jueves, 10 de octubre de 2013

San Francisco.

http://www.movescount.com/moves/move17381644

Nos levantamos en el campground y Giorgio me invita a acompañarlos en una excursión rápida, después de desayunar, a ver el Yosemite Valley.

Hicimos mesa común y me hizo mucha gracia lo sorprendidos que se quedaron cuando saqué el bote de Nutella. Tras esto, nos subimos al coche y fuimos al Valle, verdadero corazón del parque. Resulta que cuando me perdí, el día anterior, era hacia allí hacia donde me dirigía. Bueno, en coche, sobre todo la subida, es mucho más cómoda.






De todas formas, no me gustó especialmente visitarlo en coche. Fue demasiado rápido para lo que ya estoy acostumbrado, y ese valle realmente se merece que vuelva a California, entonces ¿porque no volví cuando regresamos al camping y nos separamos? Pues porque seguía con la caída en la cabeza, porque llegar hasta allí serían unos 35 km, con la mitad de ellos hacia arriba, y porque tras esto, tendría que cruzar mucha más distancia del Valley (valle entre Yosemite y San Francisco) que por lo que parece suele ser muy cálido.

De modo que, al volver, y después de despedirnos, tomo rumbo hacia el oeste, hacia el mar y hacia San Francisco.

El trazado sigue la tónica esperada, cuesta abajo. Y para mi alegría, recupero los arcenes que había perdido en el Parque Nacional. A medida que bajo se hace notar, por un lado, el calor, y por otro el verde de los árboles, va dando paso, paulatinamente, al pardo del matorral ya sequito. Una pena.

No obstante, en el camino me tropiezo con algún sitio bonito, como Groveland. Muy pintoresco. Y también con algún sitio raro, peligroso, podría llegar a ser. El acceso a Priest. Este pueblo tiene dos carreteras de acceso, la primera, más antigua pero aun en uso, tiene una pendiente media del 17%; al parecer, las gentes del pueblo, a principios del siglo XX se hartaron de la cantidad de accidentes que se producían y emprendieron la construcción, por sus propios medios, de la carretera que ahora mismo es la principal, y con una pendiente del 4%… que por suerte es la que yo cogí. No quiero imaginarme bajar una pendiente del 17% con el remolque empujando desde atrás. Fue en esta cuesta, más que en ningún otro momento, cuando sentí realmente el aumento de la temperatura.

Una vez dejé esta cuesta, el camino me lleva junto a un lago donde, para mi envidia, vi gente practicando esquí acuático… y yo pegado al asfalto. Me llamó la atención un puente apoyado únicamente sobre una parte de sus puntales… terroríficamente curioso.

Al final el día parece que va a resultar provechoso y estoy convencido en coger una habitación de hotel. Veo uno en la carretera con un muy buen precio, pero rápidamente veo que está junto a un club de caballeros… mejor que no. Me planto en Oakdale y aquí ya si, que hay que reponer energías… y yo que pensaba que iba a estar más destrozado.

http://www.movescount.com/moves/move17517505

Pocas cosas me gustan menos cuando viajo en bici, o cuando he hecho algún tramo del camino de Santiago andando, que entrar o salir de una ciudad. Y si es grande, pues peor. Y me estoy acercando a San Francisco.

Pero empecemos por el principio. Uno de los damnificados por la caída fueron las gafas de sol. Hacía tiempo que le venía dando vueltas a unas gafas fotocromáticas, ya que conduciendo de noche he tenido algún problema con bichos en los ojos, así que no perdí la oportunidad y me hice con unas en Oakdale… estoy moníiiiiisimo.

El terreno es bastante llano, pero el viento me está dejando chato. Aun así avanzo con facilidad… hasta que me pierdo. y ¿por que me pierdo? Porque me acerco a una gran ciudad, y si mi plan era que la 120 fuese la carretera que me iba a llevar hasta ella, pues se ve que tendré que rehacer mis planes, porque la 120, en algún punto, se convierte en interestatal, lo que me obliga a empezar a dar saltos entre carreteras de pequeños villorrios, polígonos industriales y urbanizaciones a medio urbanizar. Para colmo, el terreno es totalmente llano, sin puntos de referencia… bueno, eso no es cierto, el viento en contra es mi mejor referencia, pero mi subconsciente me hace huir de él, quizás por eso en algún caso me veo tentado a volver sobre mis pasos, y en algún momento algo más que tentado… vuelvo sobre mis pasos.

