sábado, 24 de agosto de 2013

Waldron



Que bueno es saber hacia donde va uno. Quizás no exactamente a donde, pero sí hacia donde.

Y voy hacia el sur. Por delante, unas jornadas que serán de transición, probablemente. Sin grandes paisajes ni nada especialmente reseñable, pero que me darán el pie a ver otras maravillas.

Como casi siempre que estoy en un motel, salgo tarde. Desayuno tranquila y copiosamente, y si tengo internet, aprovecho para tirar de skype.

Son las 12 pasadas cuando finalmente me pongo en marcha. Afortunadamente ya estoy a las afueras de Jackson, así que no he de pelearme con el tráfico de la ciudad, y los tramos de obras son reducidos así que más pronto que tarde me encuentro junto al río Snake, bajando mayormente, con algunas breves subidas cuando el cerrado valle no dio más opciones a los ingenieros.

Hace calor, y a un a pesar de lo frondoso del valle, el sol cae a plomo, y no hay sombra que lo remedie. Bueno, no hay sombra porque no me quiero parar, porque bastante tarde he salido ya. Es curioso lo rápido que puede uno empezar a aburrirse al haber dejado atrás tan bellos paisajes. Intento luchar contra ello, enfocándome en los detalles del valle… pero los resultados no son muy alentadores. Por suerte, más adelante, el valle casi pasa a ser un cañón y puedo ver en el río, gente haciendo rafting. Lo cierto es que me dan cierta envidia; se les ve tan fresquitos y yo con el calor que tengo…

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Rio Snake


Llegado un punto, que calculo que está a unos 5 km de Alpine, salida del valle y lugar donde habré de tomar mi próximo desvío, me paro a la izquierda en un área de descanso a atender a la naturaleza y a tratar de confirmar distancias (lo cierto es que no se porque me pasa eso, necesito que alguien me diga cuanto falta cuando mis cacharritos ya me lo están diciendo). Se acerca un trío que me pregunta por el viaje, vista la cacharrería que llevo. Les cuento, me confirman distancias y hasta pronto.

Efectivamente Alpine está a unos 5 km. Y justo en la entrada tengo un Subway donde podré comer, y sobre todo, beber lo que necesite. Me encanta usar estos momentos de relax para leer un poco y en ello estoy cuando entra un hombre con dos niñas en el restaurante, el cual me llama por mi nombre… es Jed Waldron, uno de los tres hombres con los que estuve hablando hace un rato, que casualmente ha venido a comer aquí. Charlamos un rato y me comenta que subió a hacer un poco de rafting con su hija y una amiga de esta; hablamos un poco de mi ruta y le pregunto por impresiones y sitios que debería visitar. Me habla sobre Zion y Bryce Canyon, confirmándome lo que ya tenía en mente. Al finalizar, me da su número de teléfono y me invita a su casa si llego a pasar por su ciudad. No deja de sorprenderme la buena voluntad que muestran para conmigo. Le doy las gracias y nos separamos.

Un poco más recargado y refrescado me pongo de nuevo en marcha. Tengo toda la tarde por delante y mi humor cada vez mejora más. Menos mal, porque acabo de dejar atrás las montañas y entro de lleno en un altiplano, que poco a poco sigue ganando altura, lleno de tierras de cultivo, y vallas por doquier… parece que lo de acampar va a estar complicado, pero supongo que surgirá algo, siempre surge algo.

Mi nuevo objetivo es Afton, ya que parece haber un par de campgrounds en sus inmediaciones. El primero de ellos, marcado por un cartel, parece estar al final de una calle, que más tarde se convierte en un pista interminable y que, para colmo, está en descenso y se interna en los campos de cultivo. No me convence, tiene la pinta de que cuando llegue allí, si sigue abierto, estará muy expuesto así que me decanto por el segundo, que parece estar en las colinas que tengo a mi izquierda y que, si bien me obligarán a subir un poco, probablemente me den mayor refugio.

El campground es pequeño, casi no caben las RV de tamaño reducido, pero para mi es perfecto, y además estoy solo, con lo cual rápidamente monto el campamento, me preparo una frugal cena y me quedo dormido con el arrullo del arroyo que corre a mis pies.



