viernes, 8 de noviembre de 2013

Cruzando el Paralelo 28

http://www.movescount.com/moves/move18912914

Como comentaba en mi última entrada a la Baja California vengo con la prudencia de no patinar con el agua... lo que explica los escasos 47 km de un día como el de hoy, completados en poco menos de tres horas.

Dependiendo del día, según el ánimo que tenga, suelo tirar de música, de podcast o de silencio. Y este día fueron los podcast los que me acompañaron. Que casualidad que escuchando SER Historia, hacen referencia al origen de algunos topónimos; por ejemplo, la Patagonia, procede de un libro de caballería, en el cual unos indígenas eran bautizados como los patacones. Cuando Magallanes llega a estos predios y se encuentra con los habitantes del lugar pues decide llamarlos patagones... y de ahí Patagonia. Pero ahora estoy en California, y resulta que también tiene su origen en novelas caballerescas. Concretamente, en "Las Sergas de Esplandián" (en aquella época sí que sabían poner nombres... Esplandían, verme a por un jarro de agua!! - le gritaría su madre), escrito por Ordoñez de Montalvo... sí, hombre, el de Amadís de Gaula.



Para el caso, que me pongo a subir y a subir, y el sol me está dejando frito, pero por la parte positiva el paisaje va mejorando notablemente. No es que haya salido del desierto, pero estoy entrando en el Valle de los Cirios, que recibe su nombre por la enorme cantidad de cactus que allí hay. También llaman la atención las rocas que aquí y allá van salpicando el terreno. Granito, diría yo. Lo que resulta extraño, a poco que uno se de cuenta, es que se encuentran generalmente aisladas unas de otras, casi como si las hubiesen ido colocando por allá. Obviamente la erosión es la responsable de estos paisajes. Y es que cuando la madre naturaleza se pone... pues le sale bien.


Así que ahí voy yo, y ahí llego yo... lo dicho un día corto. Al plantarme en el pueblico, Cataviña, veo un pequeño hotel y me digo que, con el calor que hace, mejor me cojo la habitación; pero no hay nadie. Así que me planto en la tópica posición mexicana de sentados contra la pared y le echo paciencia al asunto. Y desde luego que se la eché, pero cuando ya me hartaba y me dirigía al cuarto para ver si estaba abierto y al menos esperar dentro llegó el dueño. Precio razonable para la cadena HDM que salpican el país. Al menos parece que no tendré compañía artrópoda esta noche.


Pues como ayer me tocó subir, hoy me toca bajar... pero también pedalear un buen rato, así que arranco un poco antes de las primeras luces. El frescor mañanero me obliga a ponerme el impermeable, pero a los escasos minutos ya sobra, y es que aunque el día sea de bajada, los 20 primeros kilómetros hay que "sufrirlos".

"sufriendo"
Una vez echa cima toca cumbrear un rato, pero la verdad es que tampoco es que sea tan sencillo como me esperaba. La sensación de soledad es abrumadora, y las provisiones de agua no se me van de la cabeza. Tengo suficientes, inclusive para hacer noche, pero hay una cierta angustia por ver algún signo de civilización. Lo gracioso del tema es que cuando ves algún signo, generalmente una llantera, no me paro a comprar agua, a lo sumo a tomarme una cola porque, como dije, voy cargado de agua.

Es en una de estas paradas cuando me hacen referencia a una pareja que pasó en bicicleta por allí hace algunas semanas. Al parecer tuvieron un problema con una de las bicis y se fueron con la rueda hasta Guerrero Negro y después volvieron. Me hizo mucha gracia porque me decían con cierto orgullo que les gustó mucho el sitio y se quedaron dos noches. Disimuladamente dirijo mi vista al paisaje y, bueno, para gustos los colores. Feo no es, pero de un vistazo he exprimido toda la belleza que puedo apreciar. Como no quiero deprimir a nadie , asiento y me voy con la información útil: "en Guerrero Negro hay un taller".
Estas no son las vistas...
Ya en bajada los kilómetros son mucho más agradecidos y finalmente llego hasta Punta Prieta, donde hago acopio de agua y algo de dulce para el desayuno; dejo el pueblo atrás y a un lado de la carretera planto la tienda. Será una linda noche en el desierto.

Donde está la bici, estaba la tienda.

http://www.movescount.com/moves/move18912932

Podía haber sido tan sencillo. Eran sólo 120 km hasta Guerrero Negro. Previo paso por el paralelo 28 que sirve como división entre la Baja California y la Baja California Sur.

Por cierto, necesitaría que alguien me explicase quien fue el genio que realizó el trazado de las fronteras con escuadra y cartabón. No se si llegué a escribir de esto en algún post anterior (probablemente en Canadá) pero realmente me indigna el pensar como en algún momento alguien repartió tierras utilizando una regla, sin tener en cuenta orografía del terreno, historia de la zona y, sobre todo, a los pobladores... en este caso, al menos todo queda en casa, de momento.

Pues como decía, todo debería haber sido muy sencillo. En general bajada ya que iba a llegar al nivel del mar y viento a favor. Visto que la carretera era una línea recta tampoco cabría esperar grandes desniveles pero, con lo que no contaba era con la mecánica. Y es que cuando llevaba unos 50 km, a 70 para destino, el cambio trasero no empieza a fallar, directamente falla. Así que estoy con tres platos y los 3 piñones exteriores; y aunque el perfil no debería ser complicado, pues lo es, y ahora mucho más. Me resigno y me digo que me voy a poner muy fuerte (yo no quiero estar muy fuerte) y que seguro que el pito me crece 3 cm más por lo menos (yo no quiero que... bueeeeeeno, vale).



Pequeña nota para los no iniciados. En una bicicleta de marchas lo habitual para subir una cuesta, y sobre todo si se te ha ocurrido poner un carrito detrás, se utiliza una relación de marchas que normalmente sería el plato más pequeño y juegas con los piñones más grandes. Eso hace que tengas que dar más pedaladas para avanzar, pero que estas cuesten menos. Si utilizas el plato grande y los piñones grandes generas mucha tensión en la cadena que provoca dos cosas: 1. buena parte de tu fuerza se queda en la cadena, no va a la rueda y no se convierte en movimiento; 2. esa fuerza que se ha quedado en la cadena puede llegar a partirla.

Así que me encuentro utilizando el plato mediano o empujando la bici, porque partir la cadena no es una opción aun cuando puedo repararla.

Pero bueno, como siempre, al fin se llega a destino. Costó bastante porque más allá del problema del cambio el viento ya no ayudaba sino que venía de costado y además una recta de varias decenas de kilómetros acaba con la paciencia del más pintado.

Al fondo, "toa" chiquitilla, el banderón.

Primeramente llegué al paralelo 28, donde hay una gigantesca bandera mexicana, y un puesto militar acorde, y después a Guerrero Negro (el cual recibe el nombre por un galeón que allí naufragó). Una vez en Guerrero Negro mi prioridad es localizar el taller, cosa que hago rápidamente. Allí un chavalillo abre el cambio y me cuenta que la grasa que hay en el interior se ha secado/ensuciado y que eso impedía el cambio. Limpia y engrasa, ajusta y listo. 30 pesos. Me da vergüenza pagarle eso, así que me llevo unos parches y le dejo otros 30 de propina.

Cleta en la UCI.
Hotel de la cadena HDM donde aprovecho para hacer la colada. Una ducha electrizante. Cena en un chino. Los pequeños placeres que llenan mi paladar.

Residencial "el colorín"