lunes, 23 de diciembre de 2013

Tepic


Hay días en los que uno ciertamente tiene la impresión de haberse ganado el pan y la cama. El 5 de octubre fue uno de ellos. El día iba a ser largo, eso lo tenía claro desde el comienzo y, en principio, eso nunca ha sido un problema real; siempre que el paisaje acompañe, el viento no estorbe demasiado y en mi lista musical no aparezcan inadvertidamente canciones de Los Chunguitos todo será cuestión de echarle tiempo. Pero está claro que semejante alarde de autosuficiencia no podía quedar impune, de modo que clavando la tapa de mi ataúd, aparecieron los clavos de la HUMEDAD, las cuestas y la mecánica.



Aunque no llevo muchos días sufriéndola, ya creía estar acostumbrado a estos niveles de humedad... pues no. Con temperaturas que oscilaron en torno a los 35º y alcanzaron los 39º convertí el acto de sudar en algo continuo con el respirar y el mascullar. Por suerte el desnivel era prácticamente nulo y dado que no estaba circulando por  la carretera de cuota el encontrar donde reabastecerme de agua no iba a ser un problema. Así que tararea, suda, bebe, suda, pedalea, suda, esquiva un autobús de la empresa Nayar, maldice y suda... durante las primeras 6 horitas. El paisaje cambia entre el verde oscuro y el verde claro, y dado que como varón que soy no diferencio más allá de 16 colores, en realidad no distingo entre el claro y el oscuro; así que tenemos el verde en todo su esplendor ¿qué es lo que estoy queriendo decir en realidad? Pues que, por desgracia para mi, la belleza de la jungla se me ha escapado por el simple hecho de que es tan enmarañada que difícilmente puede ver uno más allá del muro vegetal que bordea la carretera.

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Muro verde vegetal

A fin de controlar la voracidad de la selva es muy habitual ver a grupos de trabajadores que, a golpe de machete, limpian los laterales de la carretera. Es un trabajo duro e ingrato, y seguro que mal pagado, pero nunca vi a un mexicano rezongando ni con cara de disgusto. Supongo que para ellos el balanceo de su brazo, llegados a un cierto punto, les debe resultar hipnótico, algo que les ayuda a evadirse... no quiero ni pensar en los accidentes que hayan podido darse. Por lo general no llevan zahones ni ningún tipo de calzado reforzado para realizar un trabajo de esta clase. El gobierno mexicano, a través de una legislación de seguridad laboral (que seguro que existe), y unos medios para garantizar su cumplimiento (que seguro que no se aplican), podría hacer mucho por muy poco, por la seguridad de estos y otros trabajadores.

¿Mencioné antes a la empresa de autobuses Nayar? Bien, llevo ya unos cuantos kilómetros y es normal que haya sufrido algún que otro susto en la carretera. Obviamente, cuanto más tiempo llevas más probable es que pase algo, y también es obvio que la seguridad depende del estado de las carreteras. No debería ser tan obvio, pero lo es, que el simple hecho de traspasar una frontera implique un mayor riesgo en la conducción. Pero lo que no resulta obvio ni de lejos es que se me haya quedado grabado en el recuerdo (por pura suerte no ha sido en mi espinazo) la empresa de autobuses Nayar. Llegó un punto en que era ver por el bendito retrovisor de la bici un autobus de esta compañía y rápidamente buscaba como salirme de la carretera; eso cuando alcanzaba a verlos, porque otras veces directamente me quitaban el aliento y un par de años de vida. Si no fuese porque tras haberme adelantado seguían conduciendo como dementes hubiese pensado que era una campaña contra mi. Si este post llegase a oídos de esta compañía les aclaro que: 1. ni bajo tortura me desdiré de esto; 2. sometan a TODOS sus conductores a pruebas psicológicas; 3. despidan a los responsables de recursos humanos por la contratación de los mismos; y 4. sometan a TODOS sus conductores a nuevos exámenes de conducir (si es que alguna vez les hicieron alguna prueba).

Pues bien, como decía, el camino estaba resultando relativamente sencillo hasta que después de 6 horas comenzó la parte de subir, y como no hay dos sin tres, la mecánica empezó a fallar otra vez. Una vieja avería que ya me había hecho sufrir en la Baja California reapareció. El cambio trasero empezaba a fallar, y lo hacía en el peor momento posible al complicarme, cuando no imposibilitarme el acceso a los desarrollos adecuados para ascender las, todo hay que decirlo, no demasiado complicadas rampas. Así que a golpe de riñones, de pedal y, literalmente, golpes a la maneta de cambio, fui ganando altura. Ahora mi objetivo está en llegar a Tepic, aunque primero tengo que comer algo, y ese algo debe ser "ya" o como muy tarde "ahora". Por desgracia entre ya y ahora, van a pasar unos 60 minutos. Para cuando llego al pequeño puesto mis reservas hace largo que quedaron atrás, estoy sufriendo lo que en el argot se conoce como "una pájara", pero de las gordas. Me preguntan que quiero comer y sólo acierto a decir "sin picante", -¿pero el qué, señor?; - lo que sea, pero sin picante y grasiento-

carretera a tepic
Creí haber dejado abajo las nubes... pobre de mi.

