martes, 11 de febrero de 2014

Como cruzar México en bicicleta sin pasar por México

Este cicloturista parte de Morelia con la extraña sensación de pensar en lo mal que podía haber salido todo y lo bien que terminó resultando. He conocido a mucha gente muy agradable. He salido a tomarme una cerveza después de no se cuanto tiempo, y además me encuentro con las pilas cargadas de nuevo, así que ¿qué más puedo pedir? (aparte de que a Bob le salgan alas, claro).
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Catedral de Morelia
Me despido del personal y a Álvaro le dejo el teléfono que me encontré en el desierto de Nevada. A mi no me va a servir de nada y a él, si consigue liberarlo, le puede venir bastante bien. Yuta, él y Paul seguirán juntos por un tiempo. Me comentan que quieren estar en Querétaro en unos 4 días, pero sólo les separan 50km así que van a echar algo más de tiempo por acá... a mi me pica el culete.
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Centro de Morelia para las bicicletas

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Arcos en Morelia
Mi próximo destino es Cancún. No porque realmente tenga muchas ganas de pedalear hasta Cancún, sino porque en el camino está Chichen Itza... sí, esa célebre pirámide maya que fue considerada una de las 7 maravillas del mundo. ¡¡Ah, y quiero ver cenotes!! Así que trazo una ruta rápidamente en esta dirección.

Por el camino tengo México D.F. (Distrito Federal, para el que no lo sepa) pero tengo totalmente claro que no quiero pasar por ahí. Hablamos de una ciudad con un núcleo urbano de más de 8 millones de personas censadas, al que sumando el área metropolitana, puede ascender a 20 millones de personas. Esos son muchos coches para este temeroso cicloturista. Tampoco quedé encantado de mi tránsito por Los Angeles y es mas pequeña que el DF. Asi que decido tomar el Arco Norte, una carretera de cuota que bordea todo el DF y me dejará a los pies de Heroica Puebla de Zaragoza, Puebla para los amigos.

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Hornos
Las jornadas transcurren con calma y realmente no hay grandes cosas que contar. Es un altiplano con mucho de plano, y con muchos más humedales de los que pudiera imaginarme antes de llegar aquí. Sin embargo, la suerte parece acompañarme y normalmente disfruto de suaves temperaturas y cielos despejados. Así que disfruto bastante de esta bella monotonía.
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Planicie camino a Mexico

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Templo a un accidentado
Un par de días tras mi marcha de Morelia, me alcanzaron en la carretera un par de amigos que habían estado en el congreso de cicloturismo. Pararon a charlar un rato y me dieron algunas bebidas isotónicas que nunca vienen mal. Parar de vez en cuando es una alegría pero pararse en estos casos, y charlar con gente tan volcada en el mundo de la bicicleta es un placer.
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Amigos del VI Congreso

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Y más amigos

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Disfrutando del yogurt



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Tomando el Arco Norte. De Atlacomulco a Puebla

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Vista de la presa Hua Pango

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Paciente rebaño de ovejas paciendo

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Hua Pango
Con estas voy llegando a Atitalaquía, donde hago noche. Había estado amenazando lluvia, y me dio el margen justo para llegar y acomodarme. Mi anfitriona, muy amable, se ofreció a subirme la cena a la habitación y en pocas ocasiones he dado tan buena cuenta de una sopa bien calentita. Habían caído unos 92 km y para cuando me he querido dar cuenta estoy ya a casi 300 km de Morelia... y los llanos tampoco son tan llanos, ya que he salvado unos 2500 metros de desnivel. Te lo vas pasando bien y no te das cuenta de que vas subiendo.
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Ruinas entre Atitalaquia y Tlaxcoapan
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Atitalaquia
El caso es que voy necesitando sacar dinero. Me doy una vuelta por el pueblo pero no veo ninguno de los cajeros que me puedan venir bien, así que tras preguntar me mandan al pueblo de al lado Tlaxcoapan. Al llegar a la plaza del pueblo paso junto al cajero pero no me doy cuenta. Estoy dando la vuelta completa a la plaza cuando un señor me llama desde ella. Me acerco también dispuesto a averiguar donde está el cajero y comenzamos a charlar.

La conversación se inicia por donde siempre, que de dónde vengo, que a dónde voy, que por qué lo hago y tal. En un momento se nos ha unido un tercero y poco despues ya somos cuatro. Uno de ellos estuvo en España, en Valencia para que editar un libro; al parecer nadie se lo quiso editar en México... cosas que pasan, supongo.

En estas estamos cuando uno de ellos decide irse a por un refresco de 3 litros para aclararnos el gaznate y el otro me dice que me espere que va "a por la tele"... a cuadros me quedo. Pero me quedo. Así que 10 minutos más tarde tengo a los amigos del Canal 10 Esperanza TV haciéndome la entrevista que os dejo a continuación.



