me plantean dos opciones: dirigirme hacia el interior, por Guadalajara y de ahí hacia México DF; o continuar por la costa, pasando por Puerto Vallarta y después Acapulco. Opto por esta segunda vía, ya que el mar siempre me llama más que el interior; además, desde donde estoy hasta el mar debería ser bajada ¿y quién le dice no a una bajada?

Altiplano, paisaje, México, aventura, cicloturismo, Tepic
Altiplano

El día comienza mayormente en llano, esta parte del altiplano es realmente bonita, grandes praderas, bordeadas por colinas. Tal parece la caldera de un volcán de enormes dimensiones. Paso por Xalisco, una bonita población con plaza dedicada a D. Miguel Hidalgo. Tomo foto y carretera.

Xalixco, Mexico, Nayarit
A D. Miguel Hidalgo

Poco después paso por la ciudad de Compostela. Vaya, creo haber pasado hace poco por Santiago también. Se ve que nuestros ilustres conquistadores/descubridores no eran muy originales a la hora de  poner nombres. En Compostela paro a tomarme un refrigerio y en estas estoy cuando un individuo me pregunta que cuanto quiero por la bici, un par de millones de pesos, respondo, y espantado sale huyendo. No ha sido habitual que me anden preguntando estas cosas, pero tampoco ha sido extraño en absoluto, y lo cierto es que estas preguntas me hacen sentir un poco incómodo. Creo que aquí se hacen con la mayor naturalidad pero no es algo a lo que esté acostumbrado.

Compostela, Nayarit, cicloturismo, mexico, ciclismo
Compostela

desgaste, neumatico, llanta, schwalbe, marathon, antipinchazo
Señales de alerta
Después de comprobar que esta Compostela de acá, no siendo fea, le queda un poco lejos a la nuestra, decido retomar camino hacia La Peñita de Jaltemba. Entre estos dos puntos habrá tres momentos reseñables: el primero es darme cuenta de que mi cubierta trasera empieza a pedir un relevo, lo cual me mosquea bastante, ya que las anteriores aguantaron como campeonas desde Alaska hasta California y estas no llevan ni la mitad de tal recorrido; el segundo, que se produjo al tiempo del primero, es un bendito cartel que me indica que tengo 23 km de bajada, ¡¡ahí es ná!!; a lo largo de tantos kilómetros me he encontrado multitud de pequeños altares a los lados de la carretera, pero ninguno me dio tan mal rollo como el que me encontré en esta misma bajada.
templo, verde, nayarit, mexico, grima, susto
Templo al increíble Hulk

Al final, unos 97 km más tarde, llego hasta La Peñita de Jaltemba. Llevaba parte del día temiendo que el nombre fuese uno de esos juegos de palabras que venían a decirte que el pueblo había sido instalado en lo alto de un cerro o algo por el estilo. Por suerte la peñita que da nombre al pueblo está en la bahía, dándole un puntito muy gracioso al atardecer.

peñita jaltemba, nayarit, mexico, bob yak, fuji, atardedecer, cicloturismo
Desde el paseo marítimo. O malecón, como lo llaman aquí.
El pueblo es pequeño, y fundamentalmente se mueve en torno a la calle que une la carretera con la Playa Hermosa, que es arenosa, estrecha y muy alargada. Esta calle, donde alternan restaurantes, zapaterías, hoteles y cuanto puedas necesitar, en definitiva, guarda un rincón "siniestro" y es que tanto  pájaro junto no puede tramar nada bueno.

peñita de jaltemba, pajaros, nayarit, mexico
Hitchcock se lo vio venir.
http://www.movescount.com/moves/move19665868

Bueno, parece que hoy he de llegar a uno de esos centros neurálgicos del turismo internacional. La celebérrima ciudad de Puerto Vallarta está a unos 80 km de aquí y el camino no parece que haya de ser especialmente duro. Sin embargo, tengo en la cabeza el tema de la rueda trasera, ya que, si se ha desgastado tan rápido, ¿cómo puedo saber cuanto ha de durar? Así que me apunto en mis deberes el buscar un neumático nuevo en Puerto Vallarta o, en caso de no encontrarlo, localizar una tienda en Acapulco para que me lo traigan.

Como viene siendo tónica habitual (salvando el tramo de costa californiana), viajo junto al mar, pero sin ver el mar; aun así, su aroma resulta revitalizante y generalmente el terreno suele ser más suave que el interior (salvo el tramo de la costa californiana, again). Esta será la tónica general, salvo en unos kilómetros que la carretera salva un cabo, adentrándose hacia el interior y levantando el perfil un poco. Nada que un aguerrido pedalista no pueda superar.

Como suele suceder cuando uno tiene excesivamente claro a donde pretende llegar, las distancias parecen alargarse, el calor parece apretar y aparecen horas de donde no se las buscaba uno... y es que abandonaré el estado de Nayarit para entrar en Jalisco, y hay que ponerle una hora más al reloj (o eso creo). Así que dedico al comer esa hora "malgastada" en Bucerías. Desde aquí son 30 km de sosa recta hasta Puerto Vallarta.

Una vez en la ciudad me tiro a un pequeño hotelito asequible pero en el que, por una vez, no tendré un catálogo de artrópodos por compañeros de cuarto (que delicaito puede llegar a ponerse uno). Incluso tengo una piscina y desayuno. Casi me siento un turista de camisa floreada.