Desesperado, de tanto en tanto, me meto en la interestatal, cruzando los dedos para que ningún policía decida darme un autógrafo de recuerdo. Tengo suerte. Pero lo cierto es que no avanzo casi nada. Al final del día, ya empezaba a convencerme de que iba a tener una oportunidad magnífica de probar mis "gafas de visión nocturna". Me salgo de la autopista para tomar un camino que parece irá paralelo… y se acaba el mundo. Un viento atroz está a punto de tirarme de la bici, es imposible avanzar, quedo totalmente anonadado por la violencia con que ha llegado. Espero que sean simplemente unas ráfagas pero no, aquello no tiene pinta de amainar, así que busco refugio en un camino vecinal y me echo a dormir únicamente con el saco.

Lo que son los días, avanzas mucho menos, te cansas mucho más.

http://www.movescount.com/moves/move17517507

Como me temía, no he oído la alarma del movil, así que me despierto a las 06.30 con la del reloj. Me encuentro bastante descansado, y parece que me va a hacer falta, porque me quedan unos 100 km por delante, y el viento sigue donde lo dejé, aunque no con tanta fuerza. Recojo y me pongo en marcha sin desayunar. He de retroceder un poco y tomar hacia el oeste encarando el viento y unas ligeras colinas. El problema al final, lo que son las cosas, es que son ligeras. Si fuesen un poco más altas probablemente me taparían el viento, pero no tengo esa suerte, y como además la carretera lo que hace es discurrir entre ellas lo que me encuentro es una pared de viento que me ralentiza muchísimo. Lo que me lleva a los clásicos cálculos de, "voy a tardar 10 horas de pedaleo, eso son 14 horas de viaje… puff". Pero bueno, paso a paso.

Sigo avanzando y en algún momento que soy incapaz de identificar, hago cima y comienzo a bajar. La carretera sigue en cierto modo a la interestatal de modo que, de tarde en tarde, en los accesos a esta, se producen retenciones. Son las 08.30 más o menos y llego a un pueblo. 7eleven en el que me cargo un par de cinamon bum y un litro de batido de chocolate. Me quedan unas 45 millas y ahora mi preocupación será tratar de evitar en la medida de lo posible el perderme, pero cuidando a la vez de la batería del iPhone donde tengo los mapas.

Será que ayer estaba más cuajado de lo habitual o que hoy es más sencillo pero las pérdidas son menores, así que con paso más o menos firme supero alguna colina que se interpone en mi camino (llegaré a SF y seguiré esperando las temidas montañas que me habían anticipado hace un par de días).

Finalmente, desde lo alto de una de estas colinas creo divisar el mar. La bruma me impide estar seguro, pero el olor está ahí. No es igual al que uno percibe en el Mediterraneo. Se siente menos usado. Pero después de 3 meses realmente lo añoraba. Renueva mis fuerzas (el hecho de que sea una cuesta abajo no tiene nada que ver, para nada).

Por lo que parece, me equivoqué en el cálculo de la distancia que me faltaba, ya que habré de tomar un transbordador en el que haré unas 5/6 millas… pues eso que me quito. De cualquier modo, hasta llegar al transbordador pasaré por una serie de ¿pueblos?¿barrios? que me llaman la atención por las brutales diferencias entre ellos. En algún caso, la calle principal por la que estoy circulando es bonita, lustrosa, con mucha vida en la calle, comercios, farolas con plantas colgadas y demás. Casi sin solución de continuidad paso a un nuevo barrio, en este caso casi un gueto. Empieza a aparecer la suciedad, los grafitos, negocios cerrados, y grupos de personas que parecen no estar haciendo nada bueno (serán imaginaciones mías). Veo alguna estampa que parece sacada de alguna película, como los 5 ó 6 tipos que estaban sentados en sillas de playa que apenas se mantienen en pie, a la puerta de un negocio de lavado de coches, charlando alegremente, mientras circula de uno a otro una bebida que no soy capaz de identificar.