Después de la entrevista, mis nuevos amigos me invitaron a comerme unas sincronizadas que realmente me supieron a gloria. Fue un muy agradable rato de charla, y lo que debería haber sido un trayecto de 3 km para sacar dinero y salir corriendo se convirtió en toda una tarde departiendo. Así que decidí echar la noche en Tlaxcoapan y salir al día siguiente.

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Con un grupo de amigos en Tlaxcoapan

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Más amigos en Tlaxcoapan
Dejo atrás Ciudad Sahagún, que sin ser fea no hace justicia a su hermana española. Quizás influya en mi "mal" recuerdo el haber llegado de noche y muerto de frío, por una carretera sin iluminación siendo adelantado por unos coches que venían más preocupados de no caer en alguno de los numerosos baches que otra cosa. O quizás fuese porque al salir de la carretera de cuota los empleados del puesto de cobro me indicaron, muy amablemente eso hay que decirlo, que al día siguiente no entrase en la carretera por su puesto, ya que no estaba permitido circular por allá con bicicleta.

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Ruinas a la salida de Emiliano Zapata
Por no hacerles un feo, circulo en paralelo a la autovía durante algunos kilómetros hasta que veo el modo de incorporarme a esta. Será la misma distancia, pero aquí voy mucho más seguro por el arcén (acotamiento).

El problema llegará un poco más adelante, cuando apenas me faltan 15km para abandonar la carretera. En uno de los puestos vuelven a pararme y aquí parece que van a ser más estrictos. Tienen sus órdenes, que son no dejar pasar a ciclistas y los entiendo, porque si me pasa algo ellos podrían tener un problema, pero por mi parte les hago ver que la alternativa es mucho más arriesgada ya que la distancia a recorrer es mucho mayor, con muchas más curvas y peor visibilidad, y además no tengo acotamiento (arcén), así que llegamos a una solución de compromiso. Ellos me dejarán pasar si yo les hago un eximente de responsabilidad, así que 5 minutos más tarde sigo cuesta abajo camino de Puebla.

No me he dado cuenta, pero ya es 1 de noviembre, así que estamos en plenas fiestas de difuntos. Consigo habitación en el mismo centro, en un albergue y cuando estoy terminando de ducharme escucho bastante jaleo desde la calle. Rápidamente me visto y me encuentro un pasacalle justo en la puerta del albergue.



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Pasacalles de noche de difuntos en Puebla
Ya que me he puesto guapo (una camiseta que no apeste a sudor y un pantalón que no es de ciclismo) salgo a pasear un rato y a ver si encuentro alguna pizzería, que se ve que el cuerpo está pidiendo hidratos de carbono.
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Iglesia en Puebla

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Edificio en Puebla
La noche de difuntos es vivida en México con mucha intensidad. Al menos con mucha más de la que estamos acostumbrado en España, donde ha cogido más vuelo por la influencia anglosajona de Halloween. Me encanta ver como en ese sentido México se agarra a sus tradiciones. Hay muchísima gente disfrazada, y además algunos de ellos son realmente buenos, metiéndose mucho en el papel.
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Noche de difuntos

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Catedral de Puebla

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Disfrazado de ciudadano
Para cuando llego a la plaza de la catedral, la muchedumbre es asombrosa. Los que me conocen sabrán que las aglomeraciones y yo no nos llevamos muy bien, pero el ambiente es tan amable y todo fluye tan bien que no me siento incómodo para nada (está claro que ya he comido y que todo me viene a dar más o menos igual).

La mayor parte de los edificios tienen una muy acertada iluminación que realmente convierte en un placer el pasear por esta ciudad, que es mucho más monumental de lo que me esperaba al llegar.

Lamentablemente, aunque "la noche es joven y yo más", los kilómetros pesan y me voy a dormir. Una retirada a tiempo es una victoria, y me quedo con el sabor que me ha dejado esta celebración.
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Ambiente del centro

Antes de salir de Puebla me doy una vuelta de nuevo por el centro de la ciudad. El día acompaña y me apetece disfrutar de nuevo de estas calles. Estando en la plaza coincido con un grupo de ciclistas que parece que van a hacer alguna ruta en mi misma dirección. Ellos no preguntan y yo no podría seguirles el ritmo así que sigo a lo mío y si nos vemos por el camino pues ya charlaremos un rato.