Mi pinta de "perro-flauta" me delata, de modo que a la entrada del hotel se me acerca un individuo de esos que ves venir a cientos de kilómetros, una versión grasienta, escurrida y algo ridícula de Sony Crocket (Corrupción en Miami). Después de hacerme un par de preguntas que de largo se ve que no le interesan para nada acaba ofreciéndome su "mercancía". No dejan de sorprenderme estas cosas, aunque estoy seguro de que, de tanto en tanto algún cicloturista "quiera darse una "alegría", en general nos tengo por gente bastante sana; ciertamente no somos su mercado objetivo. Así que me deshago de él y sigo a lo mío.

La ciudad es bastante pequeña, y no tiene visos de poder crecer mucho. Por un lado está limitada por el mar, obviamente, por el otro por montañas y por último queda cerrada por el aeropuerto, que está prácticamente en la misma ciudad y es por donde yo entré (casualidad, había un avión de Alaska por allí). Limpia y coqueta, su mayor atractivo son sus playas y las vistas que desde allí se tiene de la costa. Para ver la costa, de forma casi irremediable, hay que saltarse las moles de cemento que son los hoteles de las más variadas cadenas. Esperaba yo encontrarme una playa abarrotada de gente y nada más lejos de la realidad. Unas cuantas personas paseando solas o con sus mascotas y unos pescadores afanándose en sacar sus barcas de la mar.

playa, puerto vallarta, costa, nayarit, mexico, turismo sostenible

Al final, como me suele suceder, termino por hacer las cosas a medias, pero en este caso tengo mis motivos. He llamado a varias tiendas de la ciudad y no tienen los neumáticos que quiero. Schawlbe no se distribuye en México, aunque las pueden pedir, pero claro, eso será una semana de espera, así que paso. Iba a pedirlas a Acapulco, donde espero llegar en unos 10 días, pero he empezado a oír algunas cosas... no se, puedo aguantar un poco hasta estar más cerca para llamar a las tiendas de Acapulco. No quiero dejar a nadie colgado con esos neumáticos si al final se confirman los rumores que me llegan.

http://www.movescount.com/moves/move19707983

iglesia, calle, puerto vallarta, turismo sostenibleNo entraba en mis planes hacer un día tan flojuno, pero a veces las cosas salen así. Para empezar, para una vez que tengo una buena habitación, la aprovecho hasta última hora, y como además el desayuno era un buffer, pues mira, hasta la cena no va a tocar comer de nuevo.

Salir de Puerto Vallarta me lleva su tiempo. El trazado es muy agradable (salvo por el maldito adoquinado) y de tanto en tanto me dejo caer hasta el paseo marítimo. Esta parte de la ciudad, no es tan "ciudad" como la zona de grandes hoteles donde pasé la tarde de ayer, esto es más "pueblecito", muy colorido, de calles estrechas y, más de una vez, terriblemente empinadas.
comercio, puerto vallarta, nayarit, mexico


playa, puerto vallarta, costa, nayarit, mexico, turismo sostenible

playa, puerto vallarta, costa, nayarit, mexico, turismo sostenible
No me había percatado de que no se estila la toalla en la arena. Son más de de sombrilla, mesa y sillas.
Lo que las calles me anticipaban se vuelve una realidad. El perfil de la carretera se hace abrupto aunque bonito, y aun a pesar de las urbanizaciones que agarradas cual garrapata a las fuertes pendientes jalonan la carretera. No obstante, esto es sólo por los primeros 5 ó 6 kilómetros, más allá los tramos vírgenes son más numerosos que las zonas pobladas, y así uno se tropieza con playas de este calibre en las que, inevitablemente, detiene su andar.

playa, puerto vallarta, costa, nayarit, mexico, turismo sostenible
Toca un remojón... a ver si vamos arreglando el moreno de albañil
Después de este momento hedonista, y tras percatarme de lo tarde que se me hace me pongo en marcha. De momento quiero llegar a un pequeño pueblo llamado Boca de Tomatlan desde donde abandonaré la costa para empezar a subir.

Bueno, empezaré a subir mañana, porque el lugar me ha gustado, y aunque haya hecho únicamente 20 kilómetros creo que me quedaré por aquí. Busco un cuarto pero parece que va a ser que no. Así que como algo y me bajo a la playa a disfrutar de la vista. El pueblo está dividido en dos, a cada lado de la desembocadura de un río. Las aguas de este, muy refrescantes, chocan con las del mar, más cálidas, formando una pequeña ola que ha creado una acumulación de arena por el que casi se puede cruzar de lado a lado; no obstante las gentes del pueblo prefieren remangarse un poco y cruzar andando el río, que no es profundo.

Así que me doy el tercer baño del día.

boca de tomatlan, rio, pueblo, selva, nayarit, mexico
Cruzando a la otra orilla de Boca de Tomatlan.
Hablando con unos pescadores me recomiendan que no me quede a dormir en la playa, aunque podría, ya que "la raza" baja por la noche y arman mucho jaleo, así que me recomiendan subir un poco por la carretera y bajar al cauce del río por una de las salidas cosa que hago. La humedad, en cualquier caso, es sofocante a la hora de meterme en mi tienda y han de pasar un par de horas hasta que consigo dejar de sudar... claro que para entonces casi he creado charcos. Aun así, y siendo un día corto, ha sido gratificante.