miércoles, 8 de mayo de 2013

Tránsito

Finalmente llegó el día. Y si bien en retrospectiva parecerá únicamente un día de trámite, lo cierto es que está siendo un trámite intenso.

Escribo esto desde el vuelo Francfort - Anchorage, faltando 4 horas para llegar a destino. Si todo va bien, y no hay ninguna sorpresa, el día habrá girado en torno a la bicicleta. Prefiero no plantearme la otra posibilidad.

Mucha gente me ha preguntado, o ha dado por sentado que la bicicleta la iba a comprar en destino dejando la mía en Málaga. Es una opción que a lo largo del día me he visto abocado a reconsiderar en varios momentos, pero más allá de ello, el motivo de llevar mi propio equipo es doble: por un lado, lo conozco, son unos zapatos que ya tienes amoldados a los píes; por otro lado me he tenido que hacer con nuevo equipo, como el remolque Bob Yak, con el cual he tenido que hacer pruebas de conducción y carga. Ya decía que mi bici no es la más adecuada para esto, pero es con lo que quiero empezar; más adelante ya se verá.

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Descripción gráfica de la longitud




La cuestión es que hay que mover todo esto: unos 25 kg de equipo más bici y remolque. Aproximadamente 50 kg en dos bultos.









El primer problema llegó en la estación de Málaga, cuando tuve que reorganizar por completo uno de los departamentos de almacenaje, porque parece que el chofer no cayó en la cuenta de que tenía más departamentos vacíos. Es muy agradable empezar un viaje con algo de ejercicio. Por suerte contaba con la ayuda de mi familia que me vinieron a despedir. Cuanto los echaré de menos...

Ya en la estación de Granada recibí la feliz sorpresa de que mi novia me estuviera esperando allí, con lo que las tres horas de espera fueron notoriamente más llevaderas, pero cual no sería mi sorpresa cuando
con este autobús, que me dejará en la T4 también habría de tener problema. La caja se colocó inicialmente en pie, pero el chofer, con mayor experiencia que yo en los volúmenes habituales de equipaje que se mueven se cerró en banda y me indicó, con un tono que no me llegó a gustar, "que no era de recibo que una bici ocupase todo un almacén de carga", así que había que tumbarla "y le iba a poner maletas encima hasta el techo". Estaba bastante confiado en la rigidez del embalaje, pero ya una vez en el autobús le dejé claro que yo también iba a comprobar el estado de la caja. Por otro lado ALSA no indica, ni de modo orientativo, las dimensiones ya sea de sus depósitos de carga o del equipaje a llevar ¿cómo he de saber yo esto?.

Mencionar que en el mismo trayecto, me puse en contacto con ALSA a través de Facebook y han mostrado interés en aclarar lo sucedido. A esas alturas yo sólo hacía cuenta de los posibles desperfectos y lo que en tiempo y dinero me iba a costar, pero es muy de agradecer el interés mostrado.

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El relleno de la caja



















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Cara cansao
T4 y ahora a tomar un autobús gratuito que conecta con las otras terminales. Chupao!! sólo está a 100 metros, pero son 100 metros arrastrando 50 kg. El bus me deja en la T2 y no hay carritos. Los carritos están en la primera planta, en los mostradores de facturación. Que digo yo, desde mi más absoluta ignorancia, que sería más interesante que estuvieran en las inmediaciones de la parada del bus, que coincide con la de taxi. Así que volvemos a arrastrar los bultos y a estas alturas empiezo a tener claro que mañana me dolerá la espalda. Una vez con mi carrito, más feliz que una perdiz, llego a facturación y la bici vuelve a ser demasiado grande (no es el primer viaje que hago en avión con ella y nunca me había dado tantos problemas ¿habrá crecido?), así que el amable caballero de facturación me acompaña hasta una zona de carga donde hemos de sacar la bici del embalaje para poderla pasar por el escáner. Menos mal que todo el personal que estuvo en el proceso fue muy amable y no aportó dosis extras de estrés.
Así que con el equipaje facturado hasta Anchorage puedo dedicarme a realizar las últimas llamadas desde España.

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El mismísimo Polo Notre
Por lo demás los vuelos han sido puntuales, si bien esperaba que el de Condor fuese en un avión un poco más "tecnológico" con sus pantallitas individuales lo que me hacía prever un viaje dedicado a la lectura, a dormir lo que se pueda y al aburrimiento. Por suerte, durante buena parte del viaje el cielo ha estado notoriamente despejado así que he podido disfrutar de la vista de grandes extensiones de mar helado, así como montañas y valles nevados.

Punto y aparte merece la visión del monte McKinley. Una auténtica pasada. Creo que tengo un pequeño video por ahí, en cuanto pueda lo cuelgo.

Llegando a Anchorage (2 horas antes, vaya a ser que nos agobiemos) hemos rellenado unos formularios para inmigración. Uno de ellos he de presentarlo a mi salida del país. El visado que tengo alcanza hasta noviembre de este año.




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Primer contacto con la fauna local
De ahí a recoger la bici, que está en perfectas condiciones; y hacer un pequeño recorrido de unos 10 km desde el Aeropuerto hasta el Alaska Backpackers Inn, que con las pérdidas y los "parateamirarelmapa". No obstante el paseo me ha venido muy bien para relajar la musculatura y creo que me permitirá descansar mejor; además buena parte del mismo ha sido en un carril bici que ora atravesaba un bosquecito nevado, ora bordeaba la bahía de Anchorage. Además, ya he visto mi primer reno, caribú o como se llame. Nos hemos mirado desde el respeto, él comiendose la corteza de un árbol, yo maldiciendome por tener que hacer la foto con el teléfono… pero bueno, circunstancias mandan.

Hago noche, por 25$ (pago en tarjeta admitido) en el Alaska Backpacker Inn (409 Eagle Street) y mantengo mi segundo contacto con la fauna local en forma de oso disfrazado de humano... un profesional del ronquido. Por lo demás ha sido una buena noche y me encuentro descansado.



Os dejo un enlace al trayecto de ayer.