sábado, 23 de noviembre de 2013

Que La Paz sea conmigo

http://www.movescount.com/moves/move19176024

Hoy, tras unos primeros kilómetros junto al mar, volvió a ser un día de interior, sin llegar a costa hasta que alcancé Loreto.

A pesar de haber desayunado en la tienda, poco más tarde quise cumplir con el rito hobbit del segundo desayuno al ver una pequeña cala con un restaurante. Además tenía que reponer agua... una excusa tan mala como cualquier otra.

Un buen sitio para desayunar

El paisaje sigue siendo espectacular y el terreno, a pesar de lo accidentado, no presenta desniveles reseñables. Hace no mucho, un par de semanas, pasaron dos huracanes que golpearon principalmente en los estados de Michoacan y Guerrero, pero que se dejaron sentir también en esta zona como se puede apreciar en varios puentes dañados por las riadas que hubieron. No obstante las obras de reparación ya están en marcha.

Así que con paciencia y gusto voy tragando paisajes y kilómetros. El tráfico es bastante ligero por esta zona, pasando camiones cada largo rato, como además la carretera en general no está mal y es todo muy silencioso uno puede oirlos llegar con tiempo suficiente. Así que en general el tránsito es bastante cómodo y seguro.

Dejé fuera de plano las máquinas que trabajaban en reparaciones en la zona.

Siento que estoy de nuevo en el Valle de los Cirios.

http://www.movescount.com/moves/move19282004

Ha sido un día raro. La próxima ciudad es Ciudad Insurgentes, que me quedaba a unos 160 km por lo que tenía claro que dividiría la tirada, lo que no sabía es que iba a hacer una división tan desigual. Quizás fue por levantarme tan tarde, o quizás por el calor, obviamente también fue por el entorno que realmente invitaba a quedarse, pero la cuestión es que tras 30 km me quedé en Puerto Escondido. ¿Lo malo? que sólo había un hotel más caro de lo que estaba dispuesto a pagar, ¿lo bueno? que me dijeron que pusiese mi tienda de campaña en el jardín y tirase de wifi, piscina y aseos... pues mira, lo bueno, gana a lo malo, desde luego.




Bahía de Loreto

Bajando a Puerto Escondido

Hace unos años, cuando iba a la universidad, había de subir cada mañana, en torno a las 07:45 la cuesta que llevaba hasta el campus de El Ejido, al pie de esta cuesta, donde la calle Carreterías se cruza con Tejón y Rodriguez, alguien había escrito en la pared "Teletransporte gratis ya!!". Esa sensación de Thor te oiga me acompañó durante el día de hoy, porque hacer 125 km y que la vista de de para apenas 4 ó 5 fotos es desmoralizador.


Además, como no podía ser de otro modo, tocaba subir un poco, aunque de forma algo pronunciada. Mi error radicaba en que pensaba que subía a una meseta, cuando en realidad únicamente iba a salvar una cadena montañosa con lo que buena parte del trayecto fue en suave bajada... tan suave que tuve que mirar el altímetro para darme cuenta de que bajaba. Lo que peor llevo en estos casos son las rectas infinitas y la monotonía de los horizontes. El llevar ya 4 meses escuchando la misma música no ayuda mucho, pero al menos Toni me envió algunos enlaces de podcast en su momento que me permiten pasar mejor las horas.



De cualquier modo, todo esto ya estaba previsto. Quizás previsto no sea la palabra adecuada. No es lo mismo decir en palabras que esperas determinadas situaciones, buenas o malas, que comprender la completa dimensión de encontrarte dentro de ellas. Obviamente era consciente de que habría días aburridos, a veces no tanto por el entorno como por el hecho de que te has levantado con el pie izquierdo, pero hasta que no te pones a contar las pedaladas en números romanos no sabes que te has aburrido de verdad.