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La Catedral de Puebla... con iluminación diurna
Y en carretera el día comienza a torcerse, climatológicamente hablando, un viento muy feo me dificulta el avanzar y el día se va tornando plomizo. La carretera es recta. Una de esas rectas que se pierden en el infinito, primero sube, después baja, volvemos a subir y... ah, no, se me terminó el día en esa subida.
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Cementerio tras la noche de difuntos
La gracia del día, sin embargo, me llegó por dos frentes totalmente opuestos. Por un lado, el pinchazo que debía llegar, llegó. Aprovecho para repasar el estado del neumático que, si os acordáis, empezó a dar muestras de agotamiento ya desde Tepic. Obviamente está más desgastada, y lo que antes eran pequeños puntos verdes, ahora son franjas completas. Aun así, la rueda aguanta. Y esos son unos 1,500 km. Me vuelvo a quitar el sombrero con Schwalbe.

La segunda gracia me llega desde España. Resulta que la entrevista que me hicieron en Tlaxcoapan ha llegado hasta el Diario Sur, periódico de mi Málaga natal y, a través de mi familia, tienen mi número de teléfono, así que me hecho a un lado de la carretera y mantengo una breve charla con el periodista de deportes de este diario. Al finalizar me comenta que se publicará en un par de días, el lunes. La verdad es que más tarde, dándole vueltas, me extraña, ya que el lunes es cuando se publican todos los deportes del fin de semana, y sinceramente no me veo quitándole dos líneas a Ronaldo o Messi. Pero bueno, cuando se publique ya me enviarán el enlace a la web y/o una copia del periódico.
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Un poco de mecánica para amenizar la tarde.
Acampo tras unas casas abandonadas en un pueblo junto a la carretera y como algo caliente en un bar que está próximo. He llegado prácticamente de noche, llevo unas 4 horas de cara al viento y con un frio demencial, así que con un humor bastante perruno caigo rendido en el saco.

Cual no será mi sorpresa al levantarme con la siguiente imagen ante mi. Hacía ya mucho que no veía la nieve, y aunque lejana, he de decir que me sentí transportado a Canadá de nuevo. Es curioso como el frío me puede tensar tanto, y que sin embargo recuerde que aquellos días eran los da la perpetua búsqueda de cumbres nevadas. Así que con un excelente humor me pongo en marcha.
Orizaba con su blanca cumbre
Y aunque el día comenzó un poco complicado ya que a poco que subí me metí en un banco de nubes que me obligó a plantarme mi chaleco reflectante y a encender luces, lo cierto era que me lo pasaba bastante bien. No sólo era que comencé con tan maravillosa vista, además resulto que ya llegaba lo que hacía tanto que estaba esperando.

Una de las pocas ventajas que tiene subir hasta la altura de México es que después... tienes que bajar. Y eso es lo que me tocaba. Los siguientes 3 ó 4 días, aun sin ser de relax, iban a permitirme relajarme bastante, ya que debía perder los 2,300 metros de altitud hasta llegar al nivel del mar.

Ruinas entre brumas

Templete junto a la carretera
Así que lo primero será llegar a Córdoba, bajando por el valle de Orizabal. Ya digo que hubiese sido más agradable hacerlo en un día despejado ya que había de estar muy atento a mi retrovisor, pero cuando salí de las nubes pude admirar el valle en todo su esplendor. A partir de ese momento ya sólo me quedó vigilar la carretera que era realmente empinada.

La verdad es que a esto de bajar me acostumbré tan rápido que rápidamente encontré donde parar a comer... hay tiempo para todo, y en el Oxxo estuve un buen rato de charla con los curiosos trabajadores de la gasolinera. Me dieron las bendiciones de rigor y me advirtieron sobre la carretera. Estrecha y con curvas. Cuidado con los camiones que vienen como locos... nada que no hubiese sufrido ya, pero se agradece la advertencia.
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Valle a la ciudad de Orizaba (al fondo)
A la entrada de Cordoba me paro a charlar un rato con mi señora, con un poco de suerte cuando encuentre habitación dispondré de una buena conexión wifi y podremos tener un ratito de skype. Hace ya mucho que no veo las caras de mi familia y eso se hace pesado.

En cualquier caso Cordoba es una bonita ciudad, y mi hotel da a la catedral de la misma. Una bulliciosa plaza frente a ella donde uno puede encontrar desde venta de globos a protestas por el estado de la educación en México (justo en ese momento recordé los problemas que había leído en España sobre la reforma educativa en México y me extrañó no haberme encontrado ningún detalle que me lo hubiese traído a la memoria a lo largo de mi periplo).

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Catedral de Córdoba (Veracruz)
La cena la hago en mi habitación del hotel con cuatro cosas que compro en tiendas junto a la plaza y por fin puedo ver a la familia.


Ver Sin título en un mapa más grande

Pd: estos han sido unos días bastante sosegados, por ello pasaré sobre ellos más rápidamente, centrándome en las anécdotas que realmente pudieron marcar los días. ¿Hay algo más que quieras saber? Pregúntamelo!!