jueves, 23 de enero de 2014

Evitando carreteras peligrosas.

No es por quejarme de la comodidad. A lo bueno se acostumbra uno muy fácilmente, y haber pasado estos días en el hotel, aunque casi haya sido por prescripción médica, me ha venido muy bien. No obstante, me pica el culete, y siento la llamada de Acapulco, mi próxima gran ciudad. Y la verdad es que no se porqué, máxime con lo que he llegado a rajar de grandes ciudades como Los Angeles... quizás sea por años de campañas publicitarias. Mi celebro esta contaminado.

Me lío un poco al salir de Manzanillo. Lo habitual en una ciudad de cierto tamaño, pero gracias a Google maps me dirijo con paso seguro hacia el sur. En aquellos países o momentos sin cobertura (de los que en EEUU han habido un montón, es lo que tiene viajar en bicicleta) la solución más sencilla a la par que enriquecedora es preguntar a la gente (por mucho que los hombres de verdad parezcamos incapacitados para ello). Quizás sea la segunda mejor forma de conocer lugares nuevos.

La carretera continúa paralela a la costa, y el muro verde sigue ahí, pero de tanto en tanto me deja atisbar algo más de lo que me rodea. Y aunque no llego a verlo, se que buena parte del día de hoy andaré entre dos aguas ya que a mi izquierda tendré un par de grandes lagunas, si bien no tengo claro si son de agua dulce o salá.

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Al valle.

Así que el día transcurre tranquilo, agradable. No me exijo ningún esfuerzo, quiero darme unos días para terminar de recuperarme aunque me encuentre bien... me mosquea un poco el no saber que es lo que he tenido.

Querría llegar a Tecoman, que se aparta un poco de la costa para volver a retomarla. Esta zona es una especie de valle, amparado por la cordillera que queda un poco retirada. Como todo lo que hay por aquí, es muy fértil, pero creo que por primera vez, me tropiezo con plantaciones de plátanos, y ahora que lo pienso, salvando la Baja California, que es bastante árida, no creo haber visto grandes (o pequeñas) zonas de cultivo.

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Entre el mar y el lago

Hoy me toca la pequeña turistada de rigor. En lugar de recurrir al clásico refresco me voy a tomar un agua de coco. Quizás no sea la mejor idea ya que, aunque no soy alérgico al coco, no se si estas aguas tienen efecto astringente, laxante o algo al estilo, y como dije no estoy para muchos trotes. Pero de los cobardes no se escribió nunca nada (quedaría bonito en mi lápida: "Bebió agua de coco... ahí es ná". Así que en uno de los tantos puestos que me voy encontrando me paro a tomarme mi agüita. Te parten el coco con su machete (que aquí casi parece un complemento de moda como podría ser un cinturón o una gorra, todos tienen uno), pajita, que aquí llaman popote, y a sorber. Me encantaría decir que fue una experiencia inolvidable y que todo el mundo ha de probar; uno de esos clásicos de las 1000 tonterías que hacer antes de morir, pero no. El sabor no me entusiasmó y además no terminó de saciarme la sed. Pero bueno, no todo van a ser grandes momentos.

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Coloraete
Estoy acercándome ya a Tecomán y el cuerpo empieza a pasarme factura, además la rueda trasera va floja, parece que he pinchado, así que me cojo una habitación y me lío a arreglar la bici acompañado de un nuevo amiguete.

En principio mañana debería dejar esta zona para entrar nuevamente en carretera de montaña, aunque vaya pegada a la costa. Estoy hablando de esto con el dueño del hospicio y veo que la cara le va cambiando poco a poco. -Mijo, esa carretera no es segura- termina soltándome. Le explico que vengo desde Tijuana y ya estoy acostumbrado a la conducción mexicana. -No es a los carros a los que tendrías que temer- y queda todo dicho. Más tarde, hablando con su mujer, se explayaron más sobre la situación del estado de Michoacan y sobre todo Guerrero, en el cual está Acapulco. Mi plan cuidadosamente trazado (jajajaja) me llevaba hasta Acapulco y allí decidiría si iría hacia Yucatán o seguiría por la costa hacia el sur. En cuestión de 15 segundos rehago el plan. Iré hacia el centro del país y allí ya veré que hago.

http://www.movescount.com/moves/move20136441

Canta la canción que Guadalajara está en un llano y México en una laguna (que me aspen si no estuve toda la vida pensando que Mexico estaba en una llanura) pero de lo que no dice nada es de la altitud a la que se encuentran estas ciudades... supongo que no encajaba bien en la letra. Así que, ignorante de mi, tomo rumbo hacia Colima, capital del estado homónimo, sin saber que me quedaban por delante unos días de subida.

Sin embargo, ganar algo de altitud suele traer dos ventajas que no son menores ya que dejaré atrás la sofocante humedad y el calor asfixiante. Y vaya si se va notando, a lo largo del día, y mientras asciendo, el termómetro que llegó a marcar 42 grados terminará el día sobre los 28º; todo un alivio.

carretera a Tuxpan, campo de maiz, Jalisco, Mexico


Como estos últimos días, el paisaje no consigue llegarme a pesar de entrar en algún valle e ir dejando atrás alguna montañita; así que recurro a lo típico: oteo el horizonte, subo el volumen de la música e hinco la cabeza en el manillar, eso sí, echando frecuentes vistazos al retrovisor por si alguno se me quiere llevar puesto.

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Rey Coliman, primo del que quería arrancarle el corazón a Indiana Jones
La ciudad de Colima, como no podría ser de otro modo, está en cuesta. La cruzo con calma, casi se podría decir que con desidia. No creo haber entrado en el centro de la ciudad, si no más bien haberla cruzado por un lateral, así que aunque no me ha llamado la atención, me guardaré de emitir un juicio de opinión. Quizás me haya perdido una visita única por puro desconocimiento. Lo que si me llama la atención en una capital de estado es encontrarme un entierro "a la antigua", esto es con el coche fúnebre en cabeza y la comitiva, formada por unas 200 personas, andando detrás. No hay apenas tráfico, y el que adelanta el paso fúnebre contiene el claxon, pero quizás en un día laborable hubiese sido un jaleo.

El día se va terminando, y lo cierto es que salgo de Colima sin darme cuenta que necesito comprar algo de comida, pero siguiendo la máxima de "ni un paso atrás ni para tomar carrerilla", espero encontrar algo en el camino. El Trapiche es el siguiente desvío que tengo en la carretera, así que lo tomo en busca de alguna tiendecita y buscando ya donde plantar el huevo.

En definitiva... un día más sin mucho que contar.

http://www.movescount.com/es/moves/move20136442

Como decía, a medida que asciendo, la temperatura va dándome un respiro, y así va costando menos subir tirando de Bob. Ya casi paso más tiempo por debajo de los 30º que por encima.

Lo peor del día es el inicio, aunque la pendiente media no debe ser superior al 5%, tirar del carrito después de tantos días de llano me está costando la vida misma. Así mi velocidad media difícilmente supera los 10km/hora y tengo la impresión de que gasto más esfuerzo en mantener el equilibrio que en avanzar... pero se avanza, y sin viento, que no es baladí. El aire es menos sofocante, y los árboles van aclarándose un poco. Tengo la sensación de salir de la selva para entrar en bosque, y eso me da la vida.

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¡¡Bienvenidos de nuevo a Jalisco!! Dejo a mi izquierda el Volcán Nevado de Colima (que ni echaba lava ni tenía nieve) y comienzo a descender suavemente hasta un altiplano que me dura más bien poco. Sin embargo reconozco que estoy disfrutando mucho el día, no estoy sobrado de fuerzas, y está siendo duro, pero es uno de esos días en los que las pequeñas cosas encajan para que te sientas a gusto.


Tras ascender de nuevo, queda ante mi lo que probablemente será el destino del día: Tamazula de Gordiano (¿he dicho ya que me encantan los nombres de los pueblos de México?)

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Tamazula de Gordiano
http://www.movescount.com/es/moves/move20241305

Aunque fue un gran día el de ayer, me estaba empezando a entrar la duda de a que altitud se encuentra México DF. Así que google al canto y serán unos 2300 metros, que aunque no vaya a entrar en la ciudad, bien viene tener una orientación de hasta donde habré de subir.

Y subí, claro que subí, unos mil metros adicionales, que me llevaron hasta los 2130 metros aprox. Por suerte, para mitigar el calor de las horas centrales del día, una refrescante lluvia me acompañó mientras me calzaba un par de tortas (bocadillos) de jamón y queso. Estuve charlando con unos chavalillos que, curiosos, se acercaron a mirar la bicicleta. Me llamó la atención que entre ellos utilizaban una lengua local, de la que recuerdo haberles preguntado el nombre pero que ni bajo tortura podría recordar (quizás el purepecha). Uno hubiese pensado que el español había barrido todas estas lenguas precolombinas; me encanta estar equivocado de tarde en tarde.

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San José de Gracia... el pueblo, no la iglesia... aunque quizás también la iglesia.

A escasos 3 km de haber coronado el día, entro en el estado de Michoacán. Decir que no sentí inseguridad en ningún momento, pero el saber del crecimiento de los grupos de autodefensa y las tensas relaciones que mantienen con las fuerzas del estado hace que uno tenga las orejas más abiertas de lo habitual. Es triste que los ciudadanos de un país tengan que empuñar las armas para defenderse del narco, pero más triste es que tengan que hacerlo porque las autoridades (donde siempre hay honrosas excepciones) se han ganado a pulso la desconfianza del pueblo.

La parte más dura de la jornada ha quedado atrás, y únicamente me quedan kilómetros de llaneo por delante, salvando una pequeña subida y una fuerte bajada que me dejará en Jiquilpan de Juarez. El problema está en que llegaré a Jiquilpan ya de noche, con lo que una bajada que podía haber sido la mar de divertida y relajada se convierte, a pesar de llevar luces, en un paseo por la tensión. No me fío de las carreteras mexicanas, sobre todo de la red secundaria, donde sin venir a cuento, te encuentras un bache que más parece la caldera de un volcán.

Se que en algún momento llegué al pueblo, sobre todo porque dormí en él, pero el acceso que me llevó lo bordeaba, de modo que, teniendo en cuenta la construcción típica americana, de edificios de una única planta e independientes, y sin iluminación en las calles, tardé un rato en darme cuenta de que ya había llegado. No le cogí el punto a esta ordenación urbanística en los EEUU y sigo sin cogérsela en México (uy!!! he dicho coger!!).

Bueno, después de unos días de incremento progresivo de la distancia, han sido 99 km y vuelvo a encontrarme en buena forma. A correr se ha dicho.

http://www.movescount.com/es/moves/move20241310