Como todo llega, aunque no sea por teletransporte, Ciudad Insurgentes se dejo caer ante mi. Un buen descanso es lo que en domingo todos merecemos.
Ciudad Insurgentes

http://www.movescount.com/moves/move19521188

A estas alturas ya me estoy quedando sin analogías para decir que hice muchos kilómetros y que no pasó nada. Puede parecer increíble, pero sí. Lo más emocionante que pasó en casi 150 km fue, lo primero, lo que dejé retratado y muestro a continuación:

Cualquiera diría que justo debajo le falta el letrero: "Gobierno de España" 
 Lo segundo, que alcancé los 10.000 km sobre mis pedales. Lo que también me sirvió para aprender que mi cuentakilómetros no va más allá, así que habrá que darle una vuelta.

Y lo tercero, viendo que no iba a llegar a ningún lado de noche como que no fuera a un cementerio dada la repentina profusión de camiones y coches en general (curiosamente ha sido un norteamericano quien estuvo más cerca de pasarme por encima, el gringo se paró un poco más adelante a mirar algo en el teléfono y sólo se encogió de hombros y dijo que era poco visible... repasemos, 83 kg de Fernando + 50 kg de bici y remolque, con luz trasera, luz frontal y chaleco reflectante, simplemente me acogeré al silencio como derecho a no declarar en mi propia contra) opté por acampar en cualquier lado. El problema está en que, cualquier lado no resultó ser tan sencillo, el suelo es duro como para ser imposible clavar la tienda así que al final opté por dormir tras de un pequeño templito esperando recibir su protección ante algún camionero "problemático".

El templito con su ¿cactus navideño?

http://www.movescount.com/moves/move19521192

Que felices me las hacía yo. Me levanto, digo, y suavemente hago los 60 km que me quedan hasta La Paz y allí, después de darme una vueltecita, tomo el ferry. Pues no, porque la hora que quería dedicar a ver La Paz (que es más bien pequeño y se ve rápido) la tuve que emplear en llegar al puerto que está a 20 km de La Paz. ¡¡Cáspita!! Cuando yo había visto que debía tomar el barco La Paz - Mazatlan nadie me dijo esto!!. Que contrariedad. Lo peor es que me enteré estando ya en la ciudad y preguntando, pero bueno, al menos pude pasar por el malecón que es bastante bonito.

Toca recordar que, a estas alturas, aun no tengo ningún sello de entrada en el país. Según me dijeron por el acuerdo entre los EEUU y México en la Baja Caifornia no es necesario y sería al pasar al "continente" cuando habría de resolverse esto. De modo que mi cabeza está más en llegar al puerto y solventar este asunto que en otra cosa.

Así que La Paz es bonita, y pequeña. Ea!

Pero bueno, que no todo iba a ser refunfuñar. Este llegar hasta el barco me dejó otras estampas muy agradecidas.


Una vez en el puerto compro mis boletos (para mi y para cleta), aprovecho para comer algo y me pongo a la cola. En teoría tengo media hora por delante, pero al final se alarga algo más.

Por fin acceso a aduana y por un instante piensan en pasar la bici, con carrito y bandera por el escáner, pero pongo mi mirada más candorosa y lo dejamos en un ¿que lleva usted en las maletas? le cuento, le ofrezco abrirlas y ahí queda todo. Mientras tanto me han pedido el pasaporte y vuelven con él, la cola puja desde atrás y sigo hasta el barco donde dejo la bicicleta en un cuarto.
No he cogido camarote, pero los sillones son cómodos, además le advierto a la sobrecargo que huelo muy mal y que debería mandarme a la zona de cuarentena, así que tengo mi propia fila de asientos para mi. Lujo por peste... increíble. Lo único malo es que he de estar atento a todas mis cosas durante un viaje que durará unas 18 horas. Por cierto, ¿no tendría que haber pagado una tasa por inmigración? ¿Quizás estaba incluida en el billete del barco? Con la suspicacia haciendo cabriolas cojo el pasaporte. No puede ser. A todos los efectos, según mi pasaporte, mi escultural culo sigue en Alaska. Pues nada, escultural y helado a partir de ahora.

Un último vistazo a la Baja California.
¿Por delante? La costa pacífica de México. A ver que nos podemos ofrecer mutuamente.