He dormido como un señor y me despierto como tal. Es decir, muy despacito y con calma.

Cuando finalmente estoy en pie y arranco me encuentro con la primera grata sorpresa del día: bajo lo que ayer subí. Al llegar a la calle principal y retrocedo unos cientos de metros para acercarme a un supermercado y comprar el desayuno y viandas varias.

El pulsómetro empieza a fallar. No pilla señal. Me pongo de puntillas y lo levanto al cielo… me siento ridículo, no es un movil… la fuerza de la costumbre. Le cambio la pila con el velocímetro y no parece funcionar. Pruebo también reacoplando dispositivos (por eso hay dos moves este día) y nada. Pero al final, como vino se fue y comienza de nuevo a tirar. La verdad es que últimamente me está dando problemas. Cuando estoy en subidas o llanos no parece funcionar mal, pero en las bajadas, totalmente relajado, me dispara las pulsaciones como si tuviese dos corazones en el pecho. Ya he escrito a Suunto a través de Facebook, pero de momento no han dicho esta boca es mía.

Utah, EEUU, carretera, cicloturismo


Así que me vuelvo a poner en marcha después de media hora de peleas. Y la cosa empieza con guasa. Toca ganar unos 600 metros de altitud para llegar aun mirador que no merece la pena el esfuerzo y de vuelta a perder altura. Los americanos no conocen la palabra túnel, esta claro. Al menos la bajada es escalonada y me da lugar para recuperar. Y el otro punto positivo es que no me lleva a una altitud similar al del inicio de la subida anterior… así me mosqueo menos con la siguiente escalada. Pero esta es corta y de nuevo me lleva a una suave bajada y un largo llano ¿que ha cambiado? Para empezar, desde la primera bajada el paisaje es mucho más árido, la sombra empieza a ser una excepción y el calor comienza a apretar. Y es con estas con la que subo la segunda rampa que me cuesta un rato. El segundo detalle es que ya no estoy en Wyoming, ahora estoy en Idaho. ¿O no? porque llego a una ciudad que se llama Montpelier, y veo indicaciones para París… a ver si la he liado otra vez…

Tengo el Bear Lake a la vista, pero también es cierto que me queda un poco lejos aun. Tenía la esperanza de que la carretera pasase más cerca del lago y de encontrar un sitio para acampar a su vera, pero parece que va a ser complicado, porque además hay mucho campo de cultivo. De cualquier forma aun queda mucha luz y día por delante así que sigo con un suave viento de costado, y voy parando en los camping que me voy encontrando. No se que pasa pero está todo lleno, y mi mosqueo no hace más que aumentar. Más aun cuando veo que he dejado atrás Idaho (tan rápido que no he tomado ni una foto).

Al final aterrizo en Garden City y hay un par de detalles que me mosquean bastante. El primero es contar con un carril bici en un pueblo en mitad de ninguna parte, y el segundo un puerto deportivo… esto va a ser caro de narices. Y vaya si lo es. El primer campgroung que pruebo (KOA) está completo y me deriva a otro que queda a mano. Allí llego y aunque está lleno me harán un hueco. Thirteen (13$) me cobrarán, y yo encantado, que si me han salvado la vida, patatín-patatán, Thirty (30$) me pasan en la factura… pues mira, me quedo, pero si quieres saber algo sobre Alaska o Canadá te buscas un libro, que yo no estoy aquí para entretener a nadie. Quizás debí haberme ido, quizás. Pero la cuestión es que me quedo. Monto la tienda y me ducho que el día ha sido largo (126 km, 800 metros de subida) y mañana parece que empiezo muy fuerte.



Amanece un nuevo día, por el este, como es debido, y abro los ojos hacia arriba, como es costumbre. (Necesito un diccionario de sinónimos y un nuevo catálogo de expresiones para empezar los días).