Una hora más tarde soy un hombre nuevo. Bueno, de segunda mano, pero en aceptables condiciones. Además, he estado hablando con los lugareños y me dicen que ahora tengo una bajada, así que me aupo en mi montura y me dejo caer. En los próximos 5 minutos la cuesta abajo cambiará por cuesta arriba y la HUMEDAD cambiará a lluvia... todo es susceptible de mejorar. Por suerte, en uno de esos golpes que le di a la maneta de cambio he conseguido poner un desarrollo cómodo para las subidas, así que, aun a riesgo de no llevar el mejor desarrollo para llanear, me conmino a dejar la cositas como están.

En resumidas cuentas, aun me quedaban otras 3 horas bajo la lluvia y finalmente se me hizo de noche, lo cual no me retrasó mucho ya que era todo en subida y tampoco estaba para muchas carreras. Cuando finalmente alcancé Tepic eran ya las 20.00, unos policías me indicaron un lugar donde quedarme, barato y limpio, y allí pasé mi primera noche.

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Primera noche en Tepic

A la mañana siguiente, domingo, intenté encontrar donde me hicieran la colada. Y claro, van a abrir estos comercios para mi, porque soy suuuuuuper guapo. De cualquier modo me vino muy bien como excusa para echar un día de relax en Tepic. Y ciertamente fue de relax. Lo más productivo que hice fue cambiar de pensión (no necesariamente a mejor como explicaré a continuación) y comprar un pañuelo.

Para empezar habrá que decir que el hotel, de entrada, no tenía mala pinta. Daba toda la impresión de ser un establecimiento que se dedicaba profesionalmente a ello, barato, pero profesional. Con lo que no contaba era con el "arquitecto" del edificio en cuestión. En mis viajes por España, y sobre todo en el norte rural, he visto como las familias se van construyendo las casas de campo poco a poco. Se comienza con la primera planta y su cerramiento, se hace la segunda, y después se pinta o se le ponen los embellecedores, barandas, los marcos de ventanas, etc. y todo este proceso se lleva varios años. Nunca me he parado a preguntar si estas casas están diseñadas por algún tipo de ingeniero o arquitecto, o si simplemente el buen hacer de la cuadrilla de turno la mantiene en pie. En este caso creo que sucedió algo parecido, pero está claro que el responsable no tenía ni idea y era más bien descuidado... procedo a la descripción:

Para empezar tenemos un recibidor, soso de la muerte, pero funcional, al fondo, una puerta que a través de un pasillo descubierto da a un patio, por ese pasillo meto mi bicicleta pero para ello debo salvar un escalón y le pregunto a la chica de la recepción: -Disculpa, ¿por qué ponéis estos escalones tan altísimos?
- ¿Son altos? - Me responde.
- Pues si, verás, en España, te fusilan si haces uno así.

Bueno, tomo mi llave y me dirijo al segundo piso… sin ascensor, claro. Para llegar al primer piso subes unas escaleras  con el clásico cartelito de "cuidado con la cabeza", los escalones se van haciendo cada vez más altos, más estrechos y ya no son ni rectangulares a pesar de que la escalera es recta, todo un hito en la ingeniería. Se llega a un pasillo sacado de película de terror: luz tenebrosa (son las 10.00 a.m.), fosforescentes que parpadean, eso sí, ningún bicho, todo hay que decirlo. Al fondo del pasillo, nuevas escaleras esta vez con giro, al estilo de caracol (se ve que las primeras le salieron tan bien que quiso arriesgar). Toda tu atención va a los escalones, o tu vas al suelo. El segundo piso es más luminoso, al fin y al cabo es la azotea; mi cuarto es pequeño, pero está muy bien "orientado" ya que desde el water puedo seguir viendo la tele y lavarme los dientes a la vez.

El remate llega cuando el vecino enciende la tele y la escucho perfectamente, salgo de mi cuarto y me doy cuenta de que en el pasillo no se oye nada y vuelvo a mi habitación, entonces descubro que mi cuarto y el otro están comunicados por un muro que a alguien se le debió olvidar construir.

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Catedral de Tepic


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Mi tercer día en Tepic, en cambio, resultó mucho más provechoso. Al fin pude hacer la colada, además encontré tanto un taller donde me arreglaron la maneta del cambio como una tienda donde pude comprar un par de juegos de pastillas de freno a muy buen precio; pude turismear un poco y disfrutar del centro de la ciudad que es bastante bonito y animado. Y mi hotel, por 90 pesos, me recordaba al célebre número 13 de la Rue del Percebe.

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Vaya, me ha salido un post bastante protestón...