Algún atrevido creo que me indica que tengo que circular por la acera. No llego a dejarle ver la longitud de mi dedo, pero ganas no me falta. Unos 150 kilos de carne y acero a 20 km/h por una acera, claro, por supuesto.

Una vez llego al ferry dejo la bici en la parte posterior y salgo a la cubierta superior. El viento es brutal, y no se relaja precisamente cuando el barco toma velocidad. La vista es bonita, lastima de la bruma que lo empaña, y de la cámara que, con esta luz, no me deja ver lo que estoy fotografiando. De cualquier modo, tengo Alcatraz a tiro de piedra y la vista de la ciudad desde la bahía es bonita. 

A puntito de atracar.

Cada uno tiene sus manías, y una de las mías, cuando visito grandes ciudades por primera vez, es no ir a museos, no tomar ninguna guía y básicamente ponerme a andar hasta que me pierdo. No se lo recomiendo a nadie, no porque no sea un buen modo de conocer una ciudad (a mi me gusta), pero es cierto que corres el riesgo de volver de un sitio y que alguien te salte con el clásico -¿no has estado en "famoso museo/teatro/puente/plaza"?, pues entonces es como si no hubieses ido. Desde ya, voy advirtiendo a amigos, conocidos y futuros conocidos que procuraré un billete sin retorno a Alcatraz a quien me suelte una de esas. Pero desde el cariño, claro.

Si os fijáis podréis ver a Clint con su cucharilla


La ciudad se tambaleaba, por eso todas las fotos están torcidas
Pues nada, muy bonita. No tiene nada que ver con el resto de ciudades que he visto. Es más "europea" y quizás por eso me ha gustado más. No obstante los contrastes le siguen dando un punto que uno dificilmente encuentra en Paris o Madrid. Uno de los detalles que más me gustó fue cuando acabé en el barrio chino y en un parque había varios grupos haciendo gimnasia. Cada uno a su estilo, algunos practicando alguna variedad del Tai-chi, con o sin armas. Un completo pitorreo que se traían las señoras, muy mayores todas ellas, a ver quien se agachaba o estiraba más... y creedme que se estiraban.

Me sorprendió (cosas de la ignorancia) encontrarme leones marinos en el puerto. Venía yo con muchas ganas de darme un chapuzón, pero me da a mi que voy a esperar un poquito, que el agua debe estar fresquita.

Leones marinados
También tiene su interés el barrio financiero, el cual queda muy cerca de donde os soltará el ferry. Todo el mundo va con prisas, todo el mundo está ajetreado. Las cosas de la gran ciudad, nadie mira dos veces al ciclista con el extraño chisme que le sigue, cuando lo normal hasta el momento es que muchos hubiesen preguntado.

Mucho más elegante que pedalear.





















Mi pelo, mi pelo...




Finalmente emprendo camino pero claro, muy digno me pongo yo con lo de perderme y olvidarme de los lugares clave, salvo por el Golden Gate Bridge. Pues muy chulo. Un puente. Pero estoy un poco, acongojado, son ya muchas películas en las que este puente se ha venido abajo, así que antes de ponerme a cruzarlo hago lo que cualquiera con un poco de sentido común haría: mirar para los lados y comprobar que no hay aliens, monstruos, terroristas o meteoritos a la vista, porque si los hay, estoy en el epicentro de la catástrofe, pero no, lo único que hay es un torrente de turistas que, cámara en mano, pretende llevarse un recuerdo. Al otro lado Sausalito, una pequeña ciudad costera, muuuuuy turística. Hay que estar atento a que hora se cruza el puente en bici ya que está regulado el lado de tránsito sobre el mismo para evitar follones con los peatones. También hay que tener cuidado con el viento, que es muy fuerte y racheado, o perderéis la pamela como yo.




El niño se cree artista.