miércoles, 17 de julio de 2013

Una mala racha


No se porque, pero tenía la impresión de que ellos se despertarían antes que yo, pero el caso es que dejo el campamento medio recogido y me voy al bar de ayer a desayunar y a hablar con Carmen por Skype.

Cuando vuelvo, la tienda está prácticamente seca y ellos aprovechan una mesa del camping para hacer sus exposiciones y trabajos. Me despido y al asfalto.

Como ayer, el día es virtualmente plano, pero más corto. Sólo 88 km, que me ventilo en 4:40… y ya soy plenamente consciente de que, en llano, y sin viento (me venía lateralmente) puedo rodar a unos 19km/h. Así que estoy contento al respecto.

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Llego a Great Falls que, para el estándar de las ciudades que hasta ahora he cruzado, es una gran metrópolis, al estilo de Anchorage. Lo que quiere decir que dispones de todo tipo de servicios pero que todos están a tomar viento. De cualquier modo mis prioridades están más o menos claras; y es que lo primero es intentar conseguir una tarjeta SIM de Verizon para el iPhone. Verizon es el equivalente a Movistar en España. ¿Y porque Verizon? Pues porque parece ser que es la compañía con mayor cobertura.

En resumidas cuentas, después de varios paseos entre el 7 y el 8 de julio he podido averiguar que:
1. Ni Verizon ni At&t pueden darme una tarjeta SIM con un nuevo número; cosa que me resulta muy curiosa cuando hace un rato he visto que las puedo comprar en Amazon.
2. Con Verizon me planteo comprarme un hotspot (un pequeño cacharro que, a través de una SIM, puede dar soporte wifi a varios cacharros a la vez) pero resulta que: a) aunque lo compre, no podré utilizarlo con otras compañías; b) sólo funcionará en los EEUU. Así que lo descarto bastante alucinado.
3. AT&T, que no me vende una SIM, está dispuesto a cambiar la SIM que tengo del teléfono que compré en Alaska a la microSIM que necesita el iPhone, pero eso sí, tengo que pasarme a un plan de datos de prepago que, por 40$/mes me ofrece 250 megas o por 60$/mes me da hasta un giga… así que le pregunto a la señora si es que los megas me los van a traer el equipo nacional de volley playa para justificar esos costes. Creo que debo mejorar mucho mi inglés antes de arriesgarme con el sarcasmo, pero bueno, "from lost to the river".

Me cojo una habitación de hotel y antes de guardar la bici le limpio la cadena, y es en ese momento que se rompe un radio. Me mosquea bastante lo aleatorio del momento, pero por otro lado es la ocasión perfecta para estrenar la nueva herramienta y, con calma, aprender a usarla. El resultado parece ser bueno, porque al montar la rueda de nuevo no me sobra ningún tornillo. En definitiva, acabo de ganarle tiempo, y dinero, a la rueda; pero parece inevitable que tenga que buscar una de 36-40 radios. Intentaré aguantar con esta hasta México, y si allí me puedo deshacer de algo de peso, tratar de llegar más allá. Ahora sólo tengo que preocuparme por tener suficientes radios de repuesto.

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Penita me doy!! Y ahora a arreglarlo.

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Me levanto al segundo toque de diana. Es decir, a las 08.30, y me preparo lo que queda del paquete de cereales junto con lo que queda de leche, ósea, la mitad del paquete. Recuerdo que ayer vi de pasada un máquina de café en la recepción y me acerco. No era una máquina, si no un termo, pero es café. Y tienen azúcar y crema en polvo, con lo que me doy con un canto en los dientes.

Enciendo el ordenador y charlo un rato con la familia. Mi plan para hoy es conseguir, antes de nada, la conexión de datos. En teoría, el teléfono está desbloqueado, pero no es que me cause la mejor de las impresiones ver el proceso de desbloqueo en un canal de Youtube.

Recojo y me voy para la tienda de Cellular One. Rebeca es la comercial que me atiende y lo hace con esmero, pero (siempre hay un pero) la tarifa de 50$/mes con datos ilimitados es sólo aplicable en Montana, y dudo mucho que vaya a estar un mes en Montana, así que al final termino con una de 55$/mes con 2 gigas. Vamos a ver lo que cunde y, más importante aun, la cobertura de que dispongo (escribo esto desde el camping de Kings Hill y no tengo cobertura).