Bajo al pueblo y tras darle un par de vueltas a la escueta variedad de la gasolinera (los supermercados están cerrados aun) me decanto por ir a desayunar a una cafetería, ya que con el precio de la leche y las galletas, un desayuno completo con café ilimitado sólo me saldrá por un par de dólares más, y quizás tenga wifi. Así que, próximo a la carretera principal, encuentro una agradable cafetería donde me calzo el tradicional desayuno de tortillas, huevos revueltos, bacon y salchichas, todo ello regado por el sempiterno café de aguachirri, el cual empieza a hacer sus efectos a partir de la tercera taza.

Una vez cumplidos con los deberes gastronómicos, paso a la labor de quemar las calorías ingeridas para mantener este magnífico tipín que se me ha quedado. La cuesta, dejando a mi espalda el lago, comienza suave, pero rápidamente cambia por una rampa pronunciada, revirada y de irregular arcén. El sueño de todo ciclista mañanero. Así que mientras mascullo, sudo y noto como el bacon es procesado a marchas forzadas para alimentar mi vieja locomotora, los aficionados al ciclismo comienzan a pasarme dándome muestras de ánimo. Así que me animo, y me paro, pero como siempre, no estoy cansado, es que he elegido este momento para hacer una foto, y me parece que en la siguiente curva comprobaré la tensión de los cables de la luz. De un modo u otro hago cima, y es entonces cuando el "intermitente arcén" pasa a ser el "inexistente arcén". Y entonces me acuerdo de Jed Waldron, y que ya me advirtió, primero: que me iba a reír mucho con la cuesta y segundo: que debería tener mucho cuidado en el cañón de Logan, ya que es muy estrecho, con curvas y sin arcenes.

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Bear Lake

Bueno, hago de tripas corazón y me deslizo por él. En su mayor parte es una agradable bajada. O debería ser agradable de no ser por el intenso tráfico y que, efectivamente, no hay arcén. A ello hay que añadir mi principal error: conducir por la derecha del carril, esperando que, el conductor que vaya a adelantarme, esperará a que no venga nadie para hacerlo dejando el suficiente espacio. El 90% actúa de este modo pero, por desgracia, dentro del 10% que no lo hace así, hay un 1% que para remate, conduce una RV, y así es como me llevé el susto más grande del viaje hasta el momento. Por más que lo vi por el retrovisor, por más que indiqué con la cabeza que no me adelantase y por más que, una vez se puso a ello, golpeé el lateral de la caravana (muestra de la distancia que nos separaba) siguió adelante. La suerte, no obstante, estuvo de mi lado, ya que no se paró… porque si se llega a parar…

El sitio es muy bonito, pero apenas hay lugar para detenerse,a sí que cuando lo hago, los nervios ya han pasado; es lo bueno de la bicicleta, estas subidas de adrenalina son rápidamente convertidas en energía cinética (o potencial si estamos ganando altura).

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El cañón termina y después de una corta subida tengo Logan a mis pies. Una ciudad de tamaño medio, bastante limpia y bonita. Calles muy amplias y animadas. La voy cruzando y buscando alguna tienda de bicicletas a fin de comprar la llave de radios que perdí, probablemente en Yellowstone. Finalmente llego a un McDonald´s y es la hora de comer, así que vamos a tirar de wifi que hace días que no hablo con la familia. Además, tengo que decidir si llamaré a Jed Waldron o no. Finalmente me decido a pegarle un toque y tras charlar un rato me manda en un SMS la dirección. Está a unas 3 millas de mi posición, así que me dirijo hacia allá. Cuando estoy acercándome un coche se me aproxima. Es Jed, que había salido a buscarme por si acaso me perdía. Me da las últimas indicaciones y en su casa nos vemos.

Los Waldron son una familia de 6 miembros, Jed y Pam son los padres y tienen 3 niñas y un gallardo varón. Rápidamente me hacen sentir como en casa, y de hecho me invitan a acompañarlos a una comida que tienen Jed y Pam con unos amigos; así que me ducho y nos plantamos en un restaurante de Sushi donde conozco a los McClellan y a los Kunzler. La velada es muy agradable y hablamos de todo un poco. Cuando el tema deriva a mi viaje, me aconsejan Bryce y Zion, pero tienen serias dudas sobre como habré de llegar hasta California tras esto. La verdad es que cruzar el desierto era algo que no quería hacer pero que, al final será inevitable, y por lo que parece, además complicado, dado que la ruta sur, desde Las Vegas, por la I15 está probablemente cerrada al tráfico de bicicletas y aunque estuviese abierta, me dicen que suele haber siempre algún conductor borracho que vuelve desde Las Vegas hacia Los Ángeles dando más tumbos de los debidos. En lo único que todos coincidimos plenamente es en que, vaya por donde vaya, viajar por la noche será, no ya lo más seguro, si no inevitable.

