martes, 28 de enero de 2014

Reunión cicloturista.

Comienzo el día contraviniendo mi primera y casi única regla para viajes en bicicleta: ni un paso atrás, ni para coger carrerilla. Pero no es carrerilla lo que quiero coger, si no algo para comer. Así que me acerco hasta el Oxxo más cercano, que está junto a una Pemex y me siento en un escalón a comer algo. No me noto de un excelente humor. Estoy un poco como el día, gris y plomizo. Poéticamente podríamos decir que estoy en comunión con los elementos, más prosaicamente diríamos que estoy "delicaito". Por suerte nadie viene a curiosear. No me entendais mal, no hubiese sido un insolente ni desagradable. Para nada. Es sólo que hubiese tenido que fingir. Nadie tiene porque soportar mis malas pulgas.

A la luz del día puedo ver que, efectivamente, Jiquilpan de Juarez está en un altiplano. Desde aquí casi parece la olla de un volcán ya extinto, así que cuando echo un vistazo a la ruta no me sorprende en absoluto ver que tendré grandes rectas por delante. Así que me planto los auriculares, selecciono la lista de reproducción de Disturbed y comienzo a pedalear.

Efectivamente, la primera curva la doy 10 km más tarde. Y como siempre añoramos lo que no tenemos, ansío llegar a alguna montaña para encontrar un paisaje más agradecido que el actual ya que de momento he empalmado la primera ciudad con la segunda, Sahuayo de Morelos. Hace algo de fresco, nada que un impermeable no arregle, y en los momentos en los que soy consciente de esto, siento una pequeña alegría después de las temperaturas que disfruté en la costa... y que sospecho habré de sufrir de nuevo más adelante.

Otros 8 kilómetros de monotonía me llevan hasta Venustiano Carranza y hasta La Barca 20 kilómetros más, únicamente distraído por una curva a la que casi quiero hacerle un monumento. En definitiva, me aburro mucho. A estas alturas la música no es consuelo. Llevo escuchando las mismas canciones desde Alaska y ya me se el orden en aleatorio (porque no es aleatorio, siempre hay un algoritmo, es imposible programar la aleatoriedad... un contrasentido).

Poco después de La Barca parece que mis ruegos son atendidos. Comienzo a subir... pero no, son unos tristes 200 metros los que asciendo y en línea recta, así que sigo enriqueciendo mi mundo interior. En el horizonte diviso Ecuandureo y me desvío hacia allá para hacer noche.

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Ecuandureo. Sorpresas te da la vida.

Entro a la plaza del pueblo y un chaval cargado con unas garrafas de agua me llama: -"Allá están sus amigos". Me quedo un tanto desconcertado, en primer lugar porque no sabía que tenía amigos por aquí, en segundo lugar porque el imberbe lleva puesto un uniforme de policía y carga su arma reglamentaria al cinto (si tiene más de 17 años yo soy Ava Gardner). Me giro hacia donde me señala y en medio de la plaza hay 7 u 8 chavales que se acercan hacia mi. 4 de ellos son mexicanos, de Guadalajara, que están viajando en bicicleta hacia la ciudad de Morelia, donde se va a celebrar el VI Congreso Anual de Ciclismo Urbano; después tenemos a un japones, Yuta, doctor en astrofísica, que mientras viajaba como mochilero por San Francisco vio a un cicloturista y se enamoró de la idea, así que se compró bici, alforjas y demás aparejos, tomó un vuelo a Vancouver y comenzó allí su andadura (a mi me tomó 10 años arrancarme, a este tío 3 días... lo odio un poco, jejeje); tenemos también a Paul, posteriormente conocido como "El macho alfa", americano licenciado en biología marina, que comenzó su viaje en Fairbanks sobre junio, su buen humor y, sobre todo, su vitalidad harían de él un magnifico compañero... si fuese capaz de aguantarle el ritmo; y por último, aunque no menos importante, un vitoriano, Álvaro, que comenzó su viaje en Anchorage y ahora anda por estos lares.

Al parecer se conocieron en Guadalajara, en una casa ciclista, y una cosa lleva a la otra y aquí están todos juntos. Me cuentan que se están quedando a dormir en el cuartel de policía del pueblo y que quizás me puedan hacer un hueco. Me dan indicaciones y un par de minutos más tarde estoy hablando con los policías. Me identifico y me indican donde puedo poner la tienda. La última tienda que cabrá en el patio que, en otros momentos debe funcionar como aparcamiento y que amablemente nos han cedido. Me muestran las duchas, aseos y cocina y me invitan a hacer uso de ellas. Monto mi tienda y poco después comienzan a llegar mis probablemente nuevos compañeros.

Se me hace raro estar con tanta gente después de tanto tiempo. Charlo con todos un rato, y resulta especialmente agradable no tener que contar mi historia una vez más, únicamente nos preguntamos los origenes y posibles destinos y a partir de ahí seguimos por otros derroteros. Me resulta muy grato hablar con Paul y así refrescar el inglés que llevo ya más de un mes sin practicar. Yuta es muy callado, y cuando habla, muy a la japonesa, lo hace prácticamente en un susurro, pero da igual, transmite muy buenas vibraciones y sigo flipando con lo de la astrofísica. Álvaro es otro cantar, muy buena gente, y dicharachero, pero el pobre tiene un enfriamiento bastante serio y en cuanto puede se va para el saco.

Al parecer esperan a un par de amigas que deben llegar mañana al pueblo sobre las 08:30 más o menos. Así que mañana no pedalearé en solitario.