El proceso de desbloqueo requiere de disponer del ordenador con el que sincronizar el iPhone, con lo cual soy afortunado al habérmelo traído, ¿y si no hubiese sido así? No quiero ni pensarlo. Me da un primer susto y me da que tendré que llamar de nuevo a España, con el riesgo de que ya esté cerrado el departamento, pero al segundo intento queda desbloqueado de forma casi inmediata. Rebeca me pasa su microsim y hacemos la prueba, ¡funciona! pues nada, a por la mía.

Ya tengo esto solucionado y ahora toca hinchar la rueda trasera y comprar pan, así que tomo rumbo y cumplo con los dos trámites; pero al comprar pan compro también una fuente de fruta que me ha entrado por el ojo. Mientras me la como llamo a España, pero no lo consigo, no se que pasa. Por un momento me planteo volver a la tienda pero no lo hago; mientras internet funcione, la conexión de voz me da igual. Al final consigo hablar con Carmen por Skype, al principio lo intento con la conexión 3G para ver como funciona pero parece inestable, chungo. Así que conecto con el wifi del centro comercial y podemos hablar un rato, mientras como. Se tiene que ir y yo aprovecho para descargarme un par de programas para el teléfono que deberían monitorizar el consumo de datos, uno de ellos, además, promete hacer una compresión de datos que hará el tráfico más liviano. Me suena a producto milagro de adelgazamiento, pero es gratis, así que "a la saca".

Arranco de nuevo y salgo de la ciudad más rápido de lo que imagino, con lo que me encuentro, de nuevo, en praderas sin fin. Agacho la cabeza, le doy voz a los auriculares y me abstraigo de todo. Puedo hacerlo porque dispongo de un arcén "canadiense", con uno americano ni se me ocurre. De repente, en las proximidades de Belt, se abre un tajo en la tierra que se traga la carretera y que da paso a Belt, concurrido pueblo de 4 casas con 2 casinos (aquí hay un estudio de mercado que me gustaría ver). Paro un momento e intento, y consigo, hablar con la familia a través de skype. La calidad del sonido no es malo, y si sigue así, me daré con un canto en los dientes. El único problema es que venía escuchando música y me habían llamado y no había saltado el tono. Me preocuparía de buscarle una solución pero lo cierto es que el teléfono va a tener conexión cuando la haya, por supuesto, y cuando yo lo conecte, porque el consumo de batería en búsqueda constante de señal puede dejarme sin música más rápido de lo que me imagino.

Un poco más adelante hay una área de descanso y me doy cogotazos por haber llamado desde la carretera cuando podía haberlo hecho cómodamente desde aquí, pero bueno. Hace calor, así que decido parar a beber, comer algo y lanzar algún whatsapp. Tengo compañía, un grajo un poco desvergonzado al que arrojo algún cacahuete. Leo un rato. Siento la llamada de la naturaleza y, al volver, me encuentro con que el jodio grajo ha estado picoteando el pan que tenía en el transportín. Y yo dándole cacahuetes.

Justo en el área de descanso está el desvío para la 89, pero ya estoy viendo las señales de "trabajos en la calzada". Me quedan por delante unas 10 millas de grava. La carretera circula junto a un arroyo, y la pendiente es moderada, pero el sol me está machacando, así que hago varias paradas.

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Con lo feo que era lo que había antes...


Toca hacer una subida algo más durilla pero el paisaje es bonito, así que ya tengo excusa para parar. Chequeo el movil y, como me temía, la batería ha caído hasta un 9%. Sigo subiendo, a veces más suave, a veces más duro, pero el sol siempre está ahí. Cuando hago cima empieza una bajada que me lleva a Monarch, donde por un instante me planteo el motel, pero me lo quito rápidamente de la cabeza y sigo adelante. Me deben quedar unos 10 km para el primero de los camping, el terreno se ha nivelado, y tiene una leve pendiente, pero la temperatura ha bajado y estoy enmedio de un valle bastante encajonado. Me paro a coger agua del arroyo, a la que aplico la pastillita, y sigo para adelante.

Finalmente llego a la señal del "camp rotatory". Me da que hay un matiz que se me escapa, pero me da igual. Según la señal me queda una milla de carril, que al final es 1,3 millas. Cuando llego allí veo donde está el matiz. Más que un camping son una serie de cabañas y un par de edificios que deben de poderse alquilar. De cualquier forma hay bastante pradera, así que me animo a pedir permiso para acampar. Cuando me acerco al edificio central aparece un el Sr. Brown, Philip. Le explico mi situación y se nos unen a la conversación una mujer y otro hombre (mi memoria para los nombres sigue siendo legendaria). Al parecer están en una especie de campamento baptista, y las opiniones sobre que me quede o no son encontradas. Así que como no quiero causar problemas, le doy las gracias y me doy media vuelta. Entonces Philip toma la batuta, "si estas dispuesto a seguir unas reglas te puedes quedar en una cabaña", le doy las gracias pero, insisto en que no quiero crear ningún malestar y me doy cuenta de cual es el problema. No me conocen, aparezco de la nada, y ahora ya estoy seguro de que son responsables de un montón de niños. Entiendo su inquietud, por un lado sus enseñanzas le impulsan a ayudarme, pero su responsabilidad para con los menores está ahí. Finalmente me ceden una cabaña, de la que me pide que no me mueva. Estoy cansado, sólo quiero dormir, y entiendo su suspicacia, así que accedo. Me estoy instalando cuando vuelve, me invitan a unirme a la cena, a lo que accedo.

Efectivamente el grupo está compuesto por 4 adultos y varios niños entre los 4 y los 20 años. En total seremos 15/16. Cenamos arroz con enchilada. Uno de los platos que yo me he preparado en alguna ocasión. Pero no en esa cantidad. Cuando me lo ponen delante me da la impresión de que es una fuente para que nos sirvamos 3 ó 4 de nosotros, pero no. Era sólo para mi, y me lo como todo. No sabía que tenía tanta hambre. Pero no soy el único.

Terminamos la cena y me voy a dormir. Philip me ha regalado una biblia de bolsillo. Hoy no toca hacer la tienda.

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Muy agradecido por la ayuda recibida. Amén.

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http://www.movescount.com/moves/move15995990

Me despierto sobre las 07.30. Hace frío en la cabaña. Parece que va a ser un día fresco. Me arreglo y para las 08.00 estoy dirigiéndome al edifico principal para despedirme. No hace frío, de hecho, hace bastante calor, pero la cabaña quedaba en la zona umbría del valle.

Cuando paso a despedirme me ofrecen quedarme a desayunar. Tenemos patatas, huevos revueltos, bacon y uvas. Para beber, agua y leche. Nada de café. Me resulta curiosa lo meticulosa que es la reverenda en cuanto a que la comida se vaya pasando siempre hacia quien tenemos a nuestra derecha, llegando a reprender al otro reverendo. Charlamos durante el desayuno y resulta que Philip y su familia son de Santa Monica, mientras que el resto son de la zona, y se han reunido todos aquí. Me preguntan por España, y por algunas expresiones. Finalmente nos hacemos unas fotos y sigo para adelante.

No me encuentro bien, no se si es el calor o lo que será, pero necesito parar cada poco tiempo. Llego a Neihart y compro un par de helados que me como sobre la marcha y una caja de galletas. Espero haberme recuperado un poco pero no es así. Como a unos 5 kilómetros me tengo que parar de nuevo, esta vez en un campground y decido esperar hasta la tarde. Como las galletas y algo de trail mix. Intento dormir un poco, pero las moscas no me dejan, así que leo un buen rato.

Cuando finalmente dan las 16.30 me pongo en marcha de nuevo. Sigo sin encontrarme bien, y empiezo a meditar sobre la necesidad de cambiar horarios, quizás salir sobre las 06.00 parar a medio día, y hacer una segunda tirada por la tarde. Tengo que meditarlo.

Sigo ascendiendo y me empiezo a mosquear. Estoy a punto de alcanzar los 2000 metros, y normalmente a esto le hacen fiesta en los mapas. El paso de Logan no era tan alto como este, o el altímetro no funciona bien. Finalmente llego a la cima, y se habían dado las dos circunstancias. El altímetro marcaba unos 100 m por debajo de cota y estoy por encima del paso de Logan. Hasta White Sulphur Srpings son 16 millas, que es lo mismo que he hecho, y probablemente será todo cuesta abajo, pero no quiero hacerlo: primero porque no se si volveré a toparme con kilómetros de vallas de nuevo, segundo, porque me da la impresión de que lo haría más por maquillar el día que por verdadera necesidad. No se si me estoy engañando a mi mismo.

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Cansaito estoy