domingo, 27 de octubre de 2013

Primeros pasos en Mexico. Baja California.



Empacar y un decepcionante desayuno es todo uno. Pero la parte positiva es que la frontera me queda a escaso kilómetro y medio y aunque me toma hacer dos o tres preguntas consigo llegar rápidamente al puesto fronterizo. El primer inconveniente está en pasar la bicicleta con carrito por una puerta de torno pero el soldado que estaba al otro lado me ayudó con el carrito mientras yo pasaba la bici. Según me comentó, si no conseguía pasarla por ahí tendría que ir hasta Tecate para el siguiente paso peatonal, ya que no me dejarían pasar como vehículo. Así que pasada la primera barrera y con el pasaporte entre los dientes me dispongo a cruzar la frontera. Pasillo para arriba y para abajo, una cola que discurre hacia los EEUU, algún escalón que otro y empiezo a ver taxis… maldita sea, he cruzado la frontera y lo único que ha conseguido es la marca de mis dientes.

Preciso instante en que me doy cuenta que ya estoy en México

Me interno un poco más en la ciudad y localizo a un policía.
- Buenos días, señor agente, es que acabo de cruzar la frontera y nadie me ha pedido el pasaporte- 
- ¿Eres turista?- me pregunta.
- Pues… sí- Creo que no es el momento para decir que prefiero viajero.
- Entonces no hay problema.

Dándole las gracias, un poco mosqueado retomo camino. ¿Que hago cuando me encuentre a otro policía? ¿Le enseño la cámara en lugar del pasaporte?

El Padre Eusebio indicándome el camino al hotel
El día de hoy debo emplearlo en conseguir una tarjeta para el movil, cosa que en los EEUU me tomó prácticamente 3 semanas. Busco el hotel que había reservado y lo cierto es que me toma un buen rato ya que la mayoría de las calles no tienen nombre, no tengo internet, y el programa de GPS que venía utilizando no tiene cargados los mapas de México. Pero finalmente localizo el hotel.

Siguiente inconveniente a salvar. Una buena cantidad de terminales no acepta las tarjetas europeas ya que parece que estas están utilizando una tecnología más avanzada que la que tienen aquí. El recepcionista me manda a un Oxxo, que es una cadena de pequeñas tiendas que hay a lo largo de todo el país donde hay cajero, pero tampoco funciona la tarjeta. Por suerte a la vuelta de la esquina hay un Santander y aquí ya sí… sólo que ahora hay que aprenderse la tabla del 17, que es el tipo de cambio, más o menos estable, con el euro.

El hotel tiene su gracia. La regulación térmica viene por un ventilador bestial que está en el pasillo, como de todas formas la única ventana da hacia el pasillo pues tiene uno una temperatura "agradable". El ambiente de la habitación ciertamente te invita a conocer la ciudad.

Pues ya empezaba a creer que tenían pasión por las rotondas... craso error.

Lo primero que te llama la atención cuando paseas por Tijuana es la altura de las aceras. Ser discapacitado, o anciano, tener cualquier tipo de problema de movilidad es realmente un inconveniente en esta ciudad. En la parte más turística sí existen rebajes para poder acceder a las aceras (que en algunos puntos pueden alcanzar los 35 cm de altura) pero fuera de estas zonas… bueno, ahí te las veas para saltar aceras. Con el tiempo he llegado a pensar si no será una defensa contra coches que puedan atropellar a peatones, pero no estoy nada convencido.

Me dejé caer hasta un centro comercial y en cuestión de 15 minutos tenía mi tarjeta con Telcel tanto para hablar como para navegar… igualito que en los EEUU, vamos.

Los precios también se notan mucho más baratos que en los EEUU. La coca-cola que allí costaba 1$ (0,8€) aquí son 9 pesos (0,65€). En general todos los productos de alimentación son más baratos.

Por otro lado, y después de andar paseando un buen rato por  la ciudad no he sentido en ningún momento inseguridad ni nada por el estilo, si bien sí que se nota mucho más la presencia policial. Y no hablo de policías patrullando y listo. Hablo de furgonetas con 4/5 policías en la parte de atrás, con todo el equipo táctico montado y listo para intervenir.

De cualquier modo, las primeras impresiones están para ser asentadas o modificadas con el paso de los días. Así que con la misión cumplida (el teléfono) me voy para la cama, por delante 1600 km de Baja California se extienden ante mi.



Estoy hecho un crack. Una ruta de 55 km que convierto en 65 gracias a perderme por Tijuana. Era muy sencillo bajar hasta el rio y tomar la 1 que me guiará por toda la Baja hasta La Paz pero decidí tirarme a la aventura y perderme… y me perdí. La parte positiva es que, cuando por fin alcancé la carretera, el alivio que sentí fue enorme.

De Tijuana me habían dicho que sería un lugar muy peligroso y muy seguro, pero respecto a lo primero me hicieron referencia a asentamientos parecidos a favelas. Su raíz parecen ser las de aquellos que tratan de cruzar la frontera hacia el norte… viendo como la crucé yo, no termino de entenderlo.

Residencial "La Favela"
Para salir de Tijuana hay que vencer unas pequeñas colinas que con el calor se crecen un tanto pero que la paciencia, como siempre vienen a doblegar. Finalmente me voy acercando a la costa y al llegar a Rosarito paro a comer en un centro comercial. Buffet de pizzas por 85 pesos, con las bebidas ilimitadas incluidas… no saben a lo que se exponen. Lo único que lo hubiese mejorado es disponer de wifi pero tengo mi kindle, así que para el caso es lo mismo. Cuando me empiezan a mirar mal me levanto y sigo camino.

Detalle de la avenida pasado Rosarito



Sin palabras.
Comienzo a atravesar pueblos que son atravesados por esta, de momento, gran carretera. El patrón de la urbanización sigue siendo netamente americano. Edificios de 2 o como máximo 3 alturas, pero siempre viviendas unifamiliares o negocios, amplias avenidas principales, diseñadas para coches, no para peatones. Es por esto que llama especialmente la atención unas inmensas moles de cemento que, de tarde en tarde, se levantan al borde de esta, no muy agreste, costa. Y uno, que aunque joven, es muy leído, no tiene por más que pensar en que algo así debió ser el boom inmobiliario de los 70 en la costa mediterránea. Es realmente triste ver como se repiten los errores con 40 años de diferencia. Lo peor de todo es que, además, el mercado objetivo de estos complejos "turísticos" ni tan siquiera son los mexicanos que han ganado en calidad de vida, sino que son para los americanos que buscan una verdadera tierra de libertad… y ahora ya me cuadra el tema de la frontera.

A ver quien es el guapo que dice "culo" en esa mansión.
Finalmente me dejo caer hasta Los Alisitos donde me doy un gusto y me permito una habitación que borre el recuerdo de la de ayer. Además la dueña resulta ser de Alaska y dos margaritas que caen a cuenta de la casa… esta noche dormiré plácidamente.


Detalles de la costa.