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Cuartel de policía en Ecuandureo.
http://www.movescount.com/es/moves/move20479745

Querríamos, al menos yo, habernos levantado con el sol; pero México despierta a las 06:00 de la mañana, y además con carácter casi obligatorio si a golpe de campanas pretenden tocar el himno nacional (al menos eso creo que era). Además todos los policías pasan por la ducha (cuyo ventanuco da al patio) antes de comenzar el servicio. Así que el jaleo nos va despertando. De todos modos tenemos que esperar a las niñas, así que vamos desayunando y recogiendo con una pausa pasmosa... de hecho todos, en algún momento u otro, volvemos a la tienda a calentarnos. Hace una temperatura demasiado baja como para estar en pie sin hacer nada. Alvaro parece que se encuentra algo mejor, y el desayuno le sienta bien. A todos nos sienta bien.

Las chicas llegan sobre las 09:00. Han tenido una noche bastante agitada, ya que vinieron en bus hasta un pueblo a unos 18km de aquí, donde las soltó sobre las 07:00, y entre montar las bicis con todos los bártulos y venir han echado un rato. Además durmieron más bien poco en el autobús. Pero bueno, ya estamos todos y podemos empezar.

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María y Gabi.

Hay un escaso kilómetro desde el pueblo hasta la carretera de cuota, y no requiero más que esa distancia para percatarme que aquí cada uno va a ir a su ritmo. ¡¡Me encanta!! Podríais pensar que después de 5 meses prácticamente sin compañía estaría desesperado por poder compartir las horas de pedaleo con alguien; máxime después del día de ayer, y no estaríais demasiado equivocados, pero el hecho de que cada uno vaya a su ritmo no es más que una muestra de que trato con "profesionales del pedal". En etapas largas, tratar de mantener el ritmo de un tercero normalmente va a mermar o bien nuestras fuerzas y/o nuestra paciencia. Por otro lado, soy consciente de que quizás ellos (sobre todo los mexicanos) quieran disfrutar de esa soledad que permite el ciclismo de alforjas, y no quiero ser yo el que agobie a nadie con simple cháchara. Así que a veces alcanzas a alguien y hablas un rato, y otras veces eres el alcanzado...

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Yuta y Ollin. Preparados para el frio.

Y después está Paul. Hace frío, el termómetro ha caído hasta los 13º y todos hemos tirado de chubasqueros, sudaderas o lo que sea. Álvaro lo va llevando como puede, y Yuta, que con sus escasos 50 kilos a repartir entre su 170 cm, no tiene grasa que lo aisle, se ha echado todo lo que tiene encima. Paul no se ha enterado de nada. Sigue en camiseta. De repente te adelanta dejándote un tanto humillado, y al rato lo pasas tu porque está sacándole fotos a lo más impensado, al rato vuelve a alcanzarte y charlas un rato con él; aunque más bien él habla y yo resoplo. A lo tonto estamos subiendo y mucho. La cota de los 2000 metros la dejamos atrás en un par de ocasiones.

Los pueblos están muy espaciados, y en previsión de lo que iba a pasar, Bernardo (uno de los nacionales) marcó un punto de reunión en el siguiente peaje de la carretera. No se me olvide que Jose Luis, uno de los compañeros, valiente donde los haya, iba con una bicicleta plegable. Además de no permitirte posturas aerodinámicas ya que vas todo el rato con el tronco erguido, manejaba únicamente un plato, con lo cual las cuestas arriba se le hacían más para arriba aun. Obviamente iba cargado con todo lo que necesitaba para los días de camino... el tío no desfallecía ni resoplaba, no quiero ni imaginar que no haría con una bicicleta más adecuada.

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Paul y Jose Luis.
Así que a eso de las 14:00, y con un margen de aproximadamente una hora entre los primeros y los últimos, vamos agrupándonos en el peaje. Las últimas en llegar son las chicas, cosa normal ya que a todos nos ha costado trabajo llegar hasta aquí y ellas llevan 20 km más que nosotros en las piernas. Comemos y celebramos cónclave para decidir la ruta. Estamos un poco hartos de autopista y queremos salir de ella a pesar de ser más segura. Se van proponiendo rutas y la cosa se va aclarando hasta que empiezo a preguntar distancias, y entonces nos damos cuentas que no vamos a ir más allá por hoy. Nuestra velocidad media apenas ha llegado a los 12km/h, y en el mejor de los casos nos quedarían otros 40km por delante, lo que dejaría el día en 90km... pero 110km para las María y Gabi, que recordemos que durmieron poco.
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Reposando en el camping.

De cualquier forma, personalmente tampoco me veo con muchas fuerzas y menos aun para pedalear de noche, así que decidimos quedarnos en la cercana Panindicuaro. Encontramos un camping cerrado y localizamos al dueño, que por 20 pesos por cabeza nos deja quedarnos en él. Y justo a tiempo, porque es entrar y comenzar a chispear, así que montamos las tiendas bajo un techado y después de un rato de tonteo, en el cual el inagotable Paul se puso a trepar árboles ante nuestra mirada atónita, nos acercamos al pueblo a comprar algo.

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El cónclave.

A estas alturas ya empezaba yo a notarme raro. Y a la vuelta de la compra, ya anochecido, no dejaba de pegar temblores. No habían dado las 22:00 y ya estaba en el sobre, con mi saco alascuence y una sudadera de postre. Mala noche.

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Paul a la piscina.
http://www.movescount.com/es/moves/move20479749


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