Finalizamos la velada y todos me dan sus mejores deseos. Y además lo hacen de corazón. Magnífica gente.



Me levanto tarde. Sobre las 09.00, pero es que hoy empezaré a cambiar mis hábitos de sueño. He decidido que hoy por la tarde, a fin de coger las horas de menor sol y después rodar por la noche aprovechando la luna.

Ayer le pregunté a Jed si tenían una báscula, y me la ha dejado en el salón. Estoy sólo en casa ya que se han ido a misa  (muy halagado por la confianza) y me peso como es debido. Unos 82 kilos. He perdido unos 11 kilos desde que empecé el viaje.

En la cocina me han dejado una nota y una serie de bandejas con fruta para que me sirva. En la nota me indican que Pam volverá pronto y me preparará una tortilla. La verdad es que al principio me quedo un poco sorprendido porque me parece que le ha dado demasiado bombo a esto de la tortilla, pero bueno. Me aseo y, por algún motivo, no toco la fruta. Me parece poco respetuoso por mi parte. Un sentimiento un tanto absurdo. Así que voy a echarle un vistazo a la bici, y, como no podía ser de otro modo, un radio se ha roto. Pam llega y me dice que me va a preparar la tortilla. Nunca he sido fan de las tortillas, o más bien del huevo en general, así que revuelto es el único modo en que lo tolero bien, pero cierro mi boca y la dejo hacer, mientras yo voy a ensuciarme las manos.

Cuando me llama, dejo la rueda a medio desmontar y voy a desayunar. Bendito sea el momento en que me quedé callado. La mejor tortilla que he tomado nunca. Le ha puesto, pimientos, cebolla y no se que más, y lo ha cerrado todo con la tortilla como si fuese un Calzone. Exquisita.

Jed llega y viene a echarme una mano con la rueda. Charlamos animadamente y los niños se nos van uniendo o separando. A Jed también le gusta mucho esto del pedal y participa anualmente en una carrera que, cuando me indica los pueblos de referencia, se me antoja bastante larga y dura. Se le ve en forma, de todos modos.

Ya estoy terminando y Tab nos avisa que la "liner" está lista. Liner? Parece que Tab se ha inventado esta palabra, a modo de broma, para indicar la comida (lunch) que, por lo tarde que se hace, parece una cena (dinner). Eso quiere decir que estamos comiendo a las 14.00.

Durante la sobremesa Jed me ayuda a perfilar la ruta, ya que hay interestatales que me obligarán a dar rodeos, y me dice que hará unas llamadas para ver si alguien me puede acoger en el camino, aunque es complicado ya que, en teoría, a partir de ahora, tendré horario de basurero (dormir de día, trabajar de noche).

Dan las 17.00 y aunque aun hace calor, es momento de partir. Me siento muy a gusto con la familia y todos han sido muy cariñosos conmigo, pero esto del cambio de turno me tiene un poco "excitado". Tengo ganas de ver como me sienta el pedalear por la noche. Pam está desarrollando un negocio basado en la comercialización de esencias naturales a través de la marca doTerra y me hace una selección de lo que considera que puede serme más útil y me la da en un práctico y ligero neceser.



Ha sido un placer haberlos conocido, y realmente me gustaría que nuestros caminos se volviesen a cruzar. Desde luego, los caminos dan muchas vueltas.

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Atardecer en Utah


Pd. Hi Jed, Pam. I think I dind´t write anything inappropriate, especially the name of children and stuff like that, but if you think that there´s something that you want me to erase, please, excuse me, and tell me so. Big hug